Educación, patria y tambor

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Editorial UCA
12/09/2012

Se acerca el 15 de septiembre y se preparan ya los desfiles conmemorativos. La Fuerza Armada protagonizará su tradicional desfile en honor a la independencia, aunque en aquellas fechas del siglo XIX los soldados nada tuvieron que ver con nuestro paso a convertirnos en república. La independencia centroamericana fue fruto de intelectuales y sacerdotes, no de militares. El militarismo vino después, más bien a descomponer los valores que se empezaban a forjar en el proceso de independencia. Y si el desfile militar es el más publicitado, el de los jóvenes estudiantes, acompañados de tambores, poblará todas las calles de nuestros municipios. El tambor será, una vez más y desde primeras horas de la mañana, el protagonista acústico de este nuevo aniversario de la independencia. La desgana de los estudiantes lo acompañará, y no se podrá decir, con Rubén Darío, que "el paso acompasan con ritmos marciales".

Este desfile de los estudiantes, de tradición y corte militarista trasnochado, ni forma en valores patrios ni contribuye a la responsabilidad social del estudiante. Es más, deja en algunas personas el sabor tan falso como dulzón de que las jóvenes generaciones son obedientes a una idea abstracta de unidad nacional. Una unidad patria al ritmo monocorde del tambor, que al final solo intenta ocultar las miserias de la realidad. Mientras la mayoría de nuestros jóvenes no tienen acceso al bachillerato ni, mucho menos, a la universidad, los desfiles levantan discursos sonoros sobre los jóvenes como futuro de la patria y otras esperanzas sin sustento real.

Si en vez de promover desfiles impulsáramos una reflexión seria sobre la situación educativa del país, el mes de la independencia cobraría su verdadero sentido. Mejor nos iría si todos los salvadoreños nos convenciéramos de que no habrá esperanza de paz y justicia mientras solo graduemos al 40% de los jóvenes en edad escolar. Y coherentes con esa verdad, comenzáramos a establecer plazos inmediatos y relativamente rápidos para un bachillerato universalizado. Nuestra inversión pública en educación superior es vergonzosa. Mientras Costa Rica supera una inversión de seis mil dólares anuales por alumno en su universidad estatal, El Salvador se queda en los mil quinientos dólares anuales por alumno en la UES. Al hacer el presupuesto, todos los años olvidamos que la independencia real se construye desde la educación y el conocimiento, y no desde el ruido de tambores y la exhibición armada. Con armas, además, de costoso mantenimiento e inútiles y obsoletas para una guerra internacional moderna.

Intelectuales y gente de valores fueron los que propiciaron la independencia; tambores y militarismo, los que impidieron muchas veces que la fuerza del pensamiento abriera nuevos cauces de independencia para El Salvador. Incluso muchos salvadoreños, cuando han querido plantearse en serio su propia independencia económica y social, se han visto abocados a esa especie de destierro forzado que es la migración. Para celebrar en serio la independencia, debemos recordar la famosa frase de Einstein: "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo". Comenzar a celebrar la independencia con una evaluación seria de la situación educativa de El Salvador tendría una repercusión mucho más sonora y eficaz que los tambores. Optar por la universalización pronta y de calidad del bachillerato, invertir en educación superior y mejorar la situación del docente nos haría crecer en independencia verdadera.

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Anónimo
01/10/2012
08:43 am
Estoy muy de acuerdo con el autor de este artículo. Espero que algún dia cambiemos estas tonterias por algo constructivo. Desde mi niñez siempre me pregunté que tienen que ver los militares con la independencia y por que desfilar como soldados... Soy Salvadoreño. Amo este pedacito de tierra donde nací pero la independencia aun viene de camino.
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