Avances y retrocesos en Centroamérica

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Recientemente se publicó el IV Informe Estado de la Región (con el subtítulo Un informe desde Centroamérica y para Centroamérica), que es elaborado con la participación activa de investigadores y centros de pensamiento de todo el Istmo, y auspiciado por el Gobierno de Dinamarca, a través de su Agencia para el Desarrollo Internacional (Danida). El Informe pretende ser un instrumento para reflexionar de manera informada sobre el presente y el futuro de Centroamérica; para promover procesos efectivos de petición y rendición de cuentas; identificar posibles acciones para ampliar oportunidades y potenciar las capacidades de la población; y proporcionar las bases técnicas para un diálogo social y político conducente a la promoción del desarrollo humano sostenible en la región. Uno de los presupuestos básicos del documento es que en Centroamérica, pese a los malos tiempos, se han continuado registrando avances, pero también preocupantes retrocesos que, en general, vinieron a aumentar las brechas en la región y al interior de los países. Veamos de manera concisa cuáles fueron los progresos y cuáles las involuciones.

El Informe identifica progresos en áreas claves para el desarrollo humano sostenible, aunque a ritmos lentos y en magnitudes todavía insuficientes. Se señalan, por ejemplo, el buen desempeño de los mercados internos y del comercio intrarregional, que han atenuado el impacto de la crisis internacional; la contribución del flujo de remesas familiares a la menor reducción del ingreso nacional disponible; el incremento en la inversión social para proteger a los sectores más vulnerables; el aumento en la esperanza de vida a más de 70 años en todos los países del área; el impulso de programas sociales que han aliviado la situación de indigencia al incidir de forma inmediata sobre los ingresos de las familias pobres; y el avance de la democracia electoral con la alternancia de partidos.

El Informe señala, por otra parte, que la magnitud de los rezagos, las débiles capacidades institucionales y la actual complejidad de los problemas de Centroamérica dan un valor muy relativo a los avances. El régimen político ha tenido serios retrocesos. Las múltiples implicaciones del golpe de Estado en Honduras, la alta penetración del crimen organizado en las estructuras de gobierno guatemaltecas y la concentración del poder desde el Ejecutivo en Nicaragua y Panamá son aspectos que vulneran al sistema democrático, según los autores del documento. Plantean, además, que la situación de inseguridad tiene rasgos de verdadera crisis: la región se ha convertido en los últimos tres años en el territorio más violento de Latinoamérica y, por causas distintas a las de un conflicto bélico, en una de las zonas más peligrosas del planeta. En 2009 y 2010, la tasa regional de homicidios por cada 100 mil habitantes se situaba por encima de 40. Asimismo, se advierte que, como tendencia regional, los asesinatos de mujeres ha venido creciendo a una tasa mucho mayor que la de hombres, sin que los Estados parezcan otorgarle una atención adecuada al problema. Preocupa también que la ineficacia de las medidas adoptadas para revertir los climas de inseguridad está acarreando otro efecto negativo para los Estados de derecho y la convivencia democrática: la participación casi regular de los ejércitos en las tareas de seguridad interior. Este fenómeno se observa en Guatemala, Honduras y El Salvador.

En materia económica, se indica que la crisis internacional de 2008-2009 trajo consigo retrocesos que empeoran los ya insuficientes niveles de desarrollo del istmo. Este año, la tasa de crecimiento de Centroamérica fue la más baja comparada con cualquier otra subregión latinoamericana, al situarse en el orden del -0.7%. También hubo involución en el ámbito social; en particular, se incrementaron la pobreza y el desempleo. Al cierre de la primera década del siglo XXI, alrededor de 17 millones de personas en el istmo subsisten en condiciones de pobreza extrema, con accesos nulos o precarios a los mercados de trabajo y bajísimos niveles de instrucción pública. En Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, la exclusión social afecta a cerca del 40% de los hogares. Por su parte, la tasa de desempleo mostró un aumento generalizado en 2009 y, tal como sucedió con la pobreza, se ubicó por encima del promedio latinoamericano.

Con respecto a la integración regional, se constata una tendencia a la parálisis, motivada por una combinación de eventos. En primer lugar, las secuelas del golpe de Estado en Honduras, pero también por el conflicto territorial entre Costa Rica y Nicaragua, y por las denuncias sobre irregularidades en el nombramiento de funcionarios de alto nivel en el Sistema de Integración Centroamericana (SICA). Y, finalmente, en lo que respecto a la cuestión medioambiental, los países del área aparecen como los peor ubicados a nivel latinoamericano por grado de exposición y vulnerabilidad ambiental. Y en este contexto, Honduras y Nicaragua muestran las condiciones de mayor gravedad.

Por lo visto, en la balanza de los avances y retrocesos, estos últimos tienen mayor peso. No obstante, el espíritu del documento estima que el contexto negativo debe constituirse en una oportunidad para la búsqueda pragmática de soluciones a problemas que ningún Estado tiene capacidad para enfrentar de manera individual. Por tanto, la acción regional conjunta, ahora mismo, es necesaria y urgente.

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Anónimo
10/07/2017
13:25 pm
lol
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