Los cambios en el número de diputados y de municipios, a parte de los problemas que causarán en el desarrollo de unas elecciones muy cercanas y con plazos ya establecidos, reflejan la tendencia a dejar el control de la representación política y del territorio en manos de quien tiene mayor capacidad de recursos e influencia. El método d’Hondt, el sistema de reparto de escaños y concejales aprobado recientemente por el oficialismo, tiende a favorecer a los partidos grandes en detrimento de los pequeños. En realidad, se suele decir que favorece el bipartidismo. En ese sentido, que los partidos minoritarios participen de manera independiente en las elecciones legislativas reducirá sus posibilidades de alcanzar algún peso relevante en la Asamblea. Sin lugar a dudas, el instituto político que hasta el momento puede salir más beneficiado por el nuevo método de reparto de curules es Nuevas Ideas.
Por otra parte, la ampliación tan fuerte del territorio municipal, especialmente en las zonas rurales, hace que los liderazgos tradicionales de los pequeños municipios queden casi disueltos. El caso del nuevo municipio llamado Chalatenango Sur es un buen ejemplo. Abarca 20 distritos, que antes eran municipios. Mientras los liderazgo de Arcatao, San Isidro, La Laguna y San José Cancasque, por citar solo cuatro, tienen presencia solamente a un nivel local reducido, Chalatenango tiene figuras del sector económico o gubernamental que son conocidas en toda la región. Por ello, quien domine Chalatenango imperará en toda la región. Y por supuesto, quienes están en la actualidad en el poder municipal o legislativo partirán con una enorme ventaja en las elecciones. En el caso de La Libertad Sur, que une Santa Tecla con Comasagua, la ciudad grande anulará casi con toda seguridad los liderazgos que puedan surgir en la segunda.
Al final, la apuesta es fortalecer al más fuerte. Y en este momento, el más fuerte es el que está en control de las instituciones estatales. La democracia, en principio, trata de poner en paridad al fuerte y al débil, tanto a través de los sistemas electorales como de las instituciones encargadas de controlar al poder. Pero cuando las instituciones de control están cooptadas por el Ejecutivo, los sistemas electorales, sean más o menos proporcionales, no resuelven el problema que provoca la ley del más fuerte. Que la aprobación de la reducción de diputados y municipios se haya llevado a cabo con dispensa de trámite deja en evidencia el desprecio al diálogo y el debate, tan necesarios en el ejercicio democrático. Sin negar que cierto tipo de reducción y reunificación de municipios, especialmente de los más pequeños, puede ser una buena idea, lo decente y apropiado hubiera sido que los legisladores oyeran, antes de alzar la mano para aprobar lo que les mandó Nayib Bukele, a asociaciones de alcaldes y miembros de la sociedad civil implicada en el desarrollo territorial. Como en tantos otros campos de la vida nacional, al final se impuso la ley del más fuerte.