El pasado 26 de marzo, Jorge Francisco Parada fue detenido por la agente Blanca Berríos y otros compañeros suyos. La agente Berríos lo esposó con las manos hacia atrás, lo insultó y lo golpeó repetidamente en la cabeza; luego, violentamente lo tiró boca abajo en la cama del pick-up en el que sería transportado.
Durante el trayecto, Parada recibió varios puntapiés, otros golpes e insultos pese a estar sometido y no representar ningún riesgo. Producto de todo este maltrato, terminó con la nariz fracturada y el tabique nasal desviado.
Aunque la Unidad de Investigación Disciplinaria de la Policía Nacional Civil ya recibió la denuncia, es importante llamar la atención sobre este tipo de tratos crueles, inhumanos y degradantes que son cada vez más frecuentes en la institución policial. La mezcla de Ejército y Policía puede ser peligrosa si al final los agentes se militarizan y atropellan a la ciudadanía.
El combate a la criminalidad no justifica que las y los policías o los miembros del Ejército se conviertan en delincuentes. El Estado y sus agentes deben respetar y garantizar los derechos humanos de la población sin importar las sospechas o culpabilidad de las personas que someten.
Durante la guerra, los antiguos cuerpos de seguridad participaron en desapariciones de personas, asesinatos y, principalmente, torturas. Con la firma de los acuerdos que pusieron fin al enfrentamiento armado se buscaba que desaparecieran tales prácticas y se edificara una policía que cumpliera su deber apegada a los estándares internacionales sobre el uso de la fuerza.
Frente a estos hechos, es importante garantizar que se formen policías respetuosos de la ley y de los derechos de la población. Asimismo, deben existir mecanismos efectivos, eficientes y accesibles para denunciar a los que cometen abusos y, cuando estos ocurren, evitar la impunidad.
También es necesario que se conozca la verdad y se imparta justicia para los responsables de tortura y otros crímenes cometidos por los cuerpos de seguridad durante la guerra. Hay que deslegitimar estos métodos. Esto tendrá un importante efecto disuasivo y educativo para que quien se dedique a la seguridad pública se someta a la legalidad y respete la dignidad de cualquier persona.