La caravana hace una estación en el sencillo monumento Las Tres Cruces, ubicado a la orilla de la carretera que conduce de Aguilares a El Paisnal. El P. Arturo Sosa, superior general de la Compañía de Jesús, contempla en silencio las tres cruces de madera, a cuya base se lee: “No hay amor más grande que este: dar la vida por sus amigos”. A la frase le siguen tres nombres: P. Rutilio Grande, Manuel Solorzano y Nelson Lemus, quienes fueron asesinados por agentes del Estado salvadoreño el 12 de marzo de 1977.
A pocos kilómetros de Las Tres Cruces está la parroquia San José El Paisnal, el destino en el viaje de la mañana del 30 de enero, segundo día de la visita del Padre General a El Salvador. En el templo, donde descansan los restos del P. Grande, Manuel y Nelson, el P. Sosa ofició una eucaristía, concelebrada por un grupo de jesuitas, a la que asistieron miembros de la parroquia y de las obras de la Compañía en el país.
En la homilía, el P. Sosa destacó de Rutilio su enorme capacidad de predicar “a tiempo y a destiempo, sobre toda clase de terrenos, sin cansarse y corriendo los riesgos que fueran necesarios”. El P. Grande, aseguró, es un ejemplo de constancia, que debe animar a no desfallecer en la predicación del mensaje de reconciliación.
Por la tarde, el Padre General visitó la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). En el campus, recorrió la Sala Memorial de Mártires, donde se resguardan reliquias de san Romero y pertenencias de los jesuitas asesinados en la UCA en 1989; y se expone el legado de sacerdotes y religiosas asesinados por su misión pastoral. También visitó el mausoleo de los mártires, en la capilla, para dirigir una oración y así rendir un homenaje a Ellacuría y sus compañeros.
Posteriormente, en el Auditorio “Segundo Montes, S.J.”, se llevó a cabo un encuentro con la familia ignaciana salvadoreña. En la actividad, representantes de las diferentes obras de la Compañía en el país expusieron brevemente la misión y trabajo de su institución o parroquia.
Por su parte, el P. Sosa calificó su visita a El Salvador y a Centroamérica como “un reencuentro, encuentro y aprendizaje”, que permite articular el trabajo de la Provincia con la labor universal de la Compañía. Asimismo, destacó la “vitalidad apostólica” de las obras jesuitas de la región, la cual, aseguró, es “imposible sin fe” y sin “estar cerca de la gente, de los vulnerables”.
Y esa cercanía con las personas, explicó, es una de las características de la Compañía. “Creemos que podemos transformar el mundo”, por eso “acompañamos procesos que son complejos y muy largos: procesos de vida, sociales y de las personas”. Este esfuerzo implica una apuesta clave: “Lo que hacemos hoy son decisiones que ayudarán a que el futuro sea mejor, y por eso acompañamos estos procesos sociales, sabiendo que las cosas no se resuelven de la noche a la mañana, sabiendo que lo que hoy parece muy lejano, si no empezamos a hacerlo, nunca se hará”.
En ese marco, el P. Sosa enfatizó en la importancia de “tener paciencia para ver crecer las cosas y acompañarlas”. “Esta actitud da sentido. A veces uno siente que lo que hace no sirve para nada, pasa horas en un aula de clase o en un camino para visitar una comunidad; esto tiene sentido porque forma parte de un inmenso proceso de crecimiento de cada uno, de la vida social y de la historia humana que vamos haciendo con pequeños pasos”, dijo.