La lucha por la equidad de género

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El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer. Una fecha que nos recuerda cada año que la equidad entre hombres y mujeres sigue siendo una asignatura pendiente. Una de las muestras más claras de lo poco que se ha avanzado en el tema en El Salvador es la escasa participación de la mujer en la vida política. El poder político a nivel mundial está mayoritariamente en manos de hombres, y en El Salvador la situación es similar.

En la actualidad, de las 262 alcaldías del país, apenas 29 (el 11%) están gobernadas por mujeres. En la Asamblea Legislativa la proporción es un tanto mejor: 18 (21%) de los 84 curules son ocupados por mujeres, diputadas titulares. Por otra parte, de un total de 17 ministerios y secretarías del Gobierno, menos de una cuarta parte tiene al frente a una mujer: la Secretaría de Inclusión Social, los ministerios de Salud y de Trabajo, y el Consejo Nacional de Seguridad Pública. Y solamente tres viceministerios son dirigidos por mujeres. En el Tribunal Supremo Electoral, ninguna mujer es magistrada. En los últimos treinta años, solo una mujer ha sido vicepresidente de la República y dos mujeres han ostentado la presidencia de la Asamblea Legislativa.

Es evidente que esta distribución de los espacios políticos no es acorde con nuestra realidad demográfica: en El Salvador, el 52% de la población son mujeres. Tampoco es coherente con la capacidad que han demostrado las mujeres en la vida política, y que ha posibilitado, por ejemplo, que algunas de ellas lleven más de cinco períodos consecutivos al frente de una alcaldía, lo cual es sin duda una muestra del fuerte apoyo popular a su gestión municipal.

Esta poca presencia de la mujer en la vida política contrasta fuertemente con la beligerancia y firmeza de las salvadoreñas. Ellas han estado siempre presentes en las luchas populares desde los movimientos sociales y organizaciones comunales, en los cuales han tenido un gran liderazgo y protagonismo. No es por falta de capacidad, entonces, que las mujeres quedan fuera de los puestos públicos de más poder, sino porque estos están reservados prioritariamente para los hombres.

Estando próximos a entrar en un nuevo proceso electoral, ahora que se están barajando las distintas opciones para candidatos, es tiempo de enmendar esta situación y proponer más mujeres para los cargos de elección popular. Si las listas para la elección de diputados finalmente se abren, si se nos da la posibilidad de votar directamente por las personas de nuestra preferencia, es muy probable que las candidatas, normalmente relegadas a los últimos puestos de las listas, obtengan muchos más votos y pasen así a tener más presencia en la esfera política. Ojalá.

La igualdad de género es uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio suscritos por los Estados miembros de Naciones Unidas y que deberá alcanzarse en el año 2015. Sin embargo, lastimosamente, estamos muy lejos de cumplir con las metas establecidas. Las niñas salvadoreñas siguen teniendo menos oportunidades de acceso a la educación que los varones. Tampoco se ha logrado una equidad en las oportunidades de trabajo, y menos a nivel salarial. Las mujeres tienen trabajos más precarios y vulnerables, peor remunerados; y por similares tareas, las mujeres siguen recibiendo salarios menores que sus pares varones.

Nuestra cultura está impregnada de un machismo que se trasluce en concepciones y actitudes que dañan a ambos géneros por igual. Concepciones erradas que llevan a creer que el hombre es más capaz que la mujer; que la autoridad recae de modo natural siempre en el hombre; que la hombría se demuestra con la fuerza, y si es necesario hasta con violencia; que la mujer es un ser débil; que se siente desprotegida cuando no tiene un varón a su lado para defenderla. Esta cultura es muy perniciosa y causa de atraso social. La humanidad está conformada por hombres y mujeres, iguales en derechos y deberes, y solamente cuando ambos géneros se puedan desarrollar plenamente y alcancen la equidad verdadera, la sociedad podrá avanzar hacia un futuro mejor.

Es una gran lección que las diputadas hayan conformado hace años, independientemente de su ideología y partido político, un grupo de parlamentarias. Cuando se trata de defender las demandas de las mujeres y de trabajar para avanzar en la equidad de género, allí las mujeres de distintas ideologías han sido capaces de ponerse de acuerdo y trabajar conjuntamente. Ojalá las mujeres que conforman las bases de los partidos sigan este ejemplo; ojalá se puedan unir para trabajar juntas por las necesidades de las mujeres y contra este poderoso machismo que tanto daño hace y que está muy lejos de ser erradicado.

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