El cuido como actitud humana fundamental significa desvelo, solicitud, diligencia, gentiliza, atención, cordialidad y delicadeza. El cuido refuerza la vida, atiende las condiciones ecológicas, sociales y espirituales que posibilitan una vida con dignidad. En ese sentido, el cuido asume una doble función: la prevención de daños futuros y la reparación de daños pasados.
Los humanos debemos poner cuidado en todo: cuidado por la vida, por el cuerpo, por el espíritu, por la naturaleza, por la salud, por la persona amada, por el que sufre, por la casa común. Debemos cuidar de nuestra ciudad, de sus plazas y lugares públicos, de sus casas y escuelas, de sus hospitales e iglesias, de sus teatros, cines y estadios deportivos, de sus monumentos y calles.
La nota dominante en la sociedad actual parece ser el descuido, la negligencia, el abandono. En el caso de la sociedad salvadoreña, hay descuido de la seguridad ciudadana, de la seguridad vial, de los sectores más pobres, de los recursos naturales, de las calles por las que nos conectamos, de los espacios públicos, del ordenamiento urbano, entre otros.
Mientras los llamados "formadores" de la opinión pública discuten si es conveniente o no que haya cachiporristas en los desfiles de las fiestas patrias, o lo bueno que hubiese sido la lectura obligatoria de la Biblia en las escuelas, o la pretendida reivindicación de un derecho absoluto de expresión por parte de los medios grandes de comunicación; los problemas que afectan a las mayorías quedan en el abandono o pospuestos para mejores tiempos que nunca llegan.
El cuido, en tanto capacidad de empatía, cordialidad y gentileza hacia los otros, puede promover el espíritu de comunidad, frente al egoísmo e individualismo; la solidaridad con la víctima, frente a la indiferencia por el sufrimiento ocasionado injustamente; la lucha por la justicia, frente a la pura beneficencia; las relaciones cordiales, frente a la amenaza y la agresividad campantes; el uso racional de los recursos naturales, frente a la depredación irresponsable; el consumo equilibrado, frente al consumismo sin freno; el uso adecuado y eficaz de los fondos públicos, ante la corrupción inveterada; el respeto mutuo, frente al desprecio por el otro.
La cultura del cuido hay que fomentarla en la familia, en la comunidad, en las iglesias, en el Gobierno, en la empresa privada, en todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas salvadoreños. Esta es condición de posibilidad para construir un país en el que todos los habitantes tengan cubiertas sus necesidades básicas; en el que se multipliquen y aseguren opciones de presente y de futuro para nuestros hijos e hijas; un país en el que nos sintamos seguros y contribuyamos decididamente a vivir una nueva cultura de honradez, responsabilidad, productividad, solidaridad, tolerancia y humanismo.