Las pandillas juveniles han estado presentes en las sociedades centroamericanas durante los últimos 20 años. Desde hace algún tiempo, estas son consideradas importantes generadoras de violencia en Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
En este contexto, y con la finalidad de contribuir a una comprensión más amplia de las dinámicas que subyacen a las pandillas, la Coalición Centroamericana para la Prevención de la Violencia Juvenil (CCPVJ) reunió a varias de sus organizaciones miembros y a algunos periodistas de medios de comunicación escritos para definir una estrategia que permitiera construir una lectura de las subjetividades de los jóvenes y sus comunidades, a través de la crónica periodística.
Como resultado de este esfuerzo, y luego de varios meses de trabajo y de intensa inmersión en los territorios, vidas y familias de los pandilleros, estos avezados corresponsales, bajo la coordinación del chileno Cristian Alarcón, produjeron cinco crónicas que fueron recopiladas en un solo libro: Jonathan no tiene tatuajes: crónicas de jóvenes centroamericanos en la encrucijada. El texto fue presentado por la Vicerrectoría de Proyección Social y la Coalición, el 4 de marzo en el Auditorio "Segundo Montes, S.J.".
La presentación arrancó con las palabras de Andreu Oliva, rector de la Universidad, quien afirmó que la violencia está condicionando el quehacer de El Salvador. En este sentido, por ser una realidad que los salvadoreños viven y sufren a diario, la UCA le apuesta a "la búsqueda de alternativas y soluciones a este fenómeno, proponiendo nuevos modos de comportamiento humano y de convivencia social".
Para el Rector, "es una gran hipocresía que la sociedad se queje de la situación actual, pero que no sea capaz de solventar la raíz de la problemática". A su juicio, dado que "la violencia solo genera violencia", hay que trabajar con inteligencia y claridad para encontrar nuevas vías que permitan una solución efectiva.
Estas crónicas son parte de un proyecto que pretende utilizar el periodismo investigativo para superar, en la medida de lo posible, la simplificación del conflicto, tal como lo expresó Adilio Carrillo, director de la Coalición. Para él, esta compilación de historias sobre el mundo de las pandillas plantea nuevos desafíos en torno a la manera de difundir información en Centroamérica.
Y es que a pesar de que el periodismo ha ido quedando atrapado por sus propias dinámicas en la construcción del miedo, Jonathan no tiene tatuajes es un claro ejemplo del trabajo de periodistas que profundizan y analizan en sus investigaciones. "Todos han sido investigadores y narradores, cronistas de comienzo a fin. Todos han sabido caminar con el paso ambivalente, pero respetuoso, que exige el territorio encendido por la lógica de una juventud embarcada en la misión de sobrevivir, a pesar de la incertidumbre y la inquietud", dijo Cristian Alarcón, editor del libro.
La presentación también tuvo la participación de los autores de las crónicas: los salvadoreños Daniel Valencia y Óscar Martínez; los españoles Roberto Valencia y José Luis Sanz; y el nicaragüense Carlos Salinas.
Sanz presentó su primer acercamiento al género de la crónica, "El silencio entra en Sierra Alta", que trata sobre la vida en una comunidad de Mejicanos. Desde su experiencia de trabajo, sostuvo que "como sociedad, hemos fracasado frente a la violencia (...) y en esto el periodismo es responsable por estar demasiado lejos de la realidad".
De igual manera, Daniel Valencia habló sobre "Una granada en el reino de los pesetas", que muestra la situación de las pandillas en Honduras; Óscar Martínez, "En el camino", lo hizo sobre las circunstancias que enfrentan los migrantes en su tránsito por México; Carlos Salinas presentó "Los Cancheros y Los Cholos del reparto Shick", de Guatemala; y, finalmente, Roberto Valencia expuso su texto "Jonathan no tiene tatuajes", que desentraña la vida del pandillero conocido como "Neck" en la Granja Modelo de Rehabilitación Pavón, en Guatemala.
Jonathan no tiene tatuajes es el primer libro de su tipo a escala centroamericana. Por ello, marca pautas para el diálogo social y la búsqueda de soluciones efectivas ante la problemática de las pandillas y la juventud.