El 15 de septiembre de 1965 se inauguró solemnemente la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"; en consecuencia, este 15 de septiembre de 2010, la UCA cumplió 45 años de servicio universitario a la sociedad salvadoreña y centroamericana. En el origen de la UCA estaba la intención de potenciar la labor universitaria en El Salvador desde lo que pudiera llamarse una inspiración y una vitalidad cristianas. Los fundadores eligieron para la institución el nombre y el símbolo del prócer José Simeón Cañas, un sacerdote salvadoreño que, tanto desde su verdad cristiana como desde su verdad secular, entendió que su misión última era la libertad; pero no la libertad en abstracto, sino la libertad de los esclavos durante el proceso independentista de Centro América. Se conoce, además, que toda la lucha del padre Cañas a favor de los indígenas, así como su famosa propuesta de abolir la esclavitud, estuvo inspirada en la conducta de otra vida cristiana ejemplar, la de Fray Bartolomé de las Casas, gran defensor de los indios y libertador de los esclavos.
En 1975, cuando la Universidad cumplió sus primeros 10 años, el padre Ignacio Ellacuría planteó, en el escrito titulado "Diez años después, ¿es posible una universidad distinta?", la necesidad de un examen crítico para ver si, desde los hechos, la UCA se diferenciaba de las formas de hacer universidad de los mundos católico y secular. Y por universidad distinta entendía aquella que se dedica, con eficacia y desde su propia estructura universitaria, a la negación de la injusticia estructural y a la construcción de una nueva sociedad.
Para Ellacuría, el sentido último de una universidad y su realidad total deben medirse desde el criterio de su incidencia en la realidad histórica, en la que se da y a la que sirve. El vínculo entre universidad y realidad supone que la primera no debe tener como horizonte último de su actividad los intereses subjetivos de sus miembros, sino los intereses objetivos, científicamente procesados, de las mayorías oprimidas. Supone, además, que el campo propio de la actividad universitaria es la cultura, entendida como la acción cultivadora y transformadora de la realidad. Y en este punto queremos enfatizar el tipo inspiración que ha fundamentado, animado y orientado el quehacer universitario de la UCA en estos 45 años; nos referimos a la inspiración cristiana.
El talante cristiano de una universidad, según el escrito de Ellacuría al que hemos hecho referencia, no puede medirse ni por las doctrinas que propugne, ni por los sacramentos que imparta, ni por las prácticas piadosas que realice. Se ha de medir, eso sí, por la defensa y promoción de una serie de valores fundamentales que son esenciales para el proceso histórico del país y, por tanto, de gran servicio para una labor universitaria comprometida con ese proceso histórico.
¿Cuáles son esos valores fundamentales? Ellacuría señala los siguientes: ver en los más necesitados a los privilegiados del Reino de Dios en oposición a los privilegiados de este mundo; propugnar la negación de valores deshumanizadores como el ansia de riqueza, de honores, y de poder; sustituir el egoísmo por el amor como motor de la vida humana y de la historia; querer más servir que ser servido; promover el rechazo a las desigualdades injustas; afirmar el valor trascendente de la vida humana y, en consecuencia, la solidaridad y fraternidad entre los seres humanos; despertar la necesidad de un futuro siempre mayor y desatar así la esperanza activa de quienes quieren hacer un mundo más justo; ver en la negación del ser humano y de la fraternidad humana la negación radical de Dios. En este sentido, para Ellacuría, el horizonte de la universidad cristiana y distinta que necesita el país es el pueblo de los más necesitados; y el compromiso fundamental, el cambio de estructuras y de personas en orden a una creciente solidaridad a través de la lucha arriesgada a favor de la justicia.
Desde sus inicios, la UCA buscó unificar lo universitario con lo cristiano. Lo primero exigió la construcción de un estricto saber de la sociedad y de la naturaleza. Lo segundo la llevó al compromiso histórico con el Reino de Dios predicado por Jesús, que inspira la configuración de una sociedad justa; la llevó a la opción por los pobres que ofrece una perspectiva, un "desde dónde" la UCA debe ver la realidad, y un "para quiénes" debe trabajar. Y a consecuencia de esas opciones, la UCA ha experimentado el conflicto, la persecución y el martirio.
En suma, la lucha por la justicia, la perspectiva a favor de las mayorías salvadoreñas, la apertura al conflicto y la fortaleza en la persecución son los rasgos fundamentales de la inspiración cristiana que han estado presentes en la historia de la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas".