La ley de transparencia sigue en el candelero del debate. Quiénes decidirán si hay transparencia o no, y cómo se elige a esas personas siguen siendo puntos de discusión. Pero más allá de un debate sobre los mejores caminos para implantar la transparencia en el país, es necesario que empecemos a exigir transparencia de un modo sistemático. Desde hace ya tiempo, desde esta casa de radio pedimos que se cumplan las normas mínimas que exige la Constitución salvadoreña a la hora de hacer y presentar el Presupuesto. Porque, en efecto, todas las erogaciones que se planifiquen desde el Presupuesto deben aparecer en el mismo debidamente desglosadas. Pero hay algunas instituciones del Estado, creadas por una ley de la República, que no aparecen en el Presupuesto ni siquiera mencionadas.
Un ejemplo de lo anterior es el Organismo de Inteligencia del Estado, que no aparece en el Presupuesto desde su fundación por ley hace ya más de una década. Hoy, cuando se está presentando un nuevo Presupuesto, tenemos la posibilidad de tomarle el pulso a la transparencia administrativa gubernamental. Ver si aparecen en él todas las instituciones del Estado es un primer paso, simplemente para que el Presupuesto sea legal. Generalmente, los partidos políticos se fijan más en cantidades. Se preguntan, con razón, si los ingresos serán suficientes, si la deuda no crecerá demasiado y si no sería conveniente invertir más en uno u otro rubro. Pero el tema transparencia no suele interesarles tanto, porque la tradición política ha buscado siempre tener algunos fondos ocultos para poder utilizarlos arbitrariamente.
Hoy, en la medida en que la sociedad ha avanzado hacia los conceptos propios de la rendición de cuentas —en buena parte gracias al pensamiento del FMLN cuando era oposición—, tenemos la necesidad de llevar la transparencia al máximo extremo de claridad. No porque se desconfíe de las autoridades, sino porque las cosas deben hacerse bien. Al FMLN le ha gustado denunciar como corruptas a administraciones pasadas. Pero hasta el momento muchas de las acusaciones vertidas tanto al inicio de este Gobierno, como cuando el partido hoy gobernante estaba en la oposición, no han podido ser demostradas. Y una de las razones por las que no se ha podido demostrar corrupción es que el Presupuesto se hacía sin la debida claridad. Si hoy no hacemos presupuestos transparentes, la actual oposición tendrá el mismo derecho que tuvo el FMLN en el pasado de acusar de corruptos a quienes gobiernan. Y, por supuesto, las cosas seguirán como siempre, perdiendo el ciudadano, cada vez más, la confianza en las instituciones y en los partidos que las dirigen.
Cuando insistimos en que se desglose el presupuesto del Organismo de Inteligencia del Estado o que los gastos de Casa Presidencial aparezcan debidamente detallados, no es porque se desconfíe de las autoridades. Es porque creemos que cuanta más transparencia haya en El Salvador más respeto habrá a la democracia y a sus instituciones. En el país estamos atravesando una severa crisis de confianza en las instituciones democráticas. Y la desconfianza en las instituciones genera falta de cohesión ciudadana y favorece el abandono del compromiso con los valores cívicos. ¿Queremos desarrollo y seguridad jurídica en El Salvador? Comencemos con las cosas más sencillas, más fáciles. Una de ellas, un Presupuesto del que todos podamos decir que es totalmente transparente.