Escribir y hablar desde la indignación

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El asesinato de los 72 migrantes latinoamericanos nos ha dejado a todos desconcertados, golpeados, heridos. ¿Cómo puede ser que esto pase? ¿Cómo es posible que haya personas que supongan que un acto de barbarie como este pueda quedar en la impunidad? Sin embargo, las redes de corrupción criminal que abundan en nuestros países mesoamericanos no son nuevas. Los salvadoreños hemos experimentado recientemente cómo en Guatemala las más altas autoridades de la Policía y del Gobierno en el ámbito de la seguridad entorpecían y encubrían el asesinato de diputados de nuestro país. Tampoco es nueva la impunidad: en El Salvador, todavía no hemos adquirido la suficiente conciencia como para oponernos masivamente a que una brigada militar lleve el nombre del comandante del batallón de reacción inmediata que protagonizó varias masacres y ejecutó a miles de salvadoreños.

Hay algo en nuestra cultura, o simplemente en nuestros miedos, que nos impide ir más allá de las condenas altisonantes, de breve duración y efecto en el tiempo, y condenadas al olvido. Exigimos mucho desde la oposición y transigimos después demasiado desde el poder. Desde la oposición, podemos atacar la partida secreta como si fuera una peste, pero, llegado el momento, defenderla desde el Gobierno. Y eso acaba desprestigiando la crítica, especialmente la política. Estamos tan acostumbrados a sospechar segundas intenciones que tratamos de verlas en todo aquel que hace una crítica: ¿por qué no la hizo antes?, ¿por qué no corrige previamente sus errores? Y seguir con un largo cuestionamiento de las razones ocultas o las inconsistencias de quien critica.

Sin embargo, escribir y hablar desde la indignación sigue siendo necesario. Porque la política desarrolla cuero de lagarto y sólo las palabras duras logran despertar y sacudir el interesado letargo que para algunos temas tienen los personajes públicos. Si no se dice que promueve la corrupción el modo de constituir fondos de disposición libre para la Presidencia de la República, la tendencia es a no escuchar los reclamos de la sociedad civil. Y aun así, ahí sale el Ministro de Hacienda tratando de defender un sistema de acumulación de fondos que tiene muy poco que ver con la transparencia y la honesta rendición de cuentas. Probablemente, el Ministro de Hacienda sepa cómo hacer su trabajo. Pero cuando defiende el modo de traspasar fondos de los ministerios hacia la Presidencia sin control de la Asamblea, demuestra que sabe muy poco sobre democracia. Triste que se exhiba de esa manera.

Pero no basta con criticar duramente a los charlatanes; es indispensable que las palabras generen acción. No podemos conformarnos con una crítica casera fuerte a los Gobiernos norteamericano y mexicano por su ineficacia y, en cierto modo, por su complicidad con el maltrato a los migrantes. Es indispensable presionar a nuestros dirigentes políticos para que también ellos se comprometan a usar un lenguaje que sea claramente incómodo para los presidentes Obama y Calderón. De lo contrario, no nos quedará más remedio que decir que nuestros dirigentes políticos (cualquiera que sea el cargo que tengan: diputado, ministro o presidente) prefieren lo fácil a lo difícil. Porque siempre es difícil defender a los pobres y siempre es fácil tratar de quedar bien con los poderosos. Los migrantes son pobres, y Obama y Calderón tienen poder. Y lo políticamente correcto, se suele decir, es llevarse bien con los dirigentes de los Estados. Si en sus territorios solo se mata a los pobres, aunque sean nuestros conciudadanos, siempre se puede tener una crítica obsequiosa y quedar al final todos contentos brindando con whisky en las reuniones oficiales.

El asesinato masivo de 72 latinoamericanos, sin importar si son nuestros o de otros países, es un escándalo anunciado. No hay un sector de la población más despreciado, hostigado y maltratado que el emigrante mientras va de camino. Y son, como lo demuestra la mayoría al enviar remesas, lo mejor de cada país. Emigrantes que practican realmente el mensaje cristiano de perdón al enemigo. Porque envían dinero al propio país que les expulsó de su territorio a base de negarles trabajo, salarios decentes, o simplemente por no brindarles seguridad ante la delincuencia. Los mejores hijos olvidados por no tener papeles y por ser pobres. Los mejores hijos no defendidos adecuadamente por el miedo a quedar mal con los mandatarios de países más fuertes.

Es evidente que Obama y Calderón no son los que tienen la mayor responsabilidad en lo sucedido. Pero también es evidente que son los que tienen que moverse para que el caso se esclarezca; y, sobre todo, para que la indiferencia, el maltrato y la brutalidad contra los emigrantes se corrijan, y los crímenes contra ellos sean perseguidos con la misma fuerza que se persigue cualquier crimen sistemático y gravísimo. Son ambos también los responsables de que las expresiones de desprecio, las legislaciones absurdas o los comportamientos burocráticos indignos sean adecuadamente corregidos. Si no se habla realmente con indignación, estaremos olvidando con demasiada facilidad —simplemente porque son parte de los más pobres— a las mejores personas de nuestros países.

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Anónimo
21/05/2013
12:56 pm
Es difícil imaginar la escena de semejante brutalidad, pero más difícil imaginar la ausencia (de estas 72 hermanas y hermanos que murieron asesinadas y asesinados más otros que siguen muriendo día a día) en cada familia que esperaba saber de ellas/ellos. El "Principe" Maquiavelo pensó que el PODER es la capacidad de obligar a otros a la obediencia... ¿Quién tiene el poder entonces? ¿Quien trabaja fomentando la corrupción y alianzas infames que privilegian interés?. Es nuestro deber que el escalofrió que recorre nuestro cuerpo, tome vida y nos mueva como verdaderas hijas e hijos de Dios pensando en las Victimas del Genocidio silencioso, que tan fríamente toleramos.
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Anónimo
31/08/2010
17:13 pm
Este es el momento no solamente de exigir que el caso se esclarezca, si no tambien es el momento de cuestionar al gobierno por que estos pobres imigrantes tienen que padecer toda clase de crímenes buscando oportunidades que el pais de origen está en la obligación de proporcionar. Antes de señalar la paja en el ojo ajeno hay que mirar la viga que tenemos en el nuestro. El país aun tiene que responder por barbaries y masacres cometidas a través de todos estos años.
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