Día Universal del Niño

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Editorial UCA
20/11/2017

Desde 1959, cada 20 de noviembre se celebra el Día Universal del Niño para recordar su derecho a salud, educación y protección. La Convención sobre los Derechos del Niño, cuya redacción final es 30 años posterior a la Declaración de los Derechos del Niño, es el tratado internacional más ratificado de la historia de la humanidad. Sin embargo, la situación de la infancia es todavía problemática y difícil en muchos lugares. Los niños son vulnerables por su indefensión y su dependencia de los adultos, y se ven especial y gravemente afectados por las guerras, las migraciones, la escasez alimentaria, la calidad del agua, la pobreza, la violencia y los problemas familiares. Se repite con frecuencia que son el futuro de la patria, pero ni terminamos de cambiar una cultura violenta, autoritaria y machista que les perjudica, ni nos preocupamos adecuadamente por ellos en sus primeros años de edad.

En El Salvador, la legislación sobre la niñez es fundamentalmente buena, pero la violencia machista daña severamente a las niñas, así como la violencia en general a los niños y niñas. Los primeros años, hasta los cinco, son claves para el desarrollo emocional, psicoafectivo e intelectual de los niños, pero es precisamente la etapa en la que el Estado está más ausente, con el agravante de que la migración, la desintegración familiar o las exigencias laborales de los padres impiden en muchos casos la adecuada atención y protección. La neurociencia insiste en la importancia capital de esta etapa, pero todavía no hay una conciencia generalizada de ello en el país. Incluso la inversión económica estatal en esos primeros años es muy inferior a la que se realiza a partir de los cinco, a pesar de que cada vez más economistas y neurólogos afirman que la inversión que se realiza en los primeros años de la infancia tiene un retorno económico y social muy superior a cualquier otra. Además, la insistencia de ciertos sectores económicos y políticos nacionales en la reducción del Estado deja de lado los derechos de la infancia.

El Día Universal del Niño no debería dedicarse a emociones poéticas, frases lindas, propósitos y discursos generales y abstractos que al final se desvanecen con la misma rapidez con la que pasa la fecha. La cultura de la violencia, que al final golpea a demasiados de nuestros niños, no cesará mientras no haya una mayor inversión en los derechos básicos y estén adecuadamente cubiertas las necesidades de salud, educación, agua, vivienda, protección y seguridad. El apoyo estatal a la familia en el cuido del niño y de la niña debe aumentar. Los sistemas de vacunación, supervisión alimentaria y transferencias condicionadas pueden convertirse en excelentes mecanismos de seguimiento y protección de los niños y niñas en las edades más tempranas. La exigencia comunitaria, básica para la creación de cultura, debe crecer en el esfuerzo por protegerlos. El abuso sexual debe ser desterrado de nuestra sociedad; niñas y niños deben ser educados en la capacidad de denuncia. El sistema obligatorio de educación formal debe llegar hasta los 18 años y contar con apoyo psicológico.

Buena parte de esas tareas están contempladas en los proyectos de reforma o mejora educativa, salud, etc. Pero satisfacerlas está todavía muy lejos de la realidad. Un pacto nacional que lo garantice es indispensable para que el país cumpla con sus obligaciones morales, ciudadanas e internacionales respecto a la niñez.

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