¿Medicina o enfermedad?

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Editorial UCA
15/04/2016

El simple hecho de plantearse la posibilidad de dar armas de fuego a unos hipotéticos comités ciudadanos de seguridad es síntoma de la situación límite que vive el país e implica reconocer la incapacidad de hacerle frente a la violencia y la criminalidad. A pesar de la desesperación, el Gobierno debe pensar más de dos veces antes de tomar una decisión al respecto. El paramilitarismo en la región no es nuevo. Países como Guatemala, Paraguay, Colombia, México y El Salvador mismo han padecido este flagelo; ahí donde se ha implementado, los resultados han sido desastrosos.

Probablemente el caso colombiano sea el más emblemático. En la década de los setenta se organizaron las llamadas autodefensas, con el fin de ayudar al Ejército en el combate contra las guerrillas. Con el paso del tiempo, estos grupos llegaron a ser actores independientes de gran influencia y poder, involucrándose directamente con la mafia de la droga y cometiendo crímenes atroces contra la población civil. Aunque en 2002 el Gobierno colombiano decretó su desmovilización, muchos grupos se han mantenido como mafias y sindicatos de sicarios al servicio del narcotráfico.

Guatemala es otro lamentable ejemplo. Las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC) se fundaron en 1981 durante la gestión del general Fernando Romeo Lucas García para colaborar con el Ejército en el combate a la subversión. En la práctica, las PAC participaron en el genocidio de etnias mayas y en masivas violaciones a derechos humanos. Las Patrullas luego se aliaron con el crimen organizado. Con los acuerdos de paz de 1996, debieron desaparecer, pero siguieron actuando en diversas zonas de país. Ya en este siglo, las PAC reaparecieron reclamando compensaciones por su participación en el conflicto armado. En 2002, ocuparon por la fuerza las ruinas de Tikal y tomar como rehenes a turistas extranjeros. Las Patrullas se convirtieron en un dolor de cabeza para los Gobiernos chapines.

En México, la cruenta guerra contra el narcotráfico provocó el surgimiento de las autodefensas, grupos civiles que asumieron labores de seguridad y justicia. Actualmente, en estados como Michoacán, estos grupos se disputan el control del territorio con los cárteles de la droga. Algunos analistas estiman que hay unos 700 grupos de este tipo en 13 de los 31 estados mexicanos, aunque el presidente, Peña Nieto, ha asegurado que su administración no los apoya. Y en El Salvador, en el marco de la guerra civil fratricida, se conformaron las Defensas Civiles y la Organización Democrática Nacionalista (Orden), instancias paramilitares protagonistas de graves violaciones a derechos humanos. Con toda seguridad, buena parte de los desmovilizados que hoy protagonizan protestas en las calles exigiendo indemnización y pensión por su participación en la guerra son miembros de esas organizaciones.

Estos ejemplos dejan clara la moraleja: las patrullas de autodefensa se sabe cómo empiezan y cómo terminan: suelen convertirse en grupos de difícil control, suelen mutar en graves violadores de los derechos humanos de la población civil indefensa. Optar por este tipo de grupos implicará, muy probablemente, el nacimiento de otro grave problema para el país.

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Anónimo
17/04/2016
10:17 am
Es realmente dificil para mi entender la lógica de un gobierno del FMLN que no se distancia abiertamente de cualquier intencionalidad como la propuesta de armar a la población para apoyar a las fuerzas publicas de seguridad en función de un mito que una solución racional y viable es \"matarlos a todos (as)\". Creo que el gobierno de turno ofreció una solución similar para la insurgencia de las cinco fuerzas del FMLN durante el conflicto armado. Mas bien lo que el GOES tendria que hacer es movilizar a las fuerzas de la sociedad en la construcción de capacidades territoriales para la gestión adecuada de la conflictividad y violencia existente; y la contrucción de escenarios favorables de cultura de paz en los territorios de El Salvador, con visión Centroamericana. La UCA esta obligada por el legado de nuestros martires contribuir a un analisis serio y visión alternativa de las salidas al conflicto, así como propuso una salida alternativa a la guerra civil.
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Anónimo
16/04/2016
16:57 pm
El comentario de este editorial està enlazado con la posición de un país civiizado que acude a las lecciones de la historia para rechazar medidas desesperadas que en otras épocas han fracasado.Cuando se comentan los horrores de la guerra civil en El Salvador se hace para que tal hecho no vuelva a ocurrir. Igual en el caso de este editorial. Lamentablemebte tenemos en el ambiente político mentes enfermizas como la de un diputado que en la búsqueda de votos se alegra de aplicar estas medidas así como permanentemente se pronuncia por implementar la pena de muerte. Este diputado sabe interpretar al común de la gente que se pronuncia porque corra la sangre y que la venganza sea la línea a seguir. Si tú lees un comentario veràs que son pocos los que se pronuncian por salidas inteligentes.Casi todos le apuntan a la política del exterminio. A estos batallones les costarà asesinar a 60000 pandilleros y sus familias. Armar a la gente es lo peor que le puede pasar al país.
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Anónimo
15/04/2016
16:09 pm
Bravo! Totalmente de acuerdo! Ojalá que Dios se apiade del pulgarcito e ilumine a los funcionarios pertinentes; particularmente a los miopes y poco transparentes diputados, militares y policías, para que no promuevan una medida tan dañina para nuestro pueblo tan castigado por un sistema político-económico tan nefasto y egoísta. Oremos a Dios, pidiendo la intercesión de San Romero de América, para que nos libre de semejante catástrofe!
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