La semana pasada se presentó en Honduras el primer sondeo de opinión realizado allá por el Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la UCA, en colaboración con el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC), obra también de la Compañía de Jesús en el vecino país. El sondeo se llevó a cabo con el profesionalismo y rigurosidad científica que caracteriza al IUDOP, incorporando la opinión de personas mayores de 18 años en 16 de los 18 departamentos de Honduras. 1,548 hombres y mujeres fueron consultados sobre la situación política de su país y sobre el primer año de gestión del presidente Porfirio Lobo Sosa.
Los resultados del sondeo obligan a una reflexión no solo para los hondureños y hondureñas, sino también para los países centroamericanos. La encuesta confirma que, en lo fundamental, las percepciones y problemas de los pueblos centroamericanos son muy semejantes. Por ejemplo, las instituciones que gozan de mayor confianza para los hondureños y hondureñas son, en su orden, la Iglesia católica, las Iglesias evangélicas, las alcaldías y los medios de comunicación. En la otra cara de la moneda, el grupo de actores hondureños con menor grado de credibilidad lo constituyen, también en orden decreciente, el Congreso Nacional, los partidos políticos y los empresarios. Además, los problemas relacionados a la precaria situación económica y a la inseguridad son los que ocupan, como en el resto de la región, los primeros lugares en la extensa lista de preocupaciones del pueblo hondureño.
La particularidad de la situación hondureña hay que remitirla a la profundización de la crisis institucional a partir del golpe de Estado del 28 de junio de 2009. Según se deduce de las percepciones de los encuestados, la institucionalidad hondureña es la que más ha sufrido desgastes a partir de entonces. En ese sentido, hay que destacar que ninguna de las instituciones del país, ni públicas ni privadas, goza de la confianza de siquiera la mitad de los y las ciudadanas hondureñas. Es cierto que las Iglesias son las que encabezan la lista de credibilidad institucional para los hondureños, pero la mejor ubicada, la Iglesia católica, apenas llega al 39.5% de opiniones favorables, cuando antes del golpe de Estado gozaba de credibilidad en más del 70% de la población. Ni qué decir del gobierno central, que goza de credibilidad en solo el 12.9% de los hondureños y cuyo presidente, Porfirio Lobo, fue reprobado, según las opiniones, con una nota de 5.11. Es decir, la institucionalidad hondureña presenta signos de una crisis más aguda que el resto de países centroamericanos, pero las percepciones de problemas, necesidades y deseos de superación son esencialmente compartidas con el resto de naciones del istmo.
Para nuestro caso y para el interés de la región centroamericana, conviene resaltar que una de las muchas lecciones que se pueden sacar de este sondeo es que, en lo fundamental, los pueblos centroamericanos padecen los mismos problemas y sufren las mismas consecuencias de los vicios de sus dirigentes. Una vez más se impone, entonces, la necesidad de aplicar la tan conocida pero poco aplicada premisa de "a semejantes problemas, semejantes soluciones". Centroamericana será viable solo unida, dicen los economistas. Extrapolando esta afirmación, podemos concluir que, de acuerdo al sondeo del IUDOP y del ERIC en Honduras, Centroamérica solo será viable cuando sus pueblos comprendan que los problemas regionales deben resolverse con soluciones regionales.