Durante la pasada campaña electoral, los candidatos a la Presidencia ofrecieron subir el presupuesto de educación hasta el 6% del PIB. Todo apunta a que se quedará en promesa incumplida. El anteproyecto de ley del Presupuesto 2015, presentado por el Gobierno a la Asamblea Legislativa para su aprobación, propone un incremento de 30 millones para educación con respecto al actual ejercicio. Esto en realidad supone una disminución del porcentaje en relación al PIB, del 3.49% al 3.44%. Para lograr alcanzar la meta del 6% al final del actual período gubernamental, sería necesario incrementar la asignación en un 0.5% del PIB anualmente; así, para 2015, el presupuesto de educación debería ser del 4% del PIB; en dólares, 1,061 millones, es decir, 146 millones más de lo que se ha presupuestado. Sin embargo, puesto que entre el PCN, GANA, Arena y el FMLN, o cualquier combinación de tres de ellos, suman mayoría, aún es posible enderezar el árbol. Si estos partidos políticos de verdad quisieran destinar más recursos a la educación, tienen la capacidad de modificar el anteproyecto y aumentar la partida de forma significativa, y así comenzar a cumplir la promesa hecha por sus candidatos.
Invertir más en educación no es algo infundado o caprichoso. Solamente por esa vía se podrá alcanzar una mayor cobertura y una mejor formación. Nos quejamos de la calidad de la escuela pública, de la baja cobertura en la secundaria, del poco acceso a la universidad, pero no se ponen los medios para que esto cambie. La educación cuesta dinero, y entre mejor educación queramos, más dinero hay que invertir. Pero es una apuesta segura. Un país con altos niveles de escolaridad y de calidad educativa es más capaz de tomar su propio camino hacia el desarrollo y salir de la pobreza con más facilidad. Que en El Salvador el 40% de la población viva en la exclusión se debe en parte a la falta de acceso a la educación y a las profundas deficiencias del sistema educativo público.
El caso de Costa Rica nos muestra que la inversión en el rubro es una de las mejores apuestas para que un país avance y su población pueda realizarse. Nuestro vecino ha logrado niveles de desarrollo humano y de ingreso per cápita muy superiores a los del resto de Centroamérica, con excepción de Panamá. ¿Qué lo ha propiciado? Costa Rica tiene una historia democrática de larga data, no sufrió las guerras intestinas de otros países del istmo, ni ha estado sometido a dictaduras; por el contrario, ha tenido varios Gobiernos identificados con la social-democracia, que han invertido en la gente y han logrado construir una sociedad más equitativa. En ese marco, Costa Rica visualizó la importancia de la educación y alcanzó un acuerdo nacional para establecer en su Constitución la obligación de dedicar el 6% del PIB a ella. Hace seis años, decidieron nuevamente incrementar el presupuesto en educación, llevándolo al 8%. Y para garantizarlo, modificaron de nuevo la Carta Magna.
Los recursos destinados a la educación han sido clave para el desarrollo costarricense. En 1957 ya tenían una cobertura del bachillerato cercana al 56% de la población, que se estancó hasta el año 2000. Pero con el impulso que significó asignar el 6% del PIB a educación y el posterior incremento, pasó, en un lapso de 13 años, a tener una cobertura del 90%. Además, en los últimos 10 años han logrado reducir la brecha educativa entre las zonas rurales y las urbanas del 30% al 7%, así como también la que media entre la población con mayores ingresos y la de menores ingresos, del 44% al 17%. Más interesante aún: los ticos han reducido la brecha entre la educación que reciben los que nacen en familias más educadas y los que nacen en familias menos educadas, del 68% al 29%. Aunque todavía les falta para alcanzar una verdadera equidad, el avance es notable y muy lejano a lo conseguido en El Salvador. Todo eso en buena parte gracias a que triplicaron el presupuesto en educación en un período de 14 años.
Todos los expertos coinciden en que la inversión en educación es la fuerza más poderosa para transformar una sociedad. Diversos estudios muestran que es clave para el desarrollo económico y social, y una garantía contra la pobreza, así como el camino para una mayor equidad. Cuando se relacionan los años de escolaridad con el tipo de empleo se observa que a menos años de educación, más grande es el porcentaje de gente con empleos no cualificados. Por el contrario, a más años de educación, mayor el porcentaje de los que tienen empleos cualificados y, por tanto, mejores salarios. La diferencia es muy notable cuando se superan los 11 años de educación: el 90% de esa población logra empleos cualificados.
Deberíamos aprender del ejemplo de Costa Rica. Debemos invertir más en educación, iniciando ya en 2015, aunque eso implique hacer recortes en ministerios, entidades autónomas y demás dependencia del Estado. Solo reduciendo otras asignaciones y aplicando una estricta austeridad en el uso de los recursos públicos será posible disponer de los fondos necesarios para invertir en la educación. No hay que dejar de repetirlo: si queremos un mejor futuro para El Salvador, debe ampliarse sustancialmente la cobertura y la calidad educativa, desde la primera infancia hasta el bachillerato, en todo el territorio nacional. De lo contrario, seguiremos viviendo de ilusiones, falsas promesas y esperanzas.