Pandillas de Estado

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Editorial UCA
10/06/2016

La relación entre pandillas y funcionarios públicos no es nueva. Y no hay vínculo con ellas a cambio de nada; siempre hay un precio. La Tregua constituye quizá el mejor ejemplo de cómo se establece una relación con las pandillas desde las más altas esferas del Estado, aunque los que hoy están pagando las consecuencias solo sean unos cuantos de los que participaron en el asunto. A cambio de reducir los homicidios, las pandillas habrían recibido no pocos beneficios. También fueron del conocimiento general las conversaciones de dirigentes de partidos políticos con líderes de estos grupos criminales, en las que se negoció apoyo electoral a cambio de dinero, aprobación de candidatos a integrar el futuro gabinete y quién sabe qué cosas más.

Un escalón más peligroso es el involucramiento de funcionarios en la estructura de las pandillas y la infiltración de pandilleros en entes públicos. A fines de julio de 2015, Maritza Raquel González Molina, concejal municipal de Zacatecoluca por parte de Arena, fue capturada, junto a miembros de la pandilla 18, acusada de extorsión y actos delictivos. En mayo de este año, el Juzgado Especializado de Instrucción B de San Salvador realizó una audiencia de imposición de medidas contra un concejal de Arena de la Alcaldía de Sacacoyo y 22 supuestos pandilleros. De acuerdo a la Fiscalía General de la República, estos últimos hacían uso de uniformes de la PNC para cometer hechos delictivos. Al concejal se le acusó de agrupaciones ilícitas.

El escándalo de estos días en la alcaldía de Apopa representa, por el número acusados, por las actividades que se les achacan y por la organización que tenían, un nivel superior de penetración en la administración pública. Hace algunos años se comenzó a advertir de la posibilidad de que las pandillas incursionaran en la política. Ante este tipo de señalamientos, en 2013 Munguía Payés afirmó que sería bueno que las pandillas se convirtieran en organizaciones políticas con tal de que dejaran de delinquir. Pero todo parece indicar que no optaron por la vía de crear sus propias organizaciones políticas, sino por penetrar a los partidos ya existentes. Y no precisamente para abandonar el crimen, sino para tener una plataforma con recursos para operar de mejor manera.

En el caso de la alcaldía de Apopa, de comprobarse los cargos, se estaría hablando de una estructura de las pandillas enquistada en la administración pública, al más alto nivel, a través de uno de los dos principales partidos políticos del país. De acuerdo a la información proporcionada por la PNC y la Fiscalía, casi un centenar de personas estarían implicadas; entre ellas, el alcalde, algunos miembros del CAM y empleados con puestos estratégicos en la comuna. Desde los despachos municipales se habría planeado y perpetrado amenazas, extorsiones y homicidios. La alcaldía, de acuerdo al director de la Policía, proporcionaba vehículos y combustible para cometer ilícitos.

El asunto plantea serias preguntas y obliga a que Arena haga una honda reflexión. ¿Cómo puede ser que personas con antecedentes como los del alcalde de Apopa se sumen a las filas de un partido? ¿Cuántos pandilleros forman parte de institutos políticos? ¿El caso se trata de una infiltración o de una estrategia para granjearse votos? Como sea, el caso es una muestra del grado de organización e inteligencia operativa que han adquirido las pandillas en el país. Tal como están las cosas, todos los partidos las necesitan. Ellas tienen control territorial y pueden movilizar a miles de personas; pueden garantizar votos en elecciones. Y la Tregua las hizo aún más conscientes del poder político que el control territorial les da. Cuando el alcalde de Ilopango anunció ciertas iniciativas acompañado de jefes de clicas, cuando colocan concejales, cuando se toman el control de una alcaldía entera, las pandillas ejercitan el poder político que han logrado y que se les ha concedido. Cuando los partidos se acercan a las pandillas en tiempos electorales, refuerzan ese poder y las aúpan con ellos al Estado.

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Anónimo
13/06/2016
10:47 am
La incorporación de las pandillas al poder político, en sí misma no es mala. Pero ese enquistamiento no es \"precisamente para abandonar el crimen, sino para tener una plataforma con recursos para operar (criminalmente) de mejor manera.\" Entonces, se puede concluir que, sencillamente, no se debe ni puede llegar a acuerdos con los pandilleros sin imponerles restricciones. Estas deben ir desde la obligación de entregar y abandonar las armas, la reconversión de sus estructuras familiares, sociales, financieras y de comportamiento, hasta someter sus ingresos al escrutinio de la ley. Por lo demás, debe resultar obvio que mientras continúen vigentes las condiciones actuales de injusticia, exclusión, impunidad, partidocracia, nepotismo, corrupción, sometimiento al poder hegemónico y al crimen organizado, entre otras, entonces cualquier negociación cortoplacista y superficial fortalecerá al crimen de estado y pandilleril; y será de consecuencias dañinas para el pueblo.
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Anónimo
12/06/2016
14:46 pm
Lo curioso es que ahora que salen alcaldes de ARENA involucrados con pandillas la UCA se pronuncia pero cuando se confirmo la tregua de Funes y la acusación de Payes y el otro general que vendio armas, en ese momento no sacaron ninguna nota. Obviamente todo el articulo habla de ARENA pero es claro que tienen que mencionar la tregua en algunos parrafos. Todo salvadoreño sabe que la tregua fue el peor error de un gobierno. Con mentes asesinas no se puede negociar. El que no crea eso es porque aun es un fanatico ciego de la izquierda y eso es tonto. Las pandillas se volvieron mas liberales, no lo digo por las noticias, se vive en carne propia. Nuestro pais tiene una triste realidad, las maras dominan a los partidos politicos desde hace tiempo. Ahora han caido gente de ARENA por que las investigaciones del Estado se han enfocado en ellos claramente pero yo tengo información de algunas alcaldias del FMLN que tambien tienen fuertes relaciones y poco a poco iran saliendo tambien.
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Anónimo
11/06/2016
15:57 pm
El análisis es evidente, aqui nada más se está resaltando los hechos que ya una vez salieron esporádicamente en las noticias.
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Anónimo
10/06/2016
14:29 pm
Con todo respeto, pero este editorial solo muestra la pobre calidad de un análisis, que carece del apoyo de una presencia comprometida en la realidad nacional. Repetir el discurso de aquellos corruptos de izquierda y derecha, siervos al fin del imperio gringo, con respecto al proceso de pacificación, y que la tregua, solo fue un elemento inicial del mismo; denota, insisto, la necesidad que tienen de poner los pies en los territorios. Ustedes saben bien, que no han hablado como UCA con todos los actores que se han movido en este escenario nacional. Por tanto, culpar a la \"tragua\" de estas aberraciones que señalan, solo denota pereza mental o tal vez mala intención. Nosotros creemos profundamente en el diálogo y les tenemos como institución un enorme respeto y gratitud tambien, por el apoyo personal de algunos de sus miembros. Ustedes dicen pues, cuándo hablamos para ver mejor las cosas.
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