El presidente electo, Nayib Bukele, no dio su primera conferencia pública en El Salvador, sino en Estados Unidos. El título de la misma fue “Una nueva era para El Salvador” y la impartió en uno de los centros de pensamiento más conservadores del mundo, la Fundación Heritage. Dentro del país, el futuro presidente no se ha reunido todavía, que se sepa, con sectores sociales, ni con empresarios, ni con organizaciones del movimiento social. Sus reuniones acá han incluido funcionarios del Gobierno del norte y de organismos financieros internacionales, y embajadores.
Como ya se ha dicho antes en este espacio, lo que prevalece en este periodo de transición es la incertidumbre sobre el tipo de gobierno que el país tendrá desde el próximo 1 de junio. Tenemos a un presidente electo del que no se sabe a ciencia cierta cómo gobernará. Mes y medio después de su elección, no ha anunciado a su equipo de transición, mucho menos ha dado indicios sobre su futuro gabinete. ¿Cómo será su gobierno? ¿Cuáles serán sus prioridades? Esto todavía es un misterio y, como tal, produce las más diversas especulaciones.
Que no se sepa nada sobre los lineamientos estratégicos de la próxima administración es preocupante, y más aún que se tenga esta incertidumbre en un país en crisis, que requiere de medidas y políticas claras y contundentes. Desde hace años se venían anunciando la crisis de la fiscalidad, la agudización de la inseguridad, la insostenibilidad de las pensiones, el galopante deterioro medioambiental. Pero por no hacer lo debido, ahora los retos del país son enormes y amenazan la viabilidad de la vida. De acuerdo a economistas reconocidos por su seriedad, nuestra fiscalidad está al borde del colapso. El mediático Plan Cuscatlán, presentado solo 15 días antes de las elecciones del 3 de febrero, es irrealizable en la actual situación económica del país. Y eso también debe ser motivo de preocupación.
En medio de esta incertidumbre, el presidente electo solo ha mostrado algunos signos de lo que podrían ser los lineamientos de su gestión y de su estilo de gobernar. Como se apuntó, en el país, Bukele solo se ha reunido con funcionarios internacionales. Después de su elección, solo ha dado una entrevista, y fue a la agencia estadounidense de noticias Prensa Asociada. Su primer discurso lo dio en la Fundación Heritage, conocida por haber sido clave para el diseño de políticas públicas en administraciones republicanas. También dicha fundación es conocida por su apoyo a la doctrina neoliberal, que sostiene que las principales fuentes de prosperidad son la liberalización del mercado, la no intervención del Estado y el recorte de impuestos a los más ricos. Además, esa fundación se ha destacado por apoyar las duras políticas antiinmigrantes de Donald Trump.
A partir de lo poco que ha dicho hasta hoy, pareciera que tendremos un presidente inclinado, ideológicamente hablando, a la derecha, aunque antes haya dicho que su corazón estaba al lado izquierdo y después que no era de izquierda ni de derecha. Un presidente pro empresa privada, lo cual en sí mismo no es malo. Pero si la referencia es la Fundación Heritage, asistiremos a una profundización de los postulados neoliberales que han causado daños estructurales a nuestra economía y al que ni sus mismos fundadores defienden ya. Si la tónica de la campaña se mantiene, tendríamos a un presidente con una visión autoritaria, en la que lo único que vale es su palabra. Todas estas no dejan de ser conclusiones preliminares fundadas en los signos que se ven. Ojalá estemos equivocados.
* Omar Serrano, vicerrector de Proyección Social.