Los partidarios de la guerra

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Los más ricos de los ricos se han reunido en Davos, Suiza. A ellos se agregan políticos, directores de bancos estatales, premios Nobel de Economía, artistas de cine y demás comparsas del dinero y del buen vivir. Hablan siempre de los problemas mundiales, proponen soluciones y, al final, hasta se alegran y brindan por su autocomplaciente liderazgo mundial. Sonrisas, cocteles, perfumes, guardaespaldas, dinero, informes, palabras, todo un conjunto de apariencia feliz y formidable se mezcla en medio del glamur que le dan ciertos medios de comunicación a los dueños de la tierra. Autonombrados poseedores de este nuestro planeta, ese que los cristianos pensamos que fue hecho para beneficio de todos y todas, y no solo para la felicidad y el derroche de unos pocos, no tienen empacho en decir sus propios errores mientras siguen generando problemas.

El dinero reflexiona en Davos desde su comodidad. Pero no faltan pensadores, dentro y fuera de las religiones, que creen que el mundo en que vivimos está caracterizado por una guerra de los ricos contra los pobres. Especialmente de esos ricos que pueden atesorar miles de millones en un año, sin que su conciencia se estremezca y tiemble, porque tienen fundaciones, reparten las migajas, a veces grandes, que caen de su mesa, y hablan y discuten sobre los problemas de los pobres. Malabaristas del lenguaje que piensan que pueden combinar sus millones de dólares con el pensamiento clásico de los antiguos "Padres de la Iglesia", que asegura como voluntad de Dios el destino universal de los bienes de la creación. Pensamiento en el que muchos cristianos seguimos creyendo y que, de un modo secularizado, ha asumido hoy el movimiento ecologista, hablándonos con toda razón de una Tierra que es hogar y destino común.

En Davos, sin embargo, se hacen análisis que no son malos. Incluso, se asumen palabras y discursos de quienes están o estamos en contra de la guerra de los poderosos contra los débiles. Pero se continúa también, en el discurso y en la práctica, respetando y venerando a todos aquellos instrumentos —bancos, incluidos— que han sido tradicionalmente armas de esa guerra. Y por supuesto, los protagonistas principales del foro siguen acumulando millones. Pero analizan riesgos, peligros, impactos, y discuten cómo aminorarlos. Y dado que el análisis no es malo, conviene mencionarlo. Los cinco riesgos que consideran mayores para la humanidad son los siguientes: severa disparidad en el ingreso, desbalances fiscales crónicos, crecientes emisiones de gas de efecto invernadero, crisis en el abastecimiento de agua y mal manejo del envejecimiento poblacional. Evidentemente, esos riesgos son reales, como también lo es que el afán de dinero, la búsqueda del enriquecimiento sin control y la corrupción de los poderosos han sido los factores que, en mayor medida, han estado detrás de esas cinco situaciones que enumera el propio Foro Económico Mundial, brazo institucional de los ricos reunidos en Davos.

A nosotros, en El Salvador, nos afectan los cinco riesgos mencionados, aunque en este breve artículo nos vamos a referir solo a tres. La severa desproporción en el ingreso está en buena parte detrás de la violencia. La organización de la juventud en pandillas, aunque depende de varios factores, tiene también como base lo que algunos antropólogos denominaban "rebeldía primitiva" —en el caso salvadoreño, a veces salvaje— ante una sociedad muy desigual y que ofrece pocas oportunidades a una gran proporción de los jóvenes salvadoreños. Los gases de invernadero, productores del calentamiento global, nos acabarán convirtiendo en un país demasiado vulnerable y empobrecido si no preparamos previsoramente el futuro, aunque nuestra producción de estos gases sea mínima a escala planetaria. Tener una voz fuerte al respecto es lo mínimo que deberíamos hacer en nuestra política internacional, a veces interesada casi exclusivamente en lograr apoyos económicos e inversiones. Porque en una tierra excesivamente golpeada por el calentamiento global, con inundaciones y sequías, será difícil que se interesen inversores y turistas. Algunos estudios anuncian ya que en El Salvador tendremos lo que los técnicos llaman "estrés hídrico" para 2035. En otras palabras, el agua se irá convirtiendo en un bien escaso y, por ende, caro.

Es evidente que podemos encontrar soluciones. No hacer nada es favorecer la guerra de los ricos contra los pobres. Lograr acuerdos nacionales en estos campos es trabajar por la paz y la convivencia pacífica. No habrá solución si no hay colaboración de todos, o al menos acuerdos básicos que nos lleven a elaborar proyectos de realización común para la construcción de un futuro con menos riesgos y menos problemas. En esta etapa preelectoral adelantada, en la que se tiende más a la división que a la búsqueda de entendimientos, deberíamos hacer un alto y dedicar este primer semestre a buscar acuerdos estratégicos que acuerpen a todos los partidos. Acuerdos evaluables y a los que la propia sociedad civil pueda dar seguimiento. Acuerdos básicos que refuercen las redes de protección social, y acuerdos de largo plazo que enfrenten la disparidad en el ingreso, prevengan las consecuencias del calentamiento global, aprovechen el bono de población del que disponemos hasta 2050 y frenen la escalada que desde hace 15 años viene inflando peligrosamente la deuda externa.

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Anónimo
01/02/2013
06:12 am
Padre excelente articulo, solo comentarle que en la UCA lanzaremos un globo atmosférico, para medir los niveles que se tienen de los gases de efecto invernadero en la estratosfera, mediremos vapor de agua, dióxido de carbono CO2 y metano CH4.
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Anónimo
31/01/2013
16:09 pm
siempre P. Tojeira con un analisis muy claro de la sociedad actual, el llamado al entendimiento, podemos lograrlo, es la clave para vivir mejor en nuestro pais, para prepararnos para el futuro....
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