A diferencia de encuestas que presentan resultados con el propósito de incidir en la opinión de la gente a favor de determinado candidato, partido o tema, las de la UCA buscan que se escuche la opinión y el sentir de los salvadoreños para que ello incida en la actuación y los planes de los tomadores de decisión. El más reciente sondeo del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) revela muchas cosas que percibe el pueblo salvadoreño sobre la realidad que vivimos y el desempeño del Gobierno, de sus funcionarios y de los políticos en general. De entre todas estas revelaciones, acá dos breves reflexiones sobre las que atañen al próximo proceso electoral.
Lo primero que deben saber los políticos es que la mayoría de la población (7 de cada 10) no está de acuerdo con las campañas adelantadas. Los partidos y sus candidatos subestiman a la población cuando sarcásticamente dicen que no están haciendo campaña porque no piden directamente el voto. A los salvadoreños, según muestra la encuesta del IUDOP, ya no se les engaña fácilmente; la mayoría de ellos —y que lo sepan los que hacen propaganda con la Navidad— entiende como puro interés electoral las constantes declaraciones de buenos deseos de fin de año. Quizá por esta razón, al 70% de los ciudadanos les interesa muy poco o nada la adelantada campaña electoral. Más aún, 6 de cada 10 personas dijeron tener muy poca o ninguna confianza en el proceso electoral.
Ahora bien, en esta nueva contienda electoral hay una novedad a resaltar porque es positiva y representa un avance en el proceso democrático, aunque a algunas personas o instancias les cueste reconocerlo. Por primera vez en la historia electoral del país el gobierno central se ha desmarcado de la participación político-partidaria. Es decir, la lamentable costumbre de poner las estructuras del Estado y hasta la misma persona del Presidente en función de la campaña política se ha roto con el Gobierno actual. Ojalá y queden atrás los tiempos en que el Presidente de la República se quitaba la camisa de primer mandatario y se ponía la de su partido aduciendo con cinismo que lo hacía en horas no laborales. Como dijimos antes, la decisión de no participar y no permitir que los funcionarios participen en actos proselitistas representa un avance significativo que no debe pasar inadvertido. Esto, señores políticos de oficio, es muy bueno para el país y debería seguirse como norma en las futuras administraciones.
La segunda reflexión se refiere a la nueva forma de votación en las próximas elecciones. La encuesta del IUDOP confirma lo que la UCA ya advirtió en este y otros espacios: hay mucha confusión sobre cómo se votará. Aunque el 63% de los salvadoreños y salvadoreñas afirman saber que se votará por bandera y fotografía, el 83% dice que ha recibido muy poca o ninguna información sobre el procedimiento. En palabras claras y concisas, la gente no sabe cómo se votará. La Asamblea Legislativa acaba de establecer que estarán permitidas hasta ocho formas de ejercer el sufragio, lo que permite hacerse una idea sobre las dudas y problemas que tendrá la población a la hora de marcar la papeleta. Si no se hace algo serio, integral e intensivo para informar y orientar sobre todos los detalles de la votación, lo decimos una vez más, corremos el riesgo de que en marzo de 2012 se celebren las elecciones más cuestionadas y controversiales de la historia reciente de nuestro país.
Y el problema no radicaría solamente en tener unas elecciones polémicas, sino en que se le achaque la responsabilidad a la nueva forma de votar. De darse este escenario, es muy posible que se pida regresar al procedimiento anterior, es decir, a votar por los partidos y sus listas cerradas, lo que significaría un verdadero retroceso en la democratización de los eventos electorales. Hay que ser claros: la confusión generada en la gente no se debe a las reformas electorales, sino al manoseo que han hecho de ellas los partidos para no perder sus cuotas de poder. En este contexto, es fundamental que la sociedad civil se mantenga vigilante y exija una campaña informativa sobre las modalidades del voto por diputados. Si ello no sucede y persiste la confusión, la responsabilidad será de los partidos políticos, y a ellos habrá que pasarles la factura.