El bono demográfico

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Editorial UCA
29/08/2012

Diversas dependencias de las Naciones Unidas comprometidas con el desarrollo de los pueblos vienen diciéndonos desde hace algunos años que en América Latina gozamos de un bono demográfico. En otras palabras, nuestros países tienen en la actual composición de la población una ventaja respecto a las otras regiones del globo. Específicamente, para el caso de El Salvador, la ventaja reside en que hasta el año 2050 contaremos con más personas en edad productiva que con personas dependientes, sean estas ancianos o niños. Esta ventaja se puede ver claramente con respecto a países de algunas zonas del Tercer Mundo, que tienen demasiados niños, y a otros del Primer Mundo, que tienen demasiados ancianos.

Cualquiera podría decir que cuanto mayor sea el número de personas trabajando, más riqueza se puede producir. Sin embargo, en nuestros días, la mayor riqueza la produce el trabajo que tiene inteligencia agregada. Cuando las personas tienen un bajo nivel educativo y cultural, tienden a trabajar en actividades poco productivas. Y en ese contexto, a pesar del mayor número de personas trabajando, y por mucho que laboren, no se sale de la pobreza.

El bono demográfico, tener más personas en edad productiva, es realmente ventajoso cuando se invierte en la gente. Y la inversión fundamental es la educativa. Por supuesto, hay que invertir en salud y en otros aspectos como alimentación, vivienda digna, pensiones para los ancianos y otras prestaciones y servicios que hoy corresponden a los derechos básicos de las personas. Pero es la educación la que posibilita que un país con mayor abundancia de gente en edad productiva convierta esa situación en una ventaja frente a otros países con más ancianos o con más niños.

Y en El Salvador hay serias deficiencias en el campo educativo. Tenemos problemas de calidad. Además, nos aflige el bajo nivel educativo. Nuestra población joven, que es la que en definitiva mantendrá al país hasta 2050, carece mayoritariamente del bachillerato. Distintos especialistas en temas sociales afirman que para salir del subdesarrollo se necesita una población que en un 70% tenga, al menos, nivel de bachillerato. Y aquí no llegamos al 40%. En educación universitaria estamos por debajo del promedio latinoamericano. Según un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas, solo el 28% de los salvadoreños menores de 30 años inician estudios universitarios; y solo el 7% de los jóvenes en el mismo rango de edad termina la universidad.

¿Somos un país de oportunidades? El bono demográfico nos dice que sí. Pero para serlo realmente debemos hacer un gran esfuerzo en el campo de la educación. Es necesario ampliar y mejorar sistemáticamente tanto la educación formal como la formación laboral. Si no logramos comenzar pronto, 2050 nos sorprenderá con una población en la que abundarán más los ancianos, en la que los sectores laborales y el mismo Estado tendrán más cargas, y donde las dificultades para conseguir el desarrollo serán aún mayores. Con frecuencia presumimos diciendo que somos un país de desarrollo medio. Pero los datos poblacionales y educativos nos indican que si no aprovechamos hoy la oportunidad del bono demográfico y formamos adecuada y sistemáticamente a nuestros jóvenes, lo que nos espera es más subdesarrollo, más conflicto social y más desintegración de valores. Y, al contrario, tenemos la posibilidad de alcanzar un desarrollo armónico si aprovechamos estos primeros años en que gozamos del bono demográfico mejorando los niveles educativos de nuestra gente.

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