Bajo el signo de monseñor Romero

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Editorial UCA
25/05/2016

El lunes pasado se celebró en Catedral el primer aniversario de la beatificación de monseñor Romero. Estuvieron presentes varios obispos de la Conferencia Episcopal, numerosos sacerdotes; hubo lleno total. Los cantos, la predicación y el ambiente mostraron que se celebraba, más que un simple aniversario, una nueva vitalidad de la Iglesia, en buena parte desde el espíritu y la fuerza de este mártir salvadoreño que ha logrado imponerse como figura mundial con su ejemplo de amor al pueblo pobre y excluido. El hecho de que el 24 de marzo sea desde hace algunos años el Día Internacional para el Derecho a la Verdad en relación con las Violaciones Graves de los Derechos Humanos y para la Dignidad de las Víctimas, inspirado en los valores de Romero, no deja ninguna duda al respecto.

La figura de Monseñor se agranda en El Salvador. Las fiestas en las comunidades lo tienen cada día más presente. Las menciones en los periódicos, incluso en los que antes lo silenciaban o lo atacaban, marcan también un nuevo escenario. Incluso la voluntad de incidencia social de la Iglesia ha crecido. El 24 de marzo de este año se publicó una carta pastoral del arzobispado de San Salvador titulada “Veo en la ciudad violencia y discordia”. Hacía muchos años que no se publicaba una pastoral tan exigente en el análisis, tan honda en la reflexión bíblica y teológica, y tan estimulante para la reflexión y el enfrentamiento con una realidad, la de la violencia, dolorosa cuando no extenuante para nuestra población. La exclusión, la idolatría del dinero, la impunidad y el individualismo, entre otros factores, están señalados como los males a vencer para poder superar los altos índices de violencia que nos afligen.

En la homilía de este lunes, nuestro arzobispo, a propósito de monseñor Romero y su beatificación, nos recordó una vez más el compromiso de la Iglesia con los pobres en medio de la violencia y la injusticia social. E incluso advirtió de lo violentas que pueden ser algunas de las normas o dimensiones estructurales con las que estamos acostumbrados a convivir. Monseñor Escobar no manifestó ninguna duda a la hora de decir que un salario inferior a 300 dólares mensuales es sustancialmente injusto. Y mientras condenaba la mísera tabla salarial vigente, solicitaba un acuerdo nacional en torno a una reforma del sistema de impuestos, a fin de reducir radicalmente la evasión y la elusión fiscal. En este contexto, se opuso a una subida del IVA, denunciando que son los más débiles los que lo sufren e incluso los que, proporcionalmente a sus ingresos, más lo pagan. Pidió que en el acuerdo sobre reforma fiscal, en consonancia con la doctrina social de la Iglesia, sean los que más tienen quienes más aporten.

Es indudable que el recuerdo de monseñor Romero continúa dando frutos. Tanto a la hora de la profecía evangélica, que defiende siempre los derechos de los débiles, como a la hora del reconocimiento de lo que es camino de hondo servicio a los demás. Se están recogiendo datos sobre la enorme cantidad de personas que a lo largo de los últimos cuarenta años dieron su vida y derramaron su sangre en el marco de un servicio claramente cristiano y martirial. Monseñor Escobar mencionó en su homilía los nombres de unas mil personas asesinadas en esas circunstancias martiriales, por ser fieles al Evangelio.

Como primicia de esa larga lista de mártires, va avanzado el proceso diocesano de beatificación del P. Rutilio Grande y sus dos colaboradores laicos, Nelson y Manuel, ametrallados por la Guardia Nacional en 1977. La beatificación de monseñor Romero, como reconocimiento eclesial de la legitimidad que tiene el pueblo de Dios cuando ve rasgos claros de santidad en una persona, ha dado nuevo impulso a lo que ya venía creciendo en el recuerdo y la memoria de este hombre santo. Hablamos, pues, del compromiso con el Evangelio, tan vivido por monseñor Romero que nos impulsa a amar al prójimo y a defender su vida en todos los aspectos y dimensiones de la misma. Y hablamos también de la fuerza del Espíritu en una Iglesia viva, capaz de incidir desde la palabra, el ejemplo e incluso el martirio en la construcción de la paz con justicia en El Salvador.

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Anónimo
26/05/2016
04:50 am
No importa todo lo que se pueda decir sobre el tema de la violencia, salarios u otros temas si en el corazon de las salvadoreños no habita el espiritu santa de Dios; el cual, solo los hijos legitimos de Dios lo pueden poseer.
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Anónimo
25/05/2016
11:11 am
quiero tambien que presenten al mons.Romero sacerdote,he escuchado hasta hoy al profeta y eso es importantisimo pero poco se habla del sacerdote
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