Llamada de atención, señal de esperanza

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Idhuca
14/07/2010

Veinte años exigiendo verdad y justicia por la masacre en la UCA, demandando investigar la autoría intelectual en los tribunales nacionales... ¿Resultados? Pocos, frustrantes. Pero lo que ocurre en la Audiencia Nacional de España sí es alentador. Un par de años bastaron para avanzar allá más que acá. Algunos magistrados de la Corte Suprema de Justicia salvadoreña trataron de impedirlo, negándole al juez Eloy Velasco copia certificada de los procesos fraudulentos realizados por sus funcionarios y evitando notificar a los acusados sus cargos; tampoco les tomaron las declaraciones que solicitaba el magistrado español.

Durante más de dos décadas, medios de comunicación y supuestos analistas han derrochado tinta defendiendo a los criminales e intentando descalificar a las víctimas. En 2000, después de la decidida insistencia de éstas, el Fiscal General de entonces pidió a un tribunal procesar a seis altos jefes militares y a Alfredo Cristiani; pero como no era el juzgado correcto, su requerimiento fue rechazado. Entonces acudió al indicado pidiendo sobreseimiento definitivo para los que antes había acusado. La jueza resolvió no aplicar la amnistía, pretexto siempre ocupado para no hacer nada, pero resolvió que el caso había prescrito, y así los salvó.

Pasaron ya cuatro lustros sin verdad ni justicia en este caso, ejemplo de la impunidad institucional que afecta al resto de víctimas y propicia el caos de violencia que ahora golpea, sobre todo, a las mayorías populares. No obstante, en España siguen siendo acusados los responsables últimos de maquinar la barbarie, y Cristiani aparece señalado de nuevo por protegerlos.

Eso que hoy ocurre fuera del país es una alerta para los violadores de derechos humanos del bando que sea: tarde o temprano se sabrá la verdad e iniciará el turno del ofendido. También es una razón para la esperanza. Afuera, en los sistemas universal e interamericano de protección, se pueden abrir puertas para derrotar la iniquidad; ya se ha logrado. Y llegará el momento en que el sistema nacional no tenga más remedio que cambiar hasta ser lo que ahora no es: respetuoso de la ley, justo y compasivo con quien sufre.

Monseñor Romero; los jesuitas junto a Elba y Celina Ramos; las personas masacradas en el Sumpul, el Mozote, Copapayo y otras localidades; las miles de desaparecidas, torturadas y ejecutadas, así como sus familias, siguen dando de sí a El Salvador. Sus causas terminarán por cambiar esta hiriente e inaceptable realidad, generando presión externa y organización social interna fuerte, firme y demandante. Vendrá el día en que, como canta Illapu, "nuestros niños jamás ignoren que en este suelo hubo dolores; que crezcan libres, canten canciones; que vuelen alto sus corazones... que los culpables cumplan condena y las promesas se vuelvan ciertas".

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Anónimo
16/07/2010
22:08 pm
si tambien opino lo mismo en el caso Jesuitas, ha sido un crimen de los más impunes que he visto en toda mi vida, porque es de todos conocidos quienes fueron y los seguimos viendo tan campantes como que nada caminando por los centros comerciales de la gran vía, personalmente duele mucho, pues estudié en la UCA en ese tiempo, y los admiraba mucho, el daño que hicieron a comunidad Jesuita es y fue irreparable, los militares esa noche cometieron el error mas grande de sus vidas creyeron terminar el pensamiento con balas era una buena idea. pero se equivocaron esos 6 Jesuitas no estan muertos siguen dando mucha vida y sembraron en nosotros una semilla de sed de justicia, nos demostraron que la buena noticia es una realidad y que ni aún el martirio es el fin de todo, por el contrario ese crimen nos despertó el discernimiento de nuestra conciencia social, se volvieron un gran ejemplo y seguiremos buscando que se haga justicia con la ayuda de Dios est
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