Cambio de estrategia

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Editorial UCA
09/08/2017

Son cientos los jóvenes que se ven forzados a integrarse a las pandillas para obtener los beneficios que ello les ofrece o para salvar la vida. Los escritos de unos estudiantes a raíz de una tarea asignada por su maestra han permitido conocer de primera mano esa situación. Los textos revelan, de manera directa y sencilla, dinámicas que otros estudios ya han señalado, y a los que las autoridades siguen sin dar mucho crédito. Los jóvenes que viven en comunidades mal llamadas marginales se enfrentan a diario con la presencia de pandilleros y policías. El maltrato policial hacía estos jóvenes es común, ya sea porque sospechan de su pertenencia a las pandillas o porque quieren sacarles información de quiénes son los pandilleros en la comunidad. Así, la vida de estos jóvenes se ha convertido en un verdadero calvario.

Por un lado, son asediados por los pandilleros que controlan su localidad para que colaboren con ellos o se integren al grupo, y también acosados y amenazados por la pandilla rival en los barrios vecinos. Esto provoca que no puedan moverse libremente, que deban medir sus pasos en función de quiénes controlan los territorios a su alrededor. El otro serio problema que enfrentan es la exclusión del mundo laboral: ciertas empresas los rechazan automáticamente por vivir en una zona definida como problemática. Y por si fuera poco, cuando un joven se atreve a denunciar el acoso pandilleril del que es objeto, no puede tener la certeza de que la queja no será utilizada en contra suya, pues hay agentes de la Policía que tienen contacto con las pandillas y les pasan información sobre los denunciantes. No se corre mejor suerte cuando la denuncia va contra la misma PNC: pocas cosas más peligrosas en un barrio caliente que granjearse la enemistad de un agente.

Ante esta situación, es necesario cambiar de estrategia. En primer lugar, se requiere de una adecuada comprensión del fenómeno, conocer a fondo las causas que llevan a los jóvenes a integrarse a las pandillas. Si bien es cierto que muchos lo hacen por voluntad propia, porque encuentran en el grupo un apoyo que responde a sus aspiraciones, muchos otros no tienen otra alternativa, pues la pandilla es la única opción para sobrevivir en territorio hostil. Además, muchos ingresan a las pandillas casi sin darse cuenta; inician colaborando con pequeñas tareas a muy corta edad, como llevar y traer mensajes, recabar información, vigilar alguna zona, etc., hasta que no les queda de otra que enrolarse formalmente a través de la paliza reglamentaria. Y una vez entran en la pandilla, la salida es difícil, sino imposible. Si además se vive el acoso policial, el paso de mero colaborador a verdadero pandillero se facilita aún más.

La estrategia de represión produce efectos contrarios a los que pretende: en lugar de alejar a los jóvenes de las pandillas, los empuja a ellas. Por el contrario, un plan que les ofreciera el acompañamiento y el apoyo requeridos para resistir a la presión de las pandillas tendría más posibilidades de éxito. La mejor manera de controlar este fenómeno, ya completamente desbordado, es lograr que las pandillas no sean una alternativa para la juventud. Pero para ello la sociedad debe ofrecer una amplia variedad de alternativas de realización personal y social. Es decir, ofrecer empleos, oportunidades de continuar los estudios, espacios de encuentro y sana recreación, apoyo para resolver los problemas familiares y personales, protección ante el asedio pandilleril, oportunidades de rehabilitación personal.

Si después de tantos años de políticas de mano dura y de medidas extraordinarias de diferente tipo los logros han sido escasos, incluso contrarios a los esperados (aunque haya disminuido el número de homicidios, no se ha logrado llevar paz y tranquilidad a las comunidades ni se ha reducido el control territorial de las pandillas), es necio seguir haciendo lo mismo y esperar que los resultados sean diferentes. Sin un verdadero cambio de estrategia, una que ponga en el centro el apoyo a los niños y adolescentes en situación de riesgo, y a sus familias, la situación no cambiará; oleadas de jóvenes seguirán sumándose a las pandillas, reproduciendo la violencia y la criminalidad que tanto aflige a nuestro país.

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Anónimo
14/08/2017
07:46 am
Si la investigación del delito fuera estratégica con pruebas científicas altamente eficaces y la justicia prevaleciera sería otro contexto; pero lo que sucede es lo contrario, acusan a personas haciendo tamales, torturando a jóvenes para sacar \"Verdades\", ser jóven es sinónimo de delincuente en un suburbio, cipotes mal comidos, que a penas tienen para vestirse siendo víctimas de la violencia y siendo revictimizados por las autoridades. Me pregunto: Cuántas personas se tienen en las cárceles injustamente?Ineficacia=Impunidad=Injusticia=más violencia y delincuencia=Temor
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Anónimo
12/08/2017
13:01 pm
Alguien comenta este artículo pidiendo estudios sobre la veracidad de lo expresado, así como el común de la gente que no reflexiona a fondo sobre la problemática apuntada y le da otras explicaciones acorde con intereses creados, dudando de los verdaderos orígenes del problema. Nadie de mediana cultura puede dudar que los jóvenes de nuestras colonias se encuentran entre la espada y la pared, acosados por las autoridades por un lado y por las pandillas por el otro. Este problema es solo un motivo de le incorporación de los jóvenes a las pandillas, pasando también por la desintegración familiar, que aparta a los jóvenes y los deja a merced de estos grupos. Como docente pude comprobar que ningún alumno de los 45 de un aula de un colegio de la zona metropolitana de San Salvador, era integrante de los grupos irregulares, ya que todos eran miembros de familias integradas, en las que sus padres atendían con esfuerzos sus necesidades más sentidas.
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Anónimo
09/08/2017
12:56 pm
¿Cuál es el nombre del estudio de maestría mencionado? Se agradecería si lo citan adecuadamente para reconocer crédito a los autores y para buscar el documento como referencia.
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Anónimo
09/08/2017
12:23 pm
Estoy enteramente deacuerdo, en lo que las decisiones no han sido las acertadas por la incorrecta e incompleta comprensión del fenómeno, asumimos causas, en lugar de cuestionarnos y considerar factores que no queremos creer que son causas de este, asi el dilema justo por pecadores no seria el pan de cada dia. Pero, como lo indican los estudios, para que esto mejore, debemos aportar todos, no quedarno como los habladores o ambiciosos, que ya son demasiados en algunas instituciones publicas, empresas privadas, ong, etc. el aporte mas impactante a mi parecer deberia ser, justicia para las victimas y socorrer a los que estan expuestos a ser esclavos de ese desorientado pensamiento; tambien recalco, darles apoyo psicologico y economico a las familias de los agentes caidos, especilamente al conyugue e hijos de estos que quedan entre la espada y la pared y sin nadie por ellos, pues la institucion para tal accion no tiene ninguna capacidad para hacerlo, esto es injusto, pero real en ES.
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