Crisis, problemas y soluciones

La semana que acaba de pasar nos ofreció algunas noticias preocupantes. Se han perdido 3 mil empleos en la maquila; seguimos con graves problemas en el campo de la seguridad de las personas, saldando algunos días con más de 10 homicidios; y la Corporación del Milenio, que observa una serie de aspectos que condicionan el otorgamiento de ayuda, nos dice que estamos empeorando en algunos de ellos, en cuenta en lo que se llama Estado de derecho. 

En medio de la crisis, que empieza a notarse más cada día, la pérdida de empleos es una pésima noticia. La construcción también ha detenido algunos proyectos ambiciosos por problemas de crédito y algunas empresas relativamente grandes han rebajado su planilla últimamente. Un país de trabajadores como el nuestro tiene su futuro precisamente en la capacidad de ofrecer mano de obra productiva, que sea remunerada con un salario decente. En un momento en que la inversión baja porque el crédito se contrae, el Estado debe animar la inversión e incluso aumentarla en sectores que requieran de mano de obra abundante. El puerto de la Unión, terminado antes de que la infraestructura circundante esté adecuadamente preparada para los flujos de mercancía que podría mover, es al mismo tiempo un desafío y una oportunidad para crear puestos de trabajo. Invertir en infraestructura en la ciudad y alrededor del puerto, en mejor comunicación con Honduras, en salud y zonas habitacionales que puedan recibir a quienes ofrezcan su fuerza de trabajo, es una doble necesidad. Necesidad porque un puerto terminado sin infraestructura en el entorno no es rentable. Y doble necesidad porque hoy es urgente, dada la crisis, ofrecer trabajo a los salvadoreños. 

Entre las debilidades del Estado de derecho, la Corporación del Milenio insiste en que tenemos un problema de fiscalidad. Este es un problema viejo y que con frecuencia nos ocupa en nuestros comentarios. Pero ahora se trata de que precisamente los que nos ayudan nos están diciendo que nosotros mismos debemos crecer en nuestra capacidad de autoayudarnos. Una reforma fiscal, un pacto al respecto, es indispensable a largo plazo para el desarrollo de El Salvador. Se han dado algunos pasos, pero son insuficientes para la inversión que queda por hacer en salud, educación, vivienda, seguridad, pensiones compensatorias. Así como se han formado comisiones para tratar de aportar en los diversos campos de crisis nacionales, es indispensable abrir un diálogo nacional sobre un pacto fiscal que aumente los recursos del Estado de un modo sustancial. 

Nuestro país cuenta con niveles de exclusión económica y social que en grados diversos alcanzan hasta al 70% de la población, cuando menos. Enfrentar ese problema con políticas de desarrollo y de inversión social es imprescindible si queremos a mediano plazo ir solucionando tanto los problemas típicos de nuestro país como el agravamiento de los mismos, producido por la crisis internacional. La empresa privada, el Estado con la sociedad política, y la sociedad civil son los tres grandes actores que pueden generar inclusión y calidad social. Reunirlos en torno al tema del pacto fiscal es labor del Gobierno. Insistir en que ese pacto relance el desarrollo de El Salvador, un deber de la ciudadanía.