A ciegas

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Editorial UCA
18/10/2017

Múltiples experiencias en el mundo demuestran que las políticas de seguridad represivas no son solución al problema de la violencia. Pese a ello, los países del Triángulo Norte las siguen aplicando. Un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo señaló que “en términos de violencia y delito, estas políticas arrojaron resultados negativos, intensificándose la violencia en los tres países. Aumentaron los delitos vinculados a las maras, incluyendo de manera creciente los secuestros y extorsiones”. La verdad inmutable de que la violencia solo engendra violencia nunca ha sido entendida por los Gobiernos de El Salvador, Guatemala y Honduras.

La muestra más fehaciente de que nuestro país anda mal es la sangría que sufre su gente, especialmente por el asesinato o la expulsión de los más pobres y jóvenes. 25 años después de la firma de unos acuerdos que no trajeron la paz, el número de muertos ya sobrepasa al de toda la guerra civil. Desde que tardíamente se decidió enfrentar la violencia, con políticas de mano dura durante los Gobiernos de Francisco Flores y Antonio Saca, hasta el presente, cuando la administración de Sánchez Cerén ha tomado el relevo en la estrategia represiva, la situación se ha agravado hasta lo intolerable. La nueva alza de homicidios ha coincidido con la salida a las calles de vehículos y tanquetas del Ejército, supuestamente para disuadir a los delincuentes. Pero a juzgar por el incremento de los homicidios, la medida parece haber sido un aliciente para la criminalidad.

Empecinados o esperanzados en que esta apuesta hasta hoy fracasada dé resultados, voceros del Gobierno y los que apoyan la represión ven el aumento de homicidios como un signo de que los criminales se sienten acorralados. Desde esta lectura, habría que continuar y recrudecer la represión hasta vencer o exterminar a quienes actúan al margen de la ley. Sin embargo, también cabe interpretar el afán de exhibir tanquetas y vehículos militares en la capital como la acción de un Gobierno desesperado que da manotazos a ciegas.

Es claro que el Ejecutivo se siente presionado a actuar ante el clamor de un electorado que exige resultados claros. Y los políticos han pensado que con reality shows, con tanquetas en las esquinas, con capturas a mansalva en colonias y barrios pobres, la percepción de la ciudadanía sobre la violencia cambiará. Es hora de aceptar que con la sola represión la violencia no se detendrá. La desgarradora situación que sufrimos tiene a su base un país tremendamente desigual, en el que la injusticia se ha estructurado y legalizado. No se puede pretender erradicar la violencia mientras no se toquen las raíces de las que brota. La falta de empleo, la exclusión social, las miserables condiciones en las que viven miles de salvadoreños componen el caldo de cultivo del mal que nos sofoca.

Pero lo que preocupa a los políticos está lejos de esta realidad y sus matices. Mientras miles de salvadoreños desesperan, huyen o mueren, buena parte de la clase política sigue concentrada en vivir con lujos gracias al Estado, intercambiar insultos y acusaciones personales, recortar los pocos recursos que benefician a la población más necesitada. Es suficiente. Si no se cambia de rumbo, el país llegará a un nivel de descomposición al que ningún Gobierno podrá hacer frente.

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Anónimo
19/10/2017
16:01 pm
Si analizamos la situación desde el enfoque de su determinación social podemos concluir son esos factores sociopolitico, económicos en una palabra el modelo de desarrollo de este país el que está a la base del problema de la violencia . Este modelo que nos produce violencia cultural y estructural que a la vez genera la delincuencia. La falta de empleo la depredación de los recursos ambientales , el poder enquistado en una élite que acumula la riqueza generada por una población empobrecida que no recibe lo que le corresponde por ser parte esencial del proceso de producción de bienes y servicios .Traducido todo en salarios bajos, sistema inequitativo de pensiones, falta del poder de decisión sobre el recurso hídrico , la constante migración huyendo de las condiciones de vida y de la propia violencia es un círculo vicioso que no tiene fin. por ello se necesita que la clase política, los poderosos economicamente hablando y el Gobierno fortalezcan medidas hacia...
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Anónimo
19/10/2017
12:11 pm
Sentí tristeza cuando un jefe policial dijo que era de rutina que entraran a las escuelas a buscar a los jóvenes, que a su juicio, pertenecían a grupos de pandillas. Esto a raíz de que un joven puso la denuncia de que la policía llegó a la escuela a vapulearlo enfrente de sus profesores y compañeros. Esto a pesar de que los profesores, compañeros y vecinos negaron su pertenencia a grupos ilegales. Me imagino el terror que sienten los escolares cuando ven gente armada enmascarada buscando a quienes su único delito es ser joven y pobre. Me recuerda a los tiempos de la guerra, cuando existía el reclutamiento obligatorio y los soldados sacaban a los jóvenes de los buses y de sus casas. Siguen las muertes de soldados, policías, pandilleros, y ahora también sus familiares. La venganza de ambos bandos se impone sobre los deseos de paz del pueblo salvadoreño. Nadie habla de diálogo, de reconciliación, como lo único que puede detener las masacres.
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Anónimo
19/10/2017
10:43 am
Interesannte articulo... pero hay una parte que no se ha logrado entender.. por qué existe el problema de la violencia en este pais ? desde el punto de vista biblico la violencua debe entenderse como un problema espiritual. Ciertamente hay factores que inciden en la conducta de la persona como un pasado triste donde existio violencia intrafamiliar, abusos, maltrato fisico o verbal pero el problema mas de fondo es de caracter espiritual y eso no lo puede cambiar ningun gobierno terrenal solamente Cristo puede cambiar las mentes y transformar los corazones que viven en esa condicion... Humanamente hablando no hay metodo, sistema o partido politico que pueda detener la violencia.. si ponemos la esperanza en hombres esteramos muy mal.. pongamos la mirada en Cristo el si puede hacer algo grande en este pais.. Las carceles estan llenas de pandilleros y pueden contruir mas si quieren pero a las personas no las pueden cambiar para eso necesitamos la intervencion de Dios en nuestras vidas
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Anónimo
18/10/2017
15:51 pm
Yo creo que tiene que ser una politica de combinación de medidas. Hay que aplicar la mano dura porque hay ciertos miembros de nuestra sociedad que no entienden de otra manera. Pero también tenemos que atacar la raíz del problema. Oportunidades para nuestros jóvenes para que no tengan que ser inmigrantes o pandilleros. Nuestras élites tienen que ser obligadas a aportar medios para atacar el problema delincuencial. Nuestros politicos tienen que dejar de abusar los fondos públicos y dejar de exigir esos salarios ridiculous mientras nuestra población en general apenas subsiste. Como sociedad tenemos que entender que solo cuando los dos métodos son aplicados simultáneamente, entonces podemos esperar mejores resultados
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