Se ha dicho y prometido cualquier cosa en el largo y tedioso, amargo y mentiroso, pero sobre todo altamente costoso proselitismo electorero, desplegado por Arena y el FMLN en su loca carrera por ganar una elección que —sin importar cuál de los dos triune—, de no cambiar posturas y actitudes, no traerá mejoras sustanciales al país durante los próximos cinco años. Más allá de centrar la atención en las polémicas alrededor de los programas sociales (si el vaso con leche será con café o con chocolate, si los zapatos serán de amarrar o de meter, por ejemplo), las campañas han sido banales y sin mayor sentido que el de enganchar al incauto y desencantar al que no lo es, porque a sus votos fieles ya los tienen seguros.
En esos dimes y diretes, uno presume que inundó al país con "alegría y esperanza"; el otro alega que le tocó batallar contra la Hidra de Lerna y sus siete cabezas. Pero a la hora del balance objetivo, ambas campañas carecieron de propuestas de fondo. Para debatir en serio, ninguno puso sobre el tapete ofertas creíbles y financiables de cara a los problemas que abaten a las mayorías populares: inseguridad y violencia que generan desplazamiento forzado individual y familiar; desempleo o subempleo que obligan a lo mismo; falta de verdad y justicia que —junto a otras iniciativas, como el apoyo psicosocial— son necesarias para reparar el daño causado a las víctimas de antes y durante la guerra; y crisis del sistema de pensiones, entre otras tantas aflicciones de la gente en su día a día.
A esto agréguese que ninguno ha dicho con la claridad y la contundencia necesarias algo ineludible: si ambas partes no se ponen de acuerdo, el país será aún más inviable, y no será posible encarar con algún éxito esos enormes desafíos. Ya lo hicieron hace más de dos décadas, pero en diferentes canchas: en la del Gobierno el que ahora es oposición y en la opositora el que ahora es Gobierno. En aquel momento, los combates armados eran reales y las muertes abundantes; pese a ello, se sentaron a hablar y le pusieron fin al enfrentamiento bélico.
Entre todo el revoltijo mediático de ataques y contraataques, destaca algo muy negativo y censurable, por venir de quien viene. En medio de su abierta y dispendiosa campaña en la que le pide al electorado votar por el partido que le dará continuidad a sus "buenos cambios", uno de los anuncios televisivos de Mauricio Funes repite y repite una mentira del tamaño del mundo, que ofende la inteligencia, sobre todo la de las mujeres. Quizás por lo cansino y recurrente de esa publicidad presidencial, poca gente haya caído en la cuenta de eso.
Pero hubo alguien que sí tomó nota y lo denunció en una de las redes sociales. Hay que agradecérselo a este profesional que durante muchos años ha sido, dentro del Instituto de Medicina Legal, un investigador acucioso y recopilador equilibrado de las cifras fatales que arroja el mar de sangre en el que han pasado sumergidas las mayorías populares. Se trata del doctor Fabio Molina Vaquerano, médico graduado de la Universidad de El Salvador y gloria del baloncesto nacional en las décadas de 1960 y 1970.
"Con todo el respeto para el Idhuca", dijo no entender "cómo ninguna persona, periodista u organización" se ha pronunciado al ver y escuchar el anuncio de Casa Presidencial en el que se presume una baja de los feminicidios en más del 400%. Esto, señaló Molina, con propiedad y sentido común, "no es posible por ley matemática, ya que en un mismo evento solo se puede bajar un 100%, y no más". Agregó que, al respecto, los datos sobre feminicidios del Instituto de Medicina Legal determinan que, en el período 2002-2013, 2011 fue el año en el que se registraron más crímenes de este tipo: 630 en total.
Es cierto que durante 2013 se redujeron los feminicidios a 217, y esa cifra, la más baja del período considerado, es algo importante y bueno, aunque sigue siendo grave la situación. Pero la disminución porcentual no es la que se anuncia oficialmente a cada rato, con el dinero de los impuestos de quienes sí los pagan. Si se quiere descubrir la proporción correcta, hay que tener claros los datos de los años en los que ocurrieron más y menos feminicidios. Luego, afirma el doctor Molina, hay que plantearse "una simple regla de tres que se aprende en cuarto grado". Hay que hacerla para descubrir que al multiplicar los 217 de 2013 por cien y dividir el producto entre 630, que sería el 100%, el resultado anda cerca del 35%.
Así, pues, los feminicidios descendieron en 2013 un 63.35% con respecto a la cifra más alta, la de 2011. "Nada puede bajar más del 100% en ninguna parte del mundo", dice este médico. Y añade: "Esto lo expreso porque durante los dos últimos meses, ha salido un spot publicitario en que se ha dicho que los feminicidios han bajado en este período un 400%". Eso, según él, "subestima la inteligencia" de la gente. Fabio Molina Vaquerano no entiende, entonces, "cómo los intelectuales de este país permiten que siga televisándose este dato falso sin siquiera decir nada". Y pregunta si lo que ocurre es que la ideología está antes que la verdad.
A la anterior interrogante, bien vale agregar otra: ¿será que los publicistas bien pagados de Casa Presidencial no saben usar la calculadora o será que calcularon que nadie se daría cuenta de semejante falacia? "El que mejor ha sabido ser zorro", sentenció Nicolás Maquiavelo, "ha triunfado. Los hombres son tan simples, que aquel que engaña siempre encontrará quien se deje engañar (...) No es preciso que un príncipe posea todas las virtudes, pero es indispensable que aparente poseerlas. Tenerlas y practicarlas siempre será perjudicial; aparentar tenerlas, siempre será útil". Nada más vigente para El Salvador.