Actos antipatrióticos

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Editorial UCA
14/09/2012

En las celebraciones de septiembre, abundan los llamados encendidos a un mayor patriotismo, a un mayor y fervoroso amor a nuestra patria. Pero paralelamente a esa vehemencia nacionalista, la cotidianidad está llena de actitudes antipatrióticas a las que raramente se hace referencia. Los discursos propios de este mes en general son vagos, están llenos de conceptos abstractos; y poco o nada ayudan a cambiar las actitudes de los ciudadanos ante lo que llamamos patria. Y no lo hacen porque no aterrizan en aspectos concretos de nuestra vida y convivencia ni señalan lo que verdaderamente es antipatriótico en ellas, quizás por temor a ser políticamente incorrectos. Para avanzar hacia un verdadero patriotismo, más ayudaría señalar los casos concretos que socavan al país, aquellas actitudes y actos que se cometen a diario y que por alguna extraña razón no son reconocidos como antipatrióticos. Tomar conciencia de nuestras actitudes antipatrióticas es el primer paso para superarlas y construir una nación más humana.

Lo primero que debemos cambiar es el concepto de patria. Entenderla como un espacio físico unificado por un nombre y un sistema político, y al que sus ciudadanos se sienten vinculados por nacimiento y afectividad, es darle más importancia al territorio que a las personas mismas. Es por esta idea que para la Fuerza Armada defender la patria es, sobre todo, defender su territorio y luchar contra todo aquello que pueda poner en peligro su integridad. Para otros, defender la patria es defender el sistema político existente. Pero estas nociones olvidan que la patria la conforman las personas que en ella viven y que sin personas no hay patria. Por tanto, el patriotismo debe expresarse sobre todo en el cuidado y el bienestar de las personas que conforman una nación. Entender así la patria es consecuente con la prioridad que tiene la persona humana en la concepción cristiana de la vida. Y ello cambia la noción de lo que es patriótico. Y lo será todo lo que colabora para que un pueblo tenga vida y vida en abundancia; por el contrario, será antipatriótico todo aquel acto que atente contra la vida de un pueblo.

Vistas así las cosas, señalemos algunas acciones antipatrióticas que se cometen en El Salvador y de las que frecuentemente son responsables personas o grupos que alardean de patriotismo con desfachatez. En primer lugar, es antipatriótico destruir nuestro ecosistema, que es precisamente el que permite que haya vida. La destrucción ecológica y medioambiental en la Cordillera del Bálsamo y en las faldas del volcán de San Salvador, por citar apenas dos ejemplos, es un acto flagrante de antipatriotismo, pues con ello se está poniendo en riesgo la vida e hipotecando el futuro de una buena parte de la población. Lo es también la defensa de la minería a cielo abierto, que pondría en riesgo la vida de miles de campesinos y contaminaría las escasas fuentes agua que tiene el país.

Es antipatriótico que se permita que una gran mayoría de la población viva en condiciones indignas, en asentamientos urbanos precarios que no gozan de servicios básicos indispensables, como agua potable y alcantarillado. Antipatriótico es que los ciudadanos no cumplan las leyes y que las autoridades no las hagan cumplir ni impongan sanciones a quienes las transgreden. Tampoco es patriótico evadir el pago de impuestos o hacerlo a destiempo, así como cometer fraude, sea a un ciudadano o al Estado. Antipatriótica es la idea, tan generalizada, de que hay que tratar de ordeñar al Estado lo más que se pueda, y que el que no lo hace es porque le falta viveza. Quizás esto es lo que piensan los transportistas que, mientras reciben un jugoso subsidio estatal, mantienen las unidades en condiciones inadecuadas para el transporte de pasajeros y tratan a los usuarios como si ganado fueran. También la corrupción es un acto claro de antipatriotismo. Está estudiado y comprobado que la corrupción es uno de los males más graves en nuestra sociedad y que existe una estrecha relación entre corrupción y pobreza. Cuanta más corrupción, hay más pobreza; y viceversa.

Son los anteriores solo algunos ejemplos de una larga lista de actos antipatrióticos que se cometen a diario en nuestro país. En este mes de la patria, reflexionemos sobre las acciones y actitudes antipatrióticas que más comúnmente practicamos. Poner atención a eso para abandonarlas nos hará más coherentes con el amor que decimos sentir por el país; amor que solo será auténtico cuando pase por una verdadera preocupación por nuestro pueblo.

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