Superar la crisis con cordura y moderación

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La reciente crisis institucional provocada por la aprobación del decreto 743 está cumpliendo una semana. A lo largo de la misma, muchas organizaciones de la sociedad civil —de todo tipo y de diferentes posiciones ideológicas— se han manifestado en contra de dicho decreto y han solicitando la derogación del mismo como el único camino para superar la crisis.

El decreto 743 impone a la Sala de lo Constitucional que las sentencias de inconstitucionalidad se aprueben por unanimidad, es decir, por la votación a favor de los 5 magistrados que la componen. Esta exigencia va contra toda costumbre, pues en todo tribunal las sentencias se toman por mayoría; no se conoce un país en el que su tribunal constitucional decida por unanimidad obligada. La exigencia de unanimidad, en la práctica, elimina el control de la Sala de lo Constitucional sobre la Asamblea Legislativa y el Gobierno, e impide que la instancia cumpla con su misión de velar por el respeto a la Constitución. Además de ello, la manera en que se elaboró y aprobó el decreto fue en sí misma inconstitucional.

A lo largo de estos ocho días, ha sido muy interesante observar que la oposición al decreto y la demanda de derogarlo han sido apoyadas tanto por organizaciones sociales de largo compromiso con la transformación social, cercanas a lo que se suele llamar izquierda, como por organizaciones de la empresa privada o vinculadas a ella. Esta oposición común al decreto 743 es una señal muy clara de que este no conviene al país ni fortalece la democracia, sino que la debilita. No se trata, por tanto, de un rechazo por parte de las cabezas calientes de siempre (de uno u otro signo ideológico), sino de uno generalizado, que obedece exclusivamente a la preocupación por la ya frágil institucionalidad democrática del país.

Tal y como se había anticipado, este decreto solo ha aportado más conflicto entre los distintos poderes del Estado; ha profundizado la crispación entre ellos hasta límites insospechados. En esta semana, la crisis se ha agudizado, en primer lugar, porque la sociedad está indignada y con los ánimos caldeados por este abuso de poder de los legisladores y de la Presidencia de la República; y en segundo lugar, porque, como era de esperarse, la Sala de lo Constitucional calificó de inaplicable el decreto y continuó emitiendo sentencias de inconstitucionalidad sin acatar la exigencia de unanimidad.

Dice la sabiduría jurídica que a la hora de elaborar una ley debe estudiarse si esta podrá aplicarse. Y es una norma de la buena práctica legislativa no aprobar leyes inaplicables o que la sociedad no pueda cumplir. Desgraciadamente, es común que los diputados olviden esta sabia regla y aprueben leyes que no son aplicables o que nadie va a poder cumplir. Este un caso más.

Pero más allá del decreto 743, lo urgente ahora es resolver la crisis que se ha generado y que está provocando incertidumbre e inestabilidad. El primer paso debe ser que los diputados reconozcan con humildad que se equivocaron, que se sobrepasaron en sus funciones, y deroguen la ley. Arena ya reconoció que cometió un error y dijo estar dispuesta a la derogación. Con los votos de Arena y del FMLN es posible derogar el decreto. Y es urgente hacerlo cuanto antes para devolverle la estabilidad al país. Este sería el primer paso hacia la cordura. Pero, además, es necesario restaurar la confianza y resarcir el daño causado, así como evitar que en el futuro se dé una circunstancia similar. Para ello se requiere de un mayor diálogo entre las distintas fuerzas políticas y los órganos del Estado. Un diálogo franco, desde la moderación y la búsqueda de entendimiento para el bien del país, de toda la sociedad. Un diálogo que debe tener tres premisas básicas: el respeto a la independencia de los poderes, el respeto al orden jurídico y el respeto a la institucionalidad democrática.

Es necesario dar estos pasos cuanto antes y no alargar la crisis innecesariamente, lo que sin duda provocaría más daños. Por ello, y con toda humildad, invitamos a las partes a que den paso a la cordura y a la moderación, y pongan todo su empeño en salir de este atolladero lo más pronto posible.

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