Pactos sociales ante la desigualdad

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Editorial UCA
13/07/2016

Que la desigualdad es un problema, debería ser evidente. Pero en el país convivimos con excesiva facilidad con ella. Desigualdad económica grave cuando unas pocas personas tienen una riqueza cercana al producto interno bruto. Desigualdad social en el campo educativo, en la salud y en la vivienda. Desigualdad en el acceso al agua y a la cultura. Desigualdad entre quienes viajan seguros por avión a Disneylandia y quienes migran al Norte montados en La Bestia, arriesgando vida, salud y dineros. La desigualdad brilla por todas partes; una calle puede separar viviendas de lámina y cartón de apartamentos de un cuarto de millón de dólares. En un mundo cada vez más consciente de la igual dignidad de la persona, la desigualdad, sea del tipo que sea, cuando es fuerte o desproporcionada se convierte automáticamente en una enfermedad social. Y como tal, produce variados males. Veamos algunos de ellos

Ciertamente, no toda violencia nace de la desigualdad, pero cuando esta es sangrante mueve al odio, la venganza o el distanciamiento. El que se cree superior tiende fácilmente al maltrato. El que sufre la desigualdad como carencia llega a un momento en el que pierde la paciencia y estalla de forma violenta. Además, las graves desigualdades destruyen la cohesión social necesaria para emprender proyectos de desarrollo común. Ello porque la gente se cansa de constatar que en esos proyectos siempre hay unos pocos que se benefician muchísimo más que otros, que a veces no consiguen ni migajas. Y en este contexto no es rara la migración hacia países donde se puede llegar a vivir con dignidad y esperanza. Cuando en los periódicos nacionales se insiste en el esplendor del “sueño americano”, se sugiere que en El Salvador no se puede soñar, y así se siembra desesperanza.

La desigualdad, además, desfigura la lógica de los derechos humanos. Si estos basan su universalidad en la igual dignidad de la persona, una desigualdad que mina dicha dignidad lleva a un feroz individualismo. Y leer los derechos humanos desde posiciones en extremo individualistas es simple y sencillamente deformarlos. Porque al ser universales, son necesariamente sociales, aunque tengan que respetarse en todos los casos y para toda persona. Durante la guerra civil, actores de peso y medios de comunicación despotricaban contra los derechos humanos porque decían que protegían a quienes ellos consideraban delincuentes. Hoy, en estos tiempos de violencia social, el individualismo sigue presente en la interpretación de los derechos humanos, lo que lleva a considerarlos obligatorios para proteger a un sector, pero no para evitar el daño a otros grupos.

Si algo resulta evidente de lo hasta ahora expuesto es que necesitamos un pacto social en favor de la igualdad. Es necesario caminar hacia el respeto a la dignidad de la persona. Y ese camino se construye cerrando las brechas existentes en el campo económico, educativo, de la salud pública y de otros bienes indispensables para la vida. Para ello es indispensable romper el excesivo acaparamiento individual de la riqueza, que es creada por el trabajo de todos. La redistribución de la riqueza que se realiza en el país a través del salario y de los impuestos es insana. En otras palabras, en El Salvador no hay un proceso de redistribución que sea equitativo ni justo.

Si un pacto social no toca la desigualdad, la violencia estructural y la migración, seguirán vigentes a largo plazo la falta de cohesión social y el disgusto público. Si, por el contrario, se desea romper la desigualdad, los salarios tienen que subir e incluso equilibrarse a un ritmo mucho más rápido que el que proponen algunos miembros del Consejo Nacional del Salario Mínimo. Asimismo, es necesaria una reforma fiscal que eleve sustancialmente los aportes en renta, impida la evasión y cree tributos especiales, como el impuesto al patrimonio o el predial. Mientras estas medidas no se tomen en serio, mientras no gocen de respaldos amplios y diversos, las conversaciones sobre pactos sociales solo servirán para producir fotos y titulares. Y la desigualdad seguirá reinando entre nosotros con su secuela terrible de dolor y muerte.

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Anónimo
14/07/2016
01:34 am
yo desconozco,un ,pais ,que ,no ,exista ,desigualda ,del ,rico ,y ,pobre ,hay ,otras ,desigualdades ,color ,gramatica,acento,perfil,.avaros ,botaratas,etc,en ,este planeta ,en el ,pasado eramos todos pobres ,luego se creo el dinero ,y ,alli empezo las ,ideologias ,religions,lujos ,etc ,todavia no hemos terminado al planeta (contam.),algun dia ,se termina ,la fiesta. ,,la formula para resolver no la tenemos ,democracias??socialism??capitalism? mucho menos./.tiene ,que ,haber otro sistema.,.
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