40 años formando técnicos

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Willian Marroquín
24/09/2009

El Instituto Tecnológico Centroamericano (ITCA), ahora convertido en Escuela Especializada en Ingeniería, cumplió en esta semana 40 años de funcionamiento. Un buen momento para reflexionar sobre la educación tecnológica del país y sobre la educación en general, y también un buen momento para felicitar al cuerpo de profesores, personal administrativo y estudiantes que se han esforzado por mantener esta institución a flote a pesar de las adversidades.

Antes que nada, es importante denunciar que el personal del ITCA/Fepade no ha tenido aumento de salario en los últimos 8 años; además, se les contrata e indemniza anualmente. Esto a pesar de ser una institución pública administrada por Fepade con fondos de la ciudadanía y los que la institución genera por venta de servicios científicos y tecnológicos. Si de buena administración hay que hablar, es importante que Fepade ponga atención a la inestabilidad laboral con la que trabajan sus técnicos, licenciados e ingenieros en esta noble institución. Y es noble porque su tarea fundamental es brindar capacidades y habilidades técnicas a muchos estudiantes —la mayoría de escasos recursos— para que puedan insertarse rápidamente a la fuerza laboral del país y puedan contribuir, desde muy temprana edad, a la riqueza nacional (productividad) y a la de sus familias. También hay que señalar que una gran parte del sector empresarial abusa y castiga el trabajo de los jóvenes técnicos graduados con salarios muy bajos y jornadas de trabajo extenuantes. Ojalá en algún momento estos empresarios se dejen permear por la responsabilidad social y mejoren los sueldos.

Paso ahora a los datos. De los 132,246 estudiantes inscritos en las instituciones de educación superior del país en 2007, el 92% están en las universidades, el 7% (8,618 estudiantes) en los institutos tecnológicos y el 1% en los institutos especializados. El ITCA quizás maneja actualmente un poco más de 6,000 estudiantes entre todas sus sedes distribuidas en el país; una cantidad muy por encima de la de 20 universidades (de 26), que sirven cada una a menos de 5,000 estudiantes en sus aulas.

La pregunta que surge es ¿por qué la poca demanda para realizar estudios técnicos (7%)? Si a esto se le agrega que más de 40,000 bachilleres anuales no ingresan a las instituciones de educación superior (porque no hay cupo, no pueden pagar o no quieren seguir estudiando), la pregunta se vuelve aún más preocupante. La razón fundamental es el mercado de salarios en el país, que remunera mejor al licenciado y al ingeniero que al técnico, y esto lo saben muy bien los estudiantes. Mientras no cambie esta realidad, las estadísticas no variarán.

Este ha sido uno de los problemas recurrentes en el ITCA (su escasa admisión), y lo ha llevado a plantearse al menos tres soluciones. La primera fue reducir los años para ser técnico (de 3 se pasó a 2). La segunda, buscar alianzas con universidades a fin de lograr equivalencias que les permitieran a sus técnicos realizar estudios de ingeniería en el futuro. Esto se logró a medias, y es una forma elegante de decir a sus estudiantes "sos técnico temporalmente, pero luego podés ser ingeniero". Y la última, que está en proceso, es la de ofrecer programas (6) de ingeniería de 4 años en 2010 y cambiarse de nombre a Escuela Especializada en Ingeniería. Aquí tenemos, pues, un buen ejemplo de los daños que puede hacer el mercado a la educación superior cuando no hay intervención del Estado.

Reducir los años de estudio de 3 a 2 tiene sentido si el objetivo es la inserción rápida del estudiante en el campo laboral, pero esto tiene como consecuencia que el mercado castiga severamente el salario de los técnicos por los pocos años de estudio realizados, aun cuando su trabajo sea de calidad. Por otra parte, buscar equivalencias no tiene sentido, ya que las formaciones de técnico e ingeniero tienen objetivos distintos en el campo laboral; además, el mensaje enviado de temporalidad descalifica aún más la carrera de técnico. Al fallar esto, la última idea fue formar ingenieros. Esto cambia el giro académico del ITCA y mueve a la institución a un campo de formación en el que no tiene experiencia, ¿Qué pasará con los 40 años de experiencia en la formación de técnicos? No se sabe. Ojalá que esta última decisión sea bien recibida por los estudiantes y por el mercado de trabajo.

Hasta ahora, en la formación de técnicos, el ITCA ha tenido un liderazgo de sobresaliente a excelente. Y soy de la opinión de que se hubiera mantenido en ese segmento del mercado ampliando la oferta educativa, dirigiendo la formación técnica a diversos rangos de edades de la población y rescatando el espíritu centroamericano que tuvo la institución al inicio. Por mencionar un dato, El salvador es el país con la mejor infraestructura de formación de técnicos de la región (debido al ITCA), y en el resto de países de Centroamérica existe una demanda creciente e insatisfecha de formación en este nivel que pudo haber capitalizado el ITCA con una visión y administración distinta. También el ITCA pudo haber tenido incidencia e impacto en atender a muchos de los más de 40,000 bachilleres anuales que se quedan sin adquirir destrezas que les permita vivir en un mundo cada vez más competitivo. Ahora, el ITCA asume un nuevo riesgo. A los que apreciamos, conocemos y valoramos el aporte de esta institución al país, no nos queda más que apoyarla y desearle éxitos.

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