Buenas noticias

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Nuestro país vive tiempos difíciles. Nos atenazan una crisis económica galopante y una situación de inseguridad que hace que no nos sintamos seguros ni en la propia casa. Debido a la destrucción de nuestro medio ambiente, somos el segundo país más desforestado de América Latina, la nación más vulnerable del mundo y estamos al borde de un estrés hídrico que, de darse, tendría consecuencias terribles para la vida de todos y todas. Y como cierre del círculo, nuestros gobernantes no dan visos de poder resolver estos graves problemas y la autodenominada clase política no tiene ojos para otra cosa que sus conveniencias partidarias-electoreras. Hacia donde miremos la realidad nos recibe con imágenes de gran crudeza.

Por eso estamos necesitados de buenas noticias. Precisamos con urgencia encontrar razones que nos hagan sentir que se puede aspirar y luchar por algo mejor. En este ejercicio de búsqueda de esperanza, en lo primero que reparamos es en la gente más sencilla. En las señoras del mercado que venden todos los días mangos, tortillas, elotes; en el campesino que siembra la milpa y el frijolar; en la obrera que religiosamente asiste con puntualidad a la maquila... la gente, nuestra gente, que sabe perfectamente que el trabajo de cada día asegura el pan en la mesa para sus hijos, y que pesar de las dificultades, sigue apostando por hacer el bien, por ganarse la vida honradamente. Esta gente, la que se levanta antes de salir el sol para ir a sus labores y regresa en la orilla de la noche a sus hogares con lo justo para sobrevivir un día más, es la que mantiene viva la esperanza y nos contagia de ánimos. En un mundo que nos abruma con la falaz publicidad de una vida fácil, en el que los corruptos viven mejor, en el que es principio rector el "tanto tienes, tanto vales", estas personas humildes encarnan la santa terquedad de hacer el bien y salir adelante cada día.

De estos valores y personas necesita el mundo y El Salvador hoy en día. Gente como la vendedora, el agricultor o la obrera, que en medio de las máximas dificultades transmite vida. Gente como Facundo Cabral, quien se pasó la existencia cantando sobre la alegría y el sentido de la vida. Gente como los raros funcionarios que se empeñan en servir a los ciudadanos y en ser honestos en medio de la selva de ineficacia y corrupción. Personas que luchan contra todas las adversidades y nos demuestran que se puede obrar desde los ideales de justicia y equidad, a pesar de que les pongan trabas, candados y hasta decretos para detener su trabajo.

Cuando miramos a este tipo de personas, el ceño deja de fruncirse, nos llenamos de esperanza y alegría. Porque los que hacen el mal, los que tuercen las leyes, los que viven a costa de la buena voluntad de los otros son minoría. Ciertamente, algunos de esos pocos tienen el poder de decidir por todos, pero la mayoría de las personas son gente de bien, honradas, que apuestan siempre a vivir de su trabajo y para los demás. Por ellos y ellas, y gracias a su testimonio de vida buena, es que debemos seguir trabajando y luchando. En realidad, tenemos millones de buenas noticias todos los días en el país. Basta volver la vista hacia nuestros prójimos para darnos cuenta de que hay que seguir luchando por tener un mejor país, más inclusivo, en el que todos (generaciones actuales y futuras) tengamos garantizada una vida digna.

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Anónimo
14/07/2011
20:07 pm
Particularmente el articulo enfoca a el salvador.pero a nivel mundial, vivimos con las mismas aberrantes.lo siento en este dinosaurio de norte america. A eso que no hay variantes. Los poderes se mueven con los mismos objetivos. Unos pobres y otros ricos.
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Anónimo
13/07/2011
08:14 am
gracias por estas palabras de inspiración y esperanza que llenan de valentía al saber que se puede luchar por algo mejor, y que eso se construye desde ahora, desde que nos proponemos por ser buenos estudiantes para llegar a ser buenos profesionales, desde que decidimos ser auténticos y no imitamos lo imitado
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Anónimo
11/07/2011
18:44 pm
Gracias por estas palabras, en verdad ponen en perspectiva el sentido de la vida y como dijo alguna vez el escritor Ernesto Sábato, es la esperanza la que mantiene al hombre. Son estos seres trabajadores y humildes, que viven de su trabajo honrado los que dignifican la vida.
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