El viernes trece de marzo Katya estaría cumpliendo 19 años, pero la vida le fue arrebatada hace casi dos lustros sin que hasta el momento los responsables de ese asesinato paguen su culpa. Ahora, para conmemorar esa fecha decidimos darle voz a su madre y hacemos pública la carta que ella le dedica en el día de su cumpleaños.
El 13 de marzo de 2009, cumplirás tus 19 años. ¡Ya has de estar altísima, mi tesoro! Ya dentro de unos dos meses, el 7 de mayo, cuando tu mami tendrá sus 44 años, si Dios me lo permite, tú estarás cumpliendo la promesa de llevarme en tus hermosos brazos, porque serías muy, muy alta. ¡Cómo hubiera sido de bello, hija, estar yo, tu mami, en tus benditos brazos, amada mía! Ahora, cuando me siento tan cansada, tan agotada por tanto sufrimiento, por no tenerte más con nosotros, daría mi vida, amada mía, por volverte a ver aunque fuera un instante y admirar tu profunda belleza espiritual, tu belleza del alma.
Mi pequeño ángel que nos cuidas desde ese hermoso cielo donde te encuentras, dame fuerzas para seguir, empújame, hija, hacia adelante y no me dejes desmayar. Recuérdame que nuestro amadísimo Señor Jesús nos ha acompañado a tu hermanita, a tu familia materna, a tus amigos, a tus compañeritos y a todo ese hermoso pueblo salvadoreño que ha conocido de tu tragedia y que no se cansa de rogar al Altísimo en estos casi 10 años de inmensa agonía de no tenerte; en este horrible dolor del alma, del ardor en la piel, de este profundo pesar por esa enorme y profunda herida que no sana, hijita. Está allí, mi niña, ardiendo, punzando, abriéndose más cada día y tengo que aguantarme todo ese dolor para darle fuerzas a nuestra amada Marcelita, para dar otra cara, para tratar de sonreír un poquito, mi niña, porque yo sé que eso lo deseas tú, Katita. Tú no quieres que tu mami y tu hermanita sigan sufriendo más.
Por la inmensa fe que tengo, sé que nuestro amado Señor Jesucristo ha estado con nosotros en esta agonía, en este calvario, en este vía crucis como estuvimos nosotras en la Semana Santa de 1999, dos días antes de la cruel violación y asesinato que unos bestias cometieron en tu contra, mi pequeña inocente. Sin razón, sin motivo, porque no existe en el mundo una razón o un motivo suficiente para llevar a cabo una crueldad tan grande con una criatura indefensa como tú, mi Bebé Grande. Y es por esa razón que el Cordero de Dios, Jesús, nos ha sostenido, nos ha abrazado y acompañado durante todo este largo caminar, durante estos 10 años de recordar día a día que tu propia familia paterna fue capaz de cometer el peor de los pecados, asesinar a su propia sangre. Ellos te arrancaron de nuestro lado y nos dejaron con la profunda tristeza de no seguir viéndote ni disfrutándote, pero estoy convencida que para ellos ha sido un infierno porque Dios, nuestro Señor, les ha recordado día a día, noche a noche, segundo a segundo ese horrible pecado y no los ha dejado dormir, comer ni hacer nada sin que el alma o la voz de sus conciencias les recuerden tus últimos segundos de agonía, mi amor. Por esa valentía, mi niña, Jesús te levantó en sus brazos y te llevó con Él para quitarte para siempre todo dolor y sufrimiento y regalarte toda la felicidad de la vida eterna junto Al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
10 años se escriben fácil, se leen fácilmente, pero han sido tan duros para nosotras que hemos estado esperando que llegue esa justicia que tanto anhelamos. La Fiscalía General de la República tiene esos mismos años de estar dándonos falsas esperanzas y mientras tanto, nosotras esperamos desde tan lejos donde nos obligaron a permanecer. Pero Dios, en su inmensa misericordia, nos ha fortalecido y contra todos los pronósticos de tus violadores y asesinos; estamos vivas, estamos de pie y seguimos en la lucha, mi corazoncito lindo, y no vamos a descansar hasta que tus violadores y asesinos paguen por todos sus crímenes, por los tuyos y por los que le hayan hecho a otros inocentes como tú.
Aunque crean que estoy loca, he pensado celebrarte tu cumpleaños, tus 19 benditos añitos, y comprarte tu pastelito, y cantarte. Queremos, tu hermanita, tus tíos y tus primitos, celebrarte, cantarte y rogarle al Altísimo que pronto, muy pronto, tu justicia llegue.