Ahora no habrá excusa

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Editorial UCA
24/04/2015

Por primera vez en 18 años, desde que el recordado Héctor Silva ganara la elección municipal en 1997, San Salvador será gobernada por el mismo partido que comanda el Ejecutivo. Esta nueva correlación de fuerzas entre los gobiernos capitalino y nacional abre grandes oportunidades que hay que aprovechar, pero también grandes desafíos a enfrentar. Sin duda, antes y ahora, la falta de coordinación de esfuerzos entre la alcaldía de San Salvador y el Gobierno, por escatimar dividendos políticos, ha sido causa de que muchos problemas de la capital no se enfrenten de manera adecuada. Por ejemplo, para la alcaldía de San Salvador era imposible lograr un proyecto como el Sitramss sin el concurso del Ejecutivo, como efectivamente quedó demostrado. Pero también algunos de los contratiempos del inconcluso Sistema a lo mejor se hubieran allanado con la participación decidida de la comuna capitalina.

Aunque la relación entre la alcaldía y el Ejecutivo debería ser siempre de colaboración, independientemente de los colores políticos, la afinidad de hoy debería evitar las contradicciones que dejan como gran perdedor al país y, en particular, a la ciudadanía de San Salvador y los miles de trabajadores y comerciantes que llegan a diario desde todos los rincones del territorio. Por el bien de la capital y de los que basan sus dinámicas diarias en la ciudad, se espera que ahora se facilite la coordinación entre ambos actores y se aborden con efectividad temas estratégicos, como el ordenamiento del transporte público, las ventas callejeras, la seguridad y el siempre urgente e irresuelto manejo de la basura.

En los próximos tres años, la alcaldía y Gobierno deberían coincidir en sus apuestas para solucionar estos problemas y ninguno debería mostrar interés en proteger o conciliar con las mafias que dominan esos sectores y que se ponen al servicio de intereses políticos. Como fruto de esa colaboración y entendimiento, se esperaría que finalmente se desarrollen proyectos tantas veces anunciados como el centro cultural recreativo de San Jacinto. También que se incluya a las municipalidades en la toma de decisiones sobre cuestiones críticas como la gestión del agua o el transporte público. Y, finalmente, que por fin se implemente y se cumpla lo que la Ley de Desarrollo y Ordenamiento Territorial del Área Metropolitana de San Salvador dice en términos de crear un Consejo de Desarrollo Metropolitano, en el que sesionen y coordinen los ministros y alcaldes del área metropolitana, y que la ley establece que debe ser presidido por el alcalde de la capital. En suma, tanto el gobierno central como el capitalino deberán demostrar que su afinidad partidaria se traduce en beneficios para el desarrollo metropolitano y de zonas aledañas.

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