Deuda fundamental

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Hace exactamente 20 años se firmó la paz en El Salvador. Mucho se ha dicho y se ha escrito sobre ello, pero no queremos dejar pasar esta fecha tan trascendental para todo el pueblo salvadoreño sin puntualizar un par de cosas. En las muchas valoraciones vertidas sobre los Acuerdos de Paz, hay dos grandes consensos. Primero, que los Acuerdos fueron la respuesta a un clamor generalizado del pueblo salvadoreño y, segundo, que su mayor y más significativo logro fue terminar con la guerra de una manera ejemplar.

Fuera de estos consensos, las valoraciones sobre los alcances y limitantes de los Acuerdos se distancian y algunas hasta se contraponen. Por ejemplo, hay personas, sobre todo de las partes firmantes de la paz, que dicen que todo lo pactado se cumplió, mientras que otros sostienen que los Acuerdos no se cumplieron porque el país no ha cambiado casi en nada. Algunos firmantes declaran que el propósito casi único de los Acuerdos era poner fin a la guerra propiciando la incorporación legal de la guerrilla a la vida civil y política, y darle un nuevo rol a la Fuerza Armada, y que eso se cumplió a cabalidad; frente a otros que argumentan que los Acuerdos pretendían mucho más que eso y que no se pasó del papel. Finalmente, hay opiniones que sostienen que todos los males que padece la sociedad salvadoreña en la actualidad tienen que ver con el incumplimiento de los Acuerdos de Paz, frente a otros que dicen que los de hoy son problemas distintos y no tienen nada que ver con lo que se estableció hace 20 años.

En medio de todas estas opiniones está el grueso del pueblo salvadoreño, para el cual, pese a que no conoció los pormenores de los Acuerdos y por tanto no puede valorar sus alcances, el 16 de enero de 1992 fue un día extraordinario porque significó el fin de la guerra. Por otra parte, las valoraciones contrapuestas sobre los Acuerdos no hacen más que reflejar que 20 años después de la firma de la paz el país sigue polarizado. Pero la realidad no se pinta en blanco y negro, como suelen hacer quienes defienden uno de los polos; más bien es de color gris y de muchas tonalidades.

Una valoración sosegada sobre los resultados de los Acuerdos de Paz nos obliga a decir que ciertamente se cumplió con gran exactitud el fin de la guerra y lo que ello involucraba para las dos partes en conflicto. Hay que reconocer también los avances en la vida democrática que supuso la creación de nuevas instituciones, como la Policía Nacional Civil, la Academia Nacional de Seguridad Pública, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos y la Dirección de Protección al Consumidor. Pero no se hace honor a la verdad al decir que todos lo pactado se cumplió. Los Acuerdos de Paz se trazaron 4 grandes objetivos. El primero, el fin de la guerra y las medidas concernientes al FMLN y la Fuerza Armada, se cumplió casi por completo. En el segundo y el tercero, democratización y respeto irrestricto a los derechos humanos, respectivamente, hay avances significativos, pero estamos lejos de poder afirmar que vivimos en un país plenamente democrático y respetuoso de los derechos humanos.

La gran deuda tiene que ver con el cuarto objetivo, que es el que prácticamente no se ha atendido: la reunificación de la sociedad salvadoreña. Los Acuerdos consideraron una labor fundamental trabajar por la reconciliación nacional como condición para consolidar la paz. Sin embargo, algunos de los firmantes, especialmente el Gobierno de la época, asumieron equivocadamente que el cese de la guerra ya equivalía a reunificación de la sociedad. Y el golpe de gracia a la necesaria reconciliación vino con una ley de amnistía que, como todo mundo sabe hoy, fue ilegal, ilegítima y representó una bofetada a las víctimas de la guerra y sus familiares. El Gobierno de Cristiani quiso decretar perdón y olvido con la amnistía, y también se equivocó. Las heridas no cerraron. Dos décadas después, buena parte de las víctimas siguen clamando por conocer la verdad. La amnistía le dio carta de ciudadanía a la impunidad de los criminales de guerra y eso, la impunidad, sí tiene que ver directamente con la situación de violencia que hoy padecemos los salvadoreños. Como también se puede afirmar que el incumplimiento de los aspectos económicos y sociales de los Acuerdos tiene que ver con la crisis actual. Los Acuerdos no se plantearon transformar el modelo económico, pero sí esbozaron algunas medidas que apuntaban a mejorar las condiciones de vida de la población. Una de esas medidas fue la creación del Consejo Económico y Social, que murió poco después de nacer por la incapacidad absoluta y, sobre todo, la falta de voluntad de darle seguimiento. El Consejo murió por desatención sin producir ningún resultado.

Haciendo un breve balance del cumplimiento de los Acuerdos de Paz podemos concluir lo siguiente. En general, dos grandes razones dieron origen a la guerra civil. La primera, una dinámica político-ideológica que imposibilitó toda disidencia política vía dictadura militar. La segunda, una causa más de orden económico-social: la extrema acumulación de la riqueza en pocas manos obligaba a las grandes mayorías a arañarle la vida a la existencia. Los Acuerdos tocaron de frente la primera causa, la política, pero dejaron prácticamente intacta la segunda, la causa económico-social. Hoy las libertades políticas están prácticamente garantizadas, pero la riqueza sigue estando muy concentrada y ha aumentado la desigualdad. En el fondo de esta situación está que los Acuerdos de Paz no tuvieron como centro al pueblo salvadoreño y sus necesidades, sino a las de las dos partes en conflicto.

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Anónimo
16/01/2012
14:06 pm
Albert Einstein dijo: la locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes. Si retomamos esta definición y la combinamos con el título del informe de la Comisión de la Verdad, que fue "De la Locura a la Esperanza", quizá podemos concluir que aún no hemos superado la Locura, y que todavía falta que construyamos la Esperanza.
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Anónimo
16/01/2012
13:16 pm
Hace 20 años se firmaron unos acuerdos políticos para dar fin al conflicto armado "Acuerdos de Paz" y para sentar las bases mínimas de un sistema democrático y respetuoso de los derechos humanos de las personas... y era lógico que solo comprendiese eso en ese momento. La paz no se consigue por decreto o acuerdos políticos, es una práctica diaria de todos de: tolerancia, entendimiento y convivencia, de ahí que todos y todas tenemos una gran responsabilidad de tener una democracia partidaria que solo persigue sus intereses, una guerra social intensa que se aborda de manera simple y una injusticia galopante. Hasta cuando se comprenderá que no se pueden tener resultados diferentes si se hace siempre lo mismo !!!! (Reflexión del día)
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