No nos representan

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Con el canto de rechazo a los políticos que ya se ha vuelto tradicional allá ("Que no, que no, que no nos representan"), 40 mil indignados españoles regresaron la semana pasada al centro de Madrid. Otros iniciaron marchas desde varias ciudades hacia la capital española. Los temas allá continúan siendo la crisis económica que recorre Europa —con un desempleo que no cede— y la desilusión total con la clase política, a la que acusan de ineficiente y corrupta.

El canto español perfectamente podría entonarse en estas latitudes, especialmente por la crisis de institucionalidad que estamos viviendo. Y es que el conflicto entre la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y los otros dos poderes del Estado, lejos de dar señales de solución, se ha profundizado. Aunque se habla sobre todo del tristemente célebre decreto 743, la problemática de fondo es la resistencia de todos los partidos políticos a perder la costumbre de realizar pactos subterráneos para beneficio propio y de los grupos que representan.

Los partidos han demostrado con asombroso descaro que están dispuestos a callar a los cuatro magistrados de la Sala, aunque en el proceso todo el mundo sepa que lo hacen únicamente por la supervivencia de la partidocracia. Los discursos en los que tradicionalmente se arrogan la defensa del bienestar de todo el pueblo han desaparecido ante la diáfana claridad de que lo primero para ellos es salvaguardar sus propios intereses. Las palabras del jefe de bancada de GANA a propósito de la elección de los titulares de la Corte de Cuentas revelan, con una crudeza inusitada, lo que en realidad piensan los partidos. La semana pasada, ante los cuestionamientos por hacer oídos sordos a las demandas ciudadanas de despartidizar las instancias del Estado, el diputado en mención respondió con las siguientes palabras: "No vengamos ahora a decir que no escuchamos a la sociedad civil. Seamos sinceros, ¿cuándo nos ha importado la sociedad civil a nosotros aquí en la Asamblea?". Y a continuación el político, exmilitante de Arena, pasó a defender la elección de los titulares de la Corte de Cuentas, entre los que se cuenta el presidente de GANA.

También la semana pasada, en un acto sin precedentes, el director de la Imprenta Nacional se negó a publicar una sentencia de la Sala argumentando que esta no se aprobó por unanimidad, como manda el decreto 743. Que un funcionario de segundo o tercer nivel intervenga en el asunto solo puede interpretarse como un mensaje del poder Ejecutivo: este seguirá activo en la obstaculización del trabajo de los cuatro magistrados de la Sala de lo Constitucional. Al Presidente y a los partidos no les importa el costo político de la aprobación y sanción aceleradas del decreto 743. Sí les es fundamental, en cambio, preservar los arreglos partidarios para beneficio de intereses particulares.

Las actuaciones de los partidos políticos y de Mauricio Funes dejan claro, sin lugar a dudas, que no quieren una nueva forma de ejercer la política. Se aferran a la tradicional partidocracia y han opuesto obstáculos enormes a la decisión de la Sala de lo Constitucional de hacer bien las cosas. Del lado de la Corte está la sociedad civil organizada. Pero, como bien dijo el diputado de GANA, las manifestaciones y demandas de la sociedad civil nunca les han importado a los políticos tradicionales. Por ello, los gritos españoles de "no nos representan" son aplicables con toda propiedad a los partidos salvadoreños.

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