Dentro de muy poco la administración del presidente Funes cumplirá su segundo año de gestión. Y como es habitual, se están publicando diferentes encuestas de opinión que evalúan el desempeño del Gobierno a lo largo del período. En esta línea, esta mañana el IUDOP de la UCA dio a conocer los resultados de su estudio de opinión sobre este y otros temas importantes de la realidad salvadoreña. A partir de los datos de dicho estudio, es posible hacer un análisis certero del estado actual de nuestro país.
Al finalizar su segundo año, el Gobierno de Funes obtiene una nota de 6.16 por su gestión. A pesar de ser una nota aprobatoria, es inferior en seis décimas a la que obtuvo al final del primer año. Este dato, junto al incremento de 11 puntos en el porcentaje de la población que considera que está gobernando mal y de 6 puntos en el que afirma que el presidente Funes no está cumpliendo sus promesas de campaña, muestra un leve pero continuado deterioro en la confianza de la gente en el Gobierno.
Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos (64.4%) considera que la gestión del Presidente es buena o muy buena; una disminución de solo 4 puntos respecto al año 2010 (68.5%). Se observa, por tanto, que la gestión de Mauricio Funes es mejor evaluada que la del Gobierno en su conjunto, aunque no puede dejar de señalarse que esto se da a pesar de que Funes es visto mayoritariamente como un presidente lejano y que no escucha las demandas de la población.
Por otra parte, la seguridad pública, que en los dos últimos años ha sido vista como el principal problema del país, está cerca de perder el primer lugar en las preocupaciones ciudadanas. La población valora los esfuerzos gubernamentales de lucha contra la delincuencia pese a que la efectividad de los mismos no ha sido la esperada. Pero al menos se ha logrado contener el incremento de la inseguridad. Y que las cosas no empeoren a este respecto es ya una buena noticia.
Donde la población ve mayor dificultad, lo que ahora siente que le está apretando el zapato es la economía. La difícil situación económica, el desempleo y el alto costo de la vida son para cinco de cada 10 salvadoreños el principal problema del país. Más de 6 de cada 10 consideran que la situación económica del país ha empeorado en el último año (62.4%), acercándose al 66% que afirmaba lo mismo en 2009. Aún no se llega a los niveles de 2008, uno de los años con mayor encarecimiento de la vida, pero la tendencia va en la misma dirección.
Después de tres años de la crisis económica internacional, El Salvador no ha logrado salir de su propia crisis. Y por su dependencia de la economía mundial, nuevamente se ve afectado por el alza de los precios del petróleo, que provoca a su vez un incremento en los precios de los alimentos y en muchos de los productos de consumo habitual. Esta aguda dependencia es nuestro primer y más grande problema, el talón de Aquiles de la economía, y a la fecha no se vislumbra que los planes del Gobierno y de los actores económicos estén encaminados a cambiar la situación.
Reducir la pobreza y generar empleos son las principales deudas del Gobierno respecto a sus promesas electorales. No obstante, el cumplimiento de ambas metas no está solo en manos del Gobierno; requiere del apoyo de la iniciativa privada y del empresariado nacional. Por desgracia, los empresarios organizados en la ANEP han manifestado en repetidas ocasiones que en El Salvador no hay un clima adecuado para los negocios, y por ello no son los mejores aliados del Gobierno y de la población para superar la grave situación económica. Además, como han mostrado varios estudios, entre ellos el último informe de desarrollo humano del PNUD, la solución a nuestros problemas económicos pasa forzosamente por la búsqueda de un nuevo modelo de desarrollo, dado que el actual ha mostrado su fracaso después de más de 50 años de vigencia.
La economía salvadoreña tiene que buscar cómo crecer desde sus propias capacidades, desde el trabajo de la gente, desde la producción, no desde la especulación. El nuevo modelo de desarrollo tiene que incluir a toda la población y basarse en ella. Ojalá que la evaluación de los dos años de gestión del Gobierno de Funes haga caer en la cuenta de ello a los que toman las decisiones sobre el futuro económico del país, y se pongan manos a la obra.