El plagio y la cultura

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La semana pasada leíamos que el primer premio en los Juegos Florales de San Salvador había sido retirado por haberse comprobado que el libro de cuentos presentado al concurso había plagiado un buen número de textos de diversos autores. El tramposo, que no puede llamarse de otra manera, resultó respondón. No dudó al decir que su plagio es en realidad una protesta social y un modo de señalar la incompetencia de la Secretaría de Cultura. Y aunque es cierto que no es tan difícil, y menos hoy, descubrir un plagio, no es menos cierto que el hecho de que no se descubra no significa necesariamente ineficiencia o inutilidad de la persona o la institución dañada, sino espíritu de trampa y desvergüenza de quien comete el acto. Si el premio incluye, además, un reconocimiento económico, no hay duda de que hubo una estafa y deseo explícito y claro de estafar.

Este tipo de acciones no se dan solamente entre nosotros. Algunos ministros europeos han tenido que dimitir recientemente porque sus tesis doctorales tenían plagios parciales. La tendencia a privilegiar la apariencia y lo fácil sobre el esfuerzo personal, sobre la lenta y dificultosa tarea de crear e innovar, está presente en este mundo virtual en el que el éxito se busca con frecuencia a cualquier costo. Entramos así en la cultura de la satisfacción inmediata del deseo que caracteriza a nuestra época individualista, tan pendiente del consumo como camino privilegiado para incluirse en el mundo del brillo y de la brillantina.

Los efectos de este tipo de cultura en El Salvador están a la vista. Somos uno de los países con mayores índices de consumo a nivel mundial. Es el consumo, junto con el dinero que lo posibilita, casi el único medio de inclusión en los beneficios del desarrollo. Con un sistema de salud muy poco equitativo (a pesar de los avances en cobertura), con una educación que no ofrece a nuestros jóvenes la posibilidad ni la calidad suficiente para una integración adecuada en la vida social, con un sistema de pensiones excluyente de las mayorías y con una ley de salarios mínimos insultantemente discriminadora, a una considerable proporción de nuestra gente solo le queda el camino del consumo para sentirse integrado en la sociedad. Y cómo conseguir el dinero para ese consumo acaba siendo secundario ante la necesidad de sentirse integrado en un esquema en el que, además, muchos de los que están en la cúspide dan ejemplos claros de ganar dinero de manera fraudulenta.

Después, la trampa y la mentira se transforman y maquillan. Nadie se hace rico en la Presidencia de la República, aunque después viva bastante mejor que antes de acceder a esa silla. La Corte de Cuentas ha funcionado hasta hace poco como una especie de clínica de belleza financiera, especializada en el maquillaje de actos de corrupción y al servicio de los funcionarios de Estado. Ese ejemplo de los que gobiernan remite siempre a los gobernados, y nos muestra a estos pequeños aprendices de brujo con las mismas pretensiones que sus maestros: darnos atol con el dedo y decirnos que la trampa es buena y que la sinceridad no. Al final, estos seudoprofetas terminan diciéndonos algo importante: en nuestro país se pueden decir barbaridades con tranquilidad porque en realidad no hacen más que reflejar las situaciones que a un nivel más alto funcionan no solo con impunidad, sino con el apoyo de la indiferencia ciudadana.

Incluso en política, la cultura del plagio se impone con facilidad. Porque también es una forma de plagio presentarle a la ciudadanía la crisis de Venezuela como una especie de profecía de lo que sucederá en El Salvador si gana el FMLN. Ya hace cinco años, cuando Venezuela estaba en el esplendor de los precios del petróleo, los plagiadores de eventos internacionales nos decían que si ganaba Mauricio Funes, quien en realidad gobernaría sería Hugo Chávez. La profecía no se cumplió y hoy inventan otra, no porque les interese la democracia o el sufrimiento de Venezuela, sino porque quieren tener poder en El Salvador; el poder y la ventaja para hacer negocio.

La cultura del plagio, que este pobre muchacho defiende como acto de protesta, no es más que la cultura del aprovechamiento del otro, la repetición en pequeño de las derivas antidemocráticas de las élites extractivas que con tal de engordar económicamente no les importa el bien ajeno. Nada hay más noble en el mundo que la capacidad de admirar la belleza que otras personas tienen o producen. Pero, por supuesto, sin tratar de fagocitar en beneficio propio la creatividad, el trabajo o la belleza de los demás. Citar, apreciar, alabar es humano y enriquece a todos. Plagiar, apropiarse del trabajo ajeno, presentar como propio el esfuerzo de otro es romper ese espíritu solidario que hace humana a la humanidad.

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Anónimo
04/03/2014
09:20 am
para no irnos tan lejos, cultura de plagio como el del candidato de la derecha que ha copiado la campaña de la derecha hondureña para implementarla en el país en espera de iguales resultados!! que pobreza verdad??? excelente artículo de opinión.
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Anónimo
27/02/2014
19:20 pm
Muy buen artículo Padre, como siempre. Toca aspectos de fondo que muchos no se atreven. Tenemos problemas de no respetar el derecho del otro, en la calle, en la colonia, trabajos presentados como propios sin serlo. Criticamos y no nos autoevaluamos. No queremos ver lo bueno que hacen las organizaciones, los buenos políticos, los medios, principalmente la TV genera violencia, stress solo nos pasa lo negativo, no cumple su misión sagrada de contribuir a la armonía social. El plagio como dice el padre Tojeira, se da en todo sentido. También el engaño, pues hubo oportunidades de hacer algo por la gente pobre, por el país, 20 años de ilusión por la educación, y en contrario, se robaron los medios para lograron, y ven el robo como algo natural, cómo se les creerá ahora? Nunca más. Combatamos el plagio, la mentira, el amarillismo y sencionalismo y trabajemos todos por un mejor país, el cambio debe ser nuestro compromiso con ciudadanos.
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Anónimo
26/02/2014
18:20 pm
Q bueno q se dieron cuenta!! este individuo es igaul alos buseros/conductors temerarios q manejan bolos,matan gente y duicenq no es culpa de ellos sino dela gente q no se le \"Cruzan\" por le camino aunque usen la aceras! culpa de los funcionariso del VMT q le dieron al licencia!!filosofia guanaca permisiva,una etica de fosa septica!! pero muy comun en los meios empresarailes q te venden medicinas expiradas,mdios mentirosos,politicos corruptos,charlatanes de las religions,huelguismo injustificado!!etc.y la LEY!!
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