Derechos humanos, tema clave

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Editorial UCA
26/02/2018

Mientras no aceptemos que en El Salvador hay una crisis de derechos humanos, no saldremos de la dinámica de violencia, corrupción e injusticia que padecemos. Se dice que hay problemas, pero no se admite que la situación es grave. Los homicidios preocupan porque son demasiado visibles, y la extorsión porque produce un severo daño tanto a la seguridad de la gente como a la economía del país. El abuso contra la mujer nos parece inadmisible, pero nos resistimos a iniciar un auténtico proceso de rechazo frontal al machismo. No nos decidimos a actuar en la dirección correcta, a pesar de que teóricamente la conocemos. Se quiere vencer a la criminalidad con la fuerza bruta, sin atender las injusticias estructurales que generan la espiral de violencia. Antes de la violencia delincuencial están las injusticias educativas, en la salud, el trabajo, el salario y las pensiones, y el mal funcionamiento del sistema de justicia. Es importante ver la realidad de otra manera.

En enero pasado murieron en accidentes de tránsito más de cien personas. Al respecto, se suele insistir en la responsabilidad individual, en que hay mucho conductor irresponsable. Sin embargo, no se exigen controles de velocidad, protección para los peatones, vigilancia sistemática del cumplimiento de las leyes o privación de la licencia de manejar para los infractores reincidentes. Aunque tengamos normas —por insuficientes o débiles que sean—, no exigimos su respeto. Nos parece natural que mueran tantos en accidentes de tránsito, sin reparar en que una política seria de control del flujo vehicular reduciría la tasa de mortalidad a menos de la mitad de la actual. Y esto que sucede con el tránsito pasa en otras dimensiones de nuestra vida social.

Está demostrado que a más educación, menos violencia. Pero no invertimos lo necesario en la educación. Solamente un escaso 40% de nuestros jóvenes alcanzan el bachillerato, el nivel educativo considerado hoy en día indispensable para alcanzar el desarrollo e impulsar las propias capacidades. Repetimos las ideas, las discutimos en hoteles de lujo, decimos que creemos en lo que decimos, pero no damos pasos consecuentes. Al igual que con los problemas de tránsito, se deja que las cosas sigan como siempre, con pequeños arreglos, sin querer entender que la exclusión en el campo educativo produce violencia.

Responder a la violencia y la delincuencia con medidas estatales violentas puede mejorar las cosas aparente y momentáneamente. Pero al cabo de cierto tiempo, la violencia reaparece. Este enero ha sido especialmente violento, más que en otros años. Y no faltan quienes siguen afirmando que las medidas extraordinarias en las cárceles arreglarán la situación. Mejor serían medidas ordinarias respetuosas de los derechos humanos en sustitución del afán cavernario de someter a los presos al hambre y la enfermedad. Al respecto, vale recordar las palabras con las que el autor del Libro del Eclesiástico se burlaba de quienes pretenden vencer el mal con la violencia. Traducido a nuestro lenguaje, decía algo así: “Como la pasión inútil por violar a una joven que tiene un castrado impotente, así es el que quiere lograr la justicia por medio de la violencia”.

Los derechos humanos no son una defensa de los malos, como repiten con frecuencia quienes aman la violencia, la corrupción encubierta y la fuerza bruta. Los derechos humanos son garantía del respeto a la igual dignidad de la persona, y en ese sentido la base de una sociedad donde los problemas y conflictos se resuelven por la vía del diálogo, no de la confrontación. Y son, sobre todo, camino de solución de esa violencia que se ha construido desde el maltrato y la injusticia. Cuando se establece la garantía del respeto a la persona, cuando se respetan los derechos de los pobres, cuando se escucha, protege y responde judicialmente a las víctimas, la violencia disminuye. Mejorar sustancialmente en el respeto a los derechos humanos conduce siempre hacia sociedades más armónicas y cohesionadas.

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Anónimo
26/02/2018
19:40 pm
como machistas debemos abandonar practicas contra la mujer,todos los hombre venimos de una mujer nuestra madre, una esposa, hermanas hijas nietas, Debemos respetar a las mujeres.Eduquemonos para la PAZ
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