Ética offshore

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Editorial UCA
13/04/2016

Que en El Salvador se enviaba dinero a paraísos fiscales lo sabíamos desde hace tiempo. La ONG Global Financial Integrity calcula que entre 2004 y 2013 salieron del país nada menos que 17,000 millones de dólares. Lo que ha logrado la filtración de papeles de Panamá es dar algunas pistas de cómo y por dónde fluye una buena parte de ese capital saliente. Empresarios millonarios, empresas vinculadas a la izquierda, antiguos políticos hoy enriquecidos, dirigentes de Arena, alguno que otro miembro del FMLN aparecen como dueños de empresas offshore, uno de los métodos más utilizados para sacar ganancias del país, evadir impuestos y ocultar la riqueza personal. En general, la prensa ha preferido callar nombres porque un buen porcentaje de los dueños de grandes medios de comunicación tienen sus propias empresas de ese estilo. Los medios más bien han tratado de decir que las empresas offshore suelen ser un simple instrumento financiero legal y que no se puede culpar a todos los que las utilizan porque haya delincuentes entre ellos.

En definitiva, lo menos que se puede decir es que se trata de una falta de ética y de responsabilidad absoluta. Las empresas offshore las usan empresarios evasores, políticos corruptos, capos de la droga e incluso terroristas y traficantes internacionales de armas. La lucha contra los paraísos fiscales ha ido creciendo en la medida en que se han ido desarrollando la transparencia, la justicia internacional y las exigencias éticas ciudadanas. Las empresas en cuestión con frecuencia son tapaderas de actividades delictivas. La misma sociedad panameña ha quedado conmocionada por las posibilidades de corrupción que se avizoran a raíz de las filtraciones de un solo despacho de abogados, sabiendo que hay muchos cuya clientela permanece oculta. Y sabiendo que el país, dado el volumen de sus transacciones económicas, no puede continuar operando como paraíso fiscal, el Gobierno panameño se ha propuesto atacar el problema.

El Salvador tampoco debería tolerar este tipo de oscuridades y transacciones tramposas. Sin caer en los excesos del papeleo inocuo e inútil, el Gobierno debe diseñar un sistema de información y transparencia al que estén sujetas las empresas; un sistema que impida el uso ilegal y antiético de estos mecanismos internacionales. Los países desarrollados están ya pensando en imponerles a las empresas transnacionales las mismas exigencias de información sobre el manejo de sus capitales que siguen los bancos. Sabiendo que acá hay fuga permanente de dinero hacia el exterior y a la vez una sistemática evasión de impuestos, el control de los flujos financieros de las grandes empresas debería ser más riguroso. La riqueza salvadoreña se produce colectivamente, es fruto del trabajo de todos, y no hay derecho a que unos pocos se queden con una enorme proporción del pastel y envíen sus ganancias a centros internacionales que no benefician para nada a El Salvador, sino que más bien facilitan la evasión de impuestos.

Mientras los pobres envían dinero con sus remesas, los ricos lo sacan a través de empresas offshore. Frente a este escándalo, los partidos han ido cayendo en la inacción y el descrédito. Los casos de corrupción en los que se han visto envueltos les quitan fuerza para actuar frente a quienes son la mayor fuente de corrupción en el país: los ricos entre los ricos y algunas de las transnacionales que operan en el país. La colaboración del Banco HSBC con los paraísos fiscales ha quedado patente tanto en Suiza como en Estados Unidos, donde tuvo que pagar un multa de 1,470 millones de dólares por lavado dinero. Entre nosotros, el Estado es débil institucionalmente, y los partidos lo son tanto ética como políticamente. Ni son decentes los políticos del pasado vinculados a empresas offshore, ni lo son quienes hacen sociedad y la mantienen con personas acusadas internacionalmente de narcotráfico. Es hora de pensar en fortalecer al Estado y a sus instituciones para evitar el despojo de nuestro país. Y es hora también de tener mucha más exigencia ética frente a los políticos y deducir responsabilidades a todos aquellos que desde sus cargos permanecen de alguna manera en el juego sucio.

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Anónimo
28/04/2016
07:49 am
De forma astuta, cual un movimiento de ajedrez, los inversionistas paraisíacos de derecha, hacen público los $290 millones de la cúpula de Alba y, por arte de magia, sobre el tema que es de derecha e izquierdas ya no se dice absolutamente Nada.
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Anónimo
14/04/2016
09:17 am
Aun cuando es cuestión de semántica o terminología, los paraísos fiscales deben empezar a ser llamados como lo que son: \"refugios\" o \"escondites\" fiscales. Ese es su objetivo y es como al país se le desangra mayormete.
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Anónimo
14/04/2016
06:41 am
Que contraste, mientras los pobres trabajadores, envían las remesas, y que contribuye con la economía del pais, algunos empresarios corruptos, sacan el dinero hacia afuera, lo que deteriora a un más la economía.
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Anónimo
13/04/2016
22:04 pm
Los auditores, aunque hay una ley que regula el ejercicio,de la profesión, también, algunos se prestan....en resumen, la corrupción tiene sumido a El Salvador, Cuando se administre el estado, como una empresa privada correcta, honesta y responsable, cambiaría mucho.
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Anónimo
13/04/2016
18:10 pm
Mientras hayan lobos estos comerán carne. Mientras hayan ovejas estas comerán hierba. Mientras hayan ricos estos no pagarán impuestos. Tan difícil es entender a la naturaleza?
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