Con una eucaristía, oficiada el 24 de marzo, la comunidad universitaria recordó la vida y legado del beato monseñor Óscar Arnulfo Romero, al cumplirse 37 años de su asesinato.
En la homilía, el P. Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero, destacó las implicaciones de honrar la memoria del obispo mártir en el actual contexto salvadoreño, caracterizado por una espiral de violencia, injusticia y desigualdad. En esta línea, señaló que “profanan la memoria del mártir quienes pretenden resolver los graves problemas sociales del país con la violencia, porque él siempre propuso el diálogo y el entendimiento. Es hipocresía solicitar al papa Francisco la canonización del beato e invitarlo a El Salvador cuando se pretende resolver el conflicto social con el uso de la fuerza y no con el diálogo; cuando en lugar de humanizar la sociedad, la deshumanizan”.
Y es que, de acuerdo a Cardenal, “conmemorar a un mártir como monseñor Romero exige conversión, es decir, vencer el deseo aparentemente irresistible de acumular dinero y juntar propiedades, de imponer la propia voluntad mediante el uso de la fuerza, de vengar las ofensas recibidas, de destruir al adversario, de abusar de los débiles, de aprovecharse de los desprevenidos”.
Dicha conversión, aseguró, debe empezar por los líderes del país, que, en su mayoría, “viven del poder y para el poder, todo lo contrario a monseñor Romero, que puso su poder arzobispal y el poder institucional de la Iglesia al servicio del pueblo salvadoreño. Monseñor Romero es un ejemplo de cómo poner el poder al servicio de las mayorías pobres de El Salvador”.