De espaldas a la población

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Editorial UCA
14/02/2018

En una campaña electoral, lo más importante deberían ser las propuestas de los candidatos, que la ciudadanía conozca las agendas o programas que se comprometen a llevar a cabo en el caso de que resulten elegidos para ocupar un curul en la Asamblea Legislativa o gobernar un municipio. Pero la realidad es otra. Aunque todos los partidos afirman tener programas de gobierno o agendas legislativas, estos no son de conocimiento público ni ocupan el centro de la campaña electoral. Más bien, las propuestas parecen ser lo que menos importa; por un lado, porque no constituyen un verdadero programa político y, por otro, porque los salvadoreños ya están cansados de promesas, no cree en ellas.

La tradición de formular todo tipo de ofertas con tal de ganar las elecciones, aunque después no se cumpla con ninguna, ha hecho mella en la población. Así lo afirma el 60% que dice estar cada vez menos interesado en la política y que considera que las promesas de campaña no tendrán mayor relación con el trabajo real de la alcaldía municipal y la Asamblea Legislativa. Es lógico, entonces, que el contenido de la campaña se haya vuelto irrelevante.

A ello también ha contribuido el mercadeo político, que considera que lo más importante, lo que vende, lo que atrae a los votantes, son los eslóganes. “Hacemos más por la gente”, “Podemos ser más”, “San Salvador es tuyo”, “Por un El Salvador libre de violencia” son algunos de los eslóganes con más presencia en la propaganda electoral actual. Frases que suenan bien y que son fáciles de aprender, pero que no dicen nada o casi nada de lo que se pretende hacer desde la Asamblea Legislativa o la municipalidad para resolver los problemas reales con los que la gente se encuentra a diario.

Además, el voto por rostro ha dado un giro de 180 grados a las campañas electorales, pues ha contribuido a que estas se centren más en los candidatos; ha vaciado de contenido la propaganda para llenarla de caras. Cuando el voto era exclusivamente por la bandera del partido político en contienda, la propuesta legislativa tenía mucho más peso y valor, ya que marcaba la diferencia entre decidirse por un partido u otro. Hoy, la agenda legislativa queda en un segundo plano y toman un lugar privilegiado los candidatos, que deben hacer su propia campaña para obtener el mayor número de marcas posibles. Y en esa tarea, todo vale, como lo demuestran los burdos retoques de imagen a los que han recurrido algunos de ellos, que resultan irreconocibles, rejuvenecidos digitalmente o transformados por maquillistas y asesores de moda. Muy pocos se preocupan por mostrar su hoja de vida o los valores que los rigen.

Este tipo de campaña electoral, en la que se pretende ganar el voto ciudadano mediante eslóganes vacíos y rostros supuestamente simpáticos y agraciados, sin poner sobre la mesa, con la relevancia que merece, un programa de trabajo, es un elemento más en contra de la democracia. En lugar de ayudar a ganar adeptos, lo que logra es alejar cada vez más a la población pensante. Es claro: la mayoría de la gente está desencantada, se siente cada vez menos representada por los políticos, tal como muestra la más reciente encuesta del Iudop. El 61.8% de la población afirma que la alcaldía y el concejo municipal de su localidad representan poco o nada sus intereses ciudadanos. Peor aún, el 78% piensa lo mismo de los partidos políticos. Pero ya sabemos que estos solo creen en las encuestas propias o en aquellas cuyos resultados les representan algún beneficio.

¿Hasta cuándo seguirán así las cosas? ¿Hasta cuándo los partidos políticos y los candidatos insistirán en tratar a la población como menores de edad? ¿Cuándo se darán cuenta de que la población desea debates serios sobre propuestas creíbles? ¿Qué día tendremos campañas electorales de altura en las que se presenten programas que apunten a resolver los graves problemas del país? ¿Será que los actores políticos están a la espera de un récord histórico de abstencionismo para decidirse a cambiar y escuchar genuinamente a la población?

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Anónimo
18/02/2018
08:31 am
La fuerza del cambio de personas líderes provocará el desarrollo reduciendo la pobreza, estas ideas saldrán para contrarrestar la riqueza en pocas manos a través de procesos de cambio que busquen: cambiar todo lo que debe ser cambiado de acuerdo a la realidad histórica; con igualdad y libertad plenas; tratando a los demás como seres humanos; emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. El cambio es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para El Salvador y para el mundo.
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Anónimo
16/02/2018
17:43 pm
Estas campañas son una decepción. Y los medios mercantilistas ayudan a la confusión, promueven la polémica. Hay uno que otro candidato que tiene buenas propuestas, pero no tienen espacio para darse a conocer.
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Anónimo
15/02/2018
14:25 pm
Es una situación que causa decepción, es lamentable para quienes tenemos hijos que guardan la ilusión de progresar, que como familia nos hemos esforzado para darles estudio y hacer de ellos profesionales, que luchan por salir adelante en este país que les vio nacer. No se vislumbra un líder político con propuestas justas, honestas, sabias que hagan que los salvadoreños creamos que saldremos adelante, con nuevas esperanzas de desarrollo, paz y justicia.
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