En un comunicado publicado en su página web, Arena expone sus peticiones de reforma electoral. Tras la experiencia tenida con sus 20 años de gobierno, es interesante ver lo que ahora dice y comentarlo. Comienza pidiendo una ley de partidos políticos que regule a los mismos en todas sus dimensiones. Quienes llevamos muchos años insistiendo sobre este punto nos alegramos de la posición arenera. Pero es fundamental que en esa ley no se deje de lado el conocimiento de las aportaciones económicas de los diversos grupos de poder a cada uno de los partidos, y la claridad de éstos con sus militantes respecto a la administración de esos fondos. La claridad en el tema de fondos recibidos, privados y públicos, es un asunto básico para la modernización de nuestros partidos.
El siguiente punto en las peticiones de Arena reza textualmente así: "Un sistema de elección que permita que el electorado escoja sus diputados libremente". De nuevo, una buena propuesta. Pero que choca con la alharaca y preocupación por las candidaturas no partidarias, aprobadas recientemente como derecho constitucional por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema. Sería un poco hipócrita querer que los ciudadanos elijamos libremente a nuestros representantes y prohibirnos elegir a personas que no estuvieran afiliadas a partidos políticos.
Seguimos con las sorpresas: Arena apoya el voto en el exterior. Magnífico. Lástima que en veinte años no lo hayan podido implementar. Pero nunca es tarde para comenzar a hacer lo que es justo. Aunque el Gobierno del Frente suele decir que no puede hacer en cinco años lo que Arena no hizo en veinte, en este punto no hay excusa. Lograr el voto en el exterior, abriendo urnas al menos en todos los consulados existentes, no es algo que requiera veinte años de planificación. Y si el Frente no lo hace en estos cinco años, será un verdadero fracaso de su política. Hay problemas que tal vez puedan encontrar su plena solución en 2024, como propone el plan estratégico del Gobierno. Pero el voto en el exterior no puede estar incluido en esa tardía fecha. Es un tema a resolver ya.
Adiós a la pinta y pega: Arena utilizó profusamente recursos gubernamentales para esta tarea que ahora califica de sucia. De sabios es cambiar de opinión, y a veces es necesaria una derrota electoral para que el milagro se produzca. El Frente, que siempre se quejó del mayor acceso a recursos de Arena, no puede ahora pedir tiempo para hacer lo mismo que antes criticaba. Un acuerdo entre los dos partidos grandes de El Salvador puede y debe llevar a una regulación de la propaganda electoral. Porque la propaganda electoral (electorera, debíamos decir) ha sido tradicionalmente infame. Gritos y mentiras que acaban hartando a la ciudadanía; incultura y sectarismo; mal gusto e incluso chabacanería han ido floreciendo en la propaganda política cada vez que tenemos elecciones. Aunque la caballerosidad no ha sido la virtud predominante de los partidos salvadoreños, un pacto de caballeros en este tema, refrendado por la ley y exigido por el Tribunal Supremo Electoral, contribuirá a rehabilitar a nuestro desprestigiado sistema de partidos. Con todo y lo que hemos criticado a Arena y a otros en este punto y en tiempos pasados, bien por la propuesta.
Y la última petición de Arena: "Implementar al más corto plazo posible el voto residencial en todo el país". Qué bueno que lo que no se hizo en el largo plazo se pida ahora para el corto plazo. Seguro que Arena estará agradecida con quienes en su momento le pedíamos lo mismo en el corto plazo. Porque la idea de hacerlo, y hacerlo pronto, no es exactamente de ellos. Pero qué bueno que se hayan convencido de que tenemos razón quienes los criticábamos antes. El Frente, por su parte, debería estar agradecido con Arena. Porque su tradicional enemigo político está ahora adoptando en el terreno de la organización del sistema electoral los mismos planteamientos que la izquierda ha manejado por años. No hay excusa, pues, para que estas propuestas no se realicen. Si es cierto lo que tanto Arena como el Frente suelen decir públicamente al respecto, hay un total acuerdo básico legislativo.
Como en estas cosas siempre falta algo, es importante hacerle una sugerencia a Arena: a los cinco puntos comentados se le debe añadir un sexto: separar las funciones administrativas y jurisdiccionales en el Tribunal Supremo Electoral. Es esta una petición que por años ha formulado el sector intelectual del país y que al final de su período asumió como propio Walter Araujo, a la sazón no sólo representante de Arena en el Tribunal, sino presidente del mismo. Con este sexto punto habría que ponerle un 10 a la propuesta de Arena, aunque no sea original ni haya sido el partido el primero en hacer estas propuestas. Porque en política de lo que se trata no es de ser el inventor de las propuestas, sino de hacer bien las cosas. Después, logrado el acuerdo, habrá que revisar con lupa el texto para que entre una y otra propuesta no se vaya a escapar algún agujero que permita seguir en los vicios del presente.