Pastores con olor a oveja

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Editorial UCA
11/03/2015

Este jueves celebramos el 38.° aniversario de la muerte martirial de Rutilio Grande. La conmemoración de este año tiene una connotación especial, pues se festeja con la causa de beatificación de Rutilio iniciada. La beatificación ya declarada de monseñor Romero ha abierto la puerta de estas formas de martirio tan actuales en casi toda América Latina, y hasta ahora escasamente reconocidas. Desde la opción preferencial por los pobres, declarada en 1979 por los obispos latinoamericanos en Puebla como fruto de la reunión once años antes en Medellín, muchas muertes de hombres y mujeres, religiosos, sacerdotes y obispos han sido fruto de la coherencia con esa línea pastoral de comportamiento. Rutilio Grande, un año antes, iluminaba ese camino desde el servicio a los más sencillos, campesinos y gente buena de Aguilares y El Paisnal, que deseaban que se tuviera en cuenta su dignidad humana y pedían simplemente justicia social en coherencia con el Evangelio y con la doctrina social de la Iglesia.

La fiesta de Rutilio, porque la gente lo recuerda religiosa y festivamente al mismo tiempo, coincide con el anuncio de la fecha de la beatificación de Romero. Dos amigos hoy unidos en una noticia importante para El Salvador e inmortalizados en dos fotografías de amplia circulación, que marcan una historia personal de hondo significado. En la primera, aparece Rutilio como maestro de ceremonias en la ordenación episcopal de monseñor Romero. Sin duda, una muestra de amistad y confianza entre ambos. Y en la segunda, aparece monseñor, ya no con Rutilio, sino con su fotografía en la mano. A su lado está el papa Pablo VI, bendiciendo la foto de Rutilio recién asesinado, y, contemplando la escena, el entonces monseñor y hoy cardenal Santos Abril. Monseñor Romero pidiéndole a Pablo VI que bendijera aquella vida generosa que dio la sangre por los pobres; y el pontífice diciendo con su bendición que la vida y la muerte martirial de Grande eran camino de vida y esperanza para El Salvador.

Con Rutilio murieron asesinados también un muchacho y un adulto que iban con él en el carro para llevar la comunión y la unción a un enfermo. Tres jóvenes más que los acompañaban lograron sobrevivir, huyendo en medio del cañaveral. Era la Iglesia profética ante la injusticia y tierna con el que sufre, que acompaña, que consuela, que sirve a los pobres, la que se pretendía asesinar. Pero los mártires son los mejores testigos de la resurrección. Y el pueblo salvadoreño no olvida a los que le sirven y le aman, y más si estos dan la vida por los pobres y sencillos. Monseñor Romero celebró su funeral en una misa única, y trató de consolar y apoyar a la Iglesia perseguida de Aguilares. Casi un año después, el arzobispo decía: “Hemos venido también (…) a la tumba del padre Grande y sabemos que en él palpita el Espíritu del Señor. Su memoria es esperanza para nuestro pueblo”.

Treinta y ocho años después de su muerte, Rutilio continúa siendo semilla de futuro para nuestro pueblo. Genera fuerza, resistencia, recuerdo del bueno, del que lleva a amar al prójimo y a construir relaciones sociales en las que, como dice el salmo 85, “la justicia y la paz se besan”. Sus frases se siguen cantando en las eucaristías y fuera de ellas. “Cada cual con su taburete”, como él gustaba repetir, “tiene un puesto y una misión”. Todos con puesto, con lugar en la mesa de la vida, con la misma dignidad y con la misión, adaptada a cada uno y su circunstancia, de anunciar y vivir el amor al prójimo como Cristo nos ha amado, construyendo una sociedad y un mundo de hermanos. Pablo VI bendijo con su oración y su solidaridad la vida de Rutilio. Monseñor Romero la bendijo con su sangre derramada en ese mismo caminar de la opción por los pobres y en ese mismo servicio del anuncio y anticipación de la ternura del Dios incondicional en su amor hacia nosotros. Dos pastores con olor a oveja unidos al cordero pascual. El hecho de que la Iglesia anuncie la fecha de la beatificación de Romero en este aniversario de Rutilio y sus dos compañeros mártires une a nuestro santo obispo con toda la sangre derramada y con toda la esperanza de paz de nuestro pueblo. Que esa esperanza genere en nosotros el compromiso de construir un futuro más justo para todos.

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Anónimo
12/03/2015
15:54 pm
Hago un urgente llamado al clero, a los laicos, a todos los que genuina y comprometidamente están trabajando por el Reino de Dios en El Salvador. Hago un llamado, en nombre de Dios, para que no cometamos el error de enviar a Monseñor Romero a los altares a costa de arrancárselo al pueblo. Tal como lo dijo Paglia, ahora lo tenemos (oficialmente) arriba, pero solo para verlo mejor; de ningún modo para quitárselo a su pueblo. Por favor, NO hagamos de Monseñor un santo en las nubes, un milagrero, una foto más en los antros de los santeros, brujos y ricos hipócritas. No hagamos de él un referente de cristianos de papel, que también se conforman con un Dios en las nubes, un Dios lejano a la justicia y la paz para los pobres. No se lo quitemos al pueblo. Porque al hacerlo, en el fondo, en lo esencial, es que deseamos quitarle a Jesus al pueblo. Necesitamos actuar como Jesús, con Mons. Romero como ejemplo palpable de una vivencia martirial del Evangelio. No retrocedamos!
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Anónimo
12/03/2015
13:54 pm
Hay tanto que reflexionar, tanto que escarbar en el hondo mensaje que encierra la vida de estos dos grandes pastores. Hay tanto que hacer tanto que sembrar de las semillas provenientes de los frutos de sus vidas, tan llenas del Espíritu de Dios. Hoy se me ocurre citar estas palabras de Monseñor Romero y las dedico a los sacerdotes, a los papás y mamás, pero también a los líderes de pandillas, a sus esposas y familia, que son brillantes e inteligentes, pero tristemente usan estos dones para el mal: \"No pongan de pretexto que no tienen dinero, que son pobres. Casi todos los sacerdotes procedemos de la pobreza y es nuestra mejor alegría recordar a nuestra madre sufrida y pobre, a nuestro padre luchando por sostener aquel pobre hogar y de allí surgir una vocación que se convierta luego en la voz de esa pobreza digna, para hacer que todos sepamos orientar al mundo por los caminos de Dios\". Es hora para los padres de hoy empezar a formar los Romeros y Grandes de mañana.
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Anónimo
12/03/2015
09:54 am
El padre Rutilio fue un gran organizador de los pobres para que lucharan por la injusticia cuantos Rutilios Necesitamos Ahora esperamos que resucite en algun sacerdote sea Jesuita de o cualquier orden este pueblo grita desesperadamente que se lo organice para tener su escudo donde dirimir esta vida en nuestro pais que no se si se le puede llamar vida y somos siempre los mismos el pueblo pobre el de a pie los y las chuñas.
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Anónimo
12/03/2015
04:54 am
Para mantener viva la memoria de estos hombres servidores de Dios y el prójimo, lo que se debe hacer es ser coherente con su predica. Lo demás es pura parafernalia religiosa pero carente de fe encarnada.
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Anónimo
11/03/2015
16:25 pm
Muy hermosas palabras Padre Tojeira, inspiradoras para trabajar por los pobres, en estos tiempos de desesperanza son tan actuales las palbras del Padre Rutilio y de Mons. Romero
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