El día después

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Editorial UCA
16/09/2015

Las festividades tienen siempre un día después. Algunos lo pasan con una fuerte resaca o simplemente cansados; otros recuperan fuerzas y se relanzan al trabajo. Por eso es bueno que nos preguntemos cómo vamos a vivir estos días después de haber celebrado la independencia. ¿Volvemos a la misma rutina? ¿Dejamos los discursos floridos para el año que viene y seguimos en la miseria de la violencia y de las estructuras injustas? Mientras no sepamos aprovechar las fiestas y los valores que decimos celebrar como un impulso hacia el futuro, poca esperanza sembraremos en nuestra gente. Las fiestas se quedarán en un merecido día de descanso, con cierto colorido para algunos, con espacio para el desahogo para otros, pero perderemos de nuevo la ocasión de crear sentido comunitario de proyecto compartido. Porque la independencia fue un proyecto compartido, y hoy el país carece de uno.

No se puede hablar de un proyecto común cuando tenemos varios sistemas públicos de salud que estratifican y diversifican la calidad del servicio según se pertenezca a un sistema o a otro; cuando solamente graduamos, y muy deficitariamente, a un 40% de los jóvenes en edad de terminar el bachillerato. Las pensiones tampoco son signo de universalidad. Hasta ahora hemos sido incapaces de pensar un sistema que garantice una ancianidad digna para todos los salvadoreños. Ni siquiera el salario mínimo, que debería ser expresión de la dignidad básica del trabajo, es común e igualitario. La desigualdad es la regla no solo en la realidad, sino incluso en las leyes. El artículo 3 de la Constitución, que dice textualmente que “todas las personas son iguales ante la ley”, no deja de ser de momento una utopía para el pueblo salvadoreño.

El día después de la celebración de la independencia no debería ser de simple retorno a la rutina, sino de fortalecimiento de la visión crítica sobre el país y de la voluntad ciudadana de revertir esta historia tan cargada de injusticias, parcialidades y olvidos. No podemos quedarnos contentos con una independencia gestionada desde poderes egoístas y aprovechados. Es imposible disfrutar la independencia mientras la violencia y la impunidad se pasean por nuestras calles. Esa impunidad en la que queda aproximadamente el 90% de los homicidios, acompañada además de una ley de prescripción que hace que los delitos ya no se puedan perseguir 10 años después de cometidos. ¿Tan indiferentes somos ante la muerte asesina que les damos a los criminales la posibilidad de quedar impunes si nuestra débil institucionalidad no los persigue? La independencia tiene que impulsarnos a superar eso. A no ser que pensemos que la misma está diseñada exclusivamente para el más fuerte y el más desprovisto de conciencia.

El día después debe ser de pensamiento, de reflexión, de renovación del compromiso con nuestra patria, pequeña y concentrada en un breve territorio, pero abierta al mundo, laboriosa, llena de hombres y mujeres esforzados, capaces de luchar incansablemente por salir adelante. Una patria que muchos, soñando en ideales de justicia y fraternidad, han regado con su sangre. En el Salvador urge diseñar entre todos un proyecto de realización común que nos lleve a disfrutar de una verdadera igualdad en dignidad, que nos garantice el desarrollo de nuestras capacidades, que tenga sentido fraterno y solidario. La polarización, la clasificación como enemigo de quien piensa distinto y el egoísmo de grupo tienen que ser superados. Derechos universales en instituciones abiertas a todos, sin distinciones ni marginaciones, es un paso indispensable hacia esa independencia que soñaron libertariamente quienes un día dijeron que todos éramos iguales, que no había esclavos, que la sociedad salvadoreña no podía clasificar a sus ciudadanos en superiores e inferiores. El día después no es un día cualquiera. Es día de pensamiento, de continuación de la lucha histórica por una sociedad solidaria. Solo si sabemos usarlo para planificar el futuro de un modo distinto, más justo, más fraterno, más esperanzado, solo entonces tendremos la seguridad de que celebraremos adecuadamente el día de la independencia.

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Anónimo
16/09/2015
21:07 pm
Muy atinado el artículo, aunque yo haría mención a una parte que se deja de lado, la educación superior, tan básica para generar desarrollo y algunas de las cosas que este artículo aborda.. Cuando las Universidades te cobran cuotas exageradas se te hace un imposible estudiar una carrera universitaria. Queda la oportunidad de ir a la UES, pero allí hay una de corrupción horrible en los procesos de ingreso.... Hay que ser coherentes, si hablamos de generar conciencia en la gente hay que brindar los espacios para que los más desfavorecidos se formen y tengan las capacidades para construir el país que todos queremos.
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