El próximo domingo tendrán lugar las elecciones que decidirán quiénes serán los alcaldes y alcaldesas de los 262 municipios del país y las 84 personas que ocuparán las curules de la Asamblea Legislativa. Después de varios meses de ubicua propaganda electoral, cansados de oír caravanas recorriendo las calles, aburridos de eslóganes insulsos y sin sentido, es posible que hayan disminuido los ánimos para ir a votar. Pero asistir a las urnas es importante no solo para ejercer un derecho, sino también para cumplir con el deber ciudadano de elegir a los mejores entre la multitud de candidatos; gente proba y capaz que entregue un mejor país al finalizar su mandato. Y para ejercer el derecho al voto de manera responsable es necesario estar informado, tanto acerca de los candidatos como de sus programas de trabajo para las alcaldías o la Asamblea Legislativa.
En la campaña, todos los candidatos dicen representar la mejor opción para el beneficio de la comunidad o del país. Como se dice popularmente, el papel lo aguanta todo y las promesas son baratas. Sin embargo, poco prudente sería decantarse por un candidato por lo que dice, hace y promete durante la campaña electoral. En la mayoría de los casos, ello es fruto de un plan de marketing y solo tiene vigencia hasta que se cierran las urnas. De ahí la importancia de conocer al candidato: su trayectoria como persona, como profesional y como político. Si se sabe que un candidato goza del aprecio de su comunidad y es responsable con su familia; si se conoce que tiene sólidas credenciales de servicio a los demás, honradez, sencillez, búsqueda del bien común y capacidad de escuchar y trabajar junto con la gente, entonces podremos tener cierta garantía de que será un buen alcalde o diputado. Por el contrario, si es conocido como una persona conflictiva, con ambición de poder, prepotente y poco cercana a la gente, es muy probable que será una mala autoridad municipal o legislativa.
Hay quienes se presentan como candidatos a ocupar puestos de elección popular siendo completos desconocidos, sin que antes de que iniciara la campaña electoral alguien los hubiera visto trabajando en bien de la gente. Otros son bien conocidos en sus comunidades, pero o bien por sus actitudes caciquiles o simplemente por su poder económico en la zona. Algunos llevan años ocupando puestos políticos, pero no se han destacado nunca por buscar el bien de la población, sino más bien por aumentar su poder político. Todo ello es importante tenerlo en cuenta a la hora de elegir. También hay que considerar las promesas que han realizado en la campaña, cuán viables son y en qué medida responden a las necesidades de la población. Si son promesas generales, es muy probable que no las cumplan. Por el contrario, si el plan de trabajo propuesto es coherente con las necesidades concretas y más sentidas de la gente, es más probable que cobre realidad.
Hace algunos años, en un municipio de occidente ganó las elecciones un candidato que prometió que haría todo lo que estuviera a su alcance para sacar al poblado de la extrema pobreza. Después de tomar posesión de la silla edilicia, cuando las comunidades lo iban a buscar para presentarle sus necesidades, para pedirle apoyo para sus proyectos, para que constituyera el comité municipal de gestión de riesgo o para comunicarle que una tormenta había cortado la calle, el edil nunca estaba en la alcaldía. Si alguna vez lograban encontrarlo, la secretaria siempre respondía que el alcalde estaba muy ocupado y que no tenía tiempo para atenderles. Más de una vez los ahuyentó reclamándoles que no lo molestaran tanto, que él no iba a sus casas a pedirles nada y que por favor lo dejaran en paz. La pregunta que se hacía la gente de ese municipio era por qué se había postulado para alcalde si no tenía vocación para ello. La respuesta la conocieron tiempo después, cuando vieron que se había construido una buena casa, que tenía mucho más ganado y que había cambiado su viejo y destartalado carro por un lujoso pick-up último modelo. Pero el municipio seguía en la extrema pobreza.
Baste este ejemplo para ilustrar lo importante que es elegir personas que hayan demostrado con creces que sí desean servir al país y a su gente; elegir personas que conozcan los problemas y que en verdad estén dispuestas a poner todo su esfuerzo para resolverlos; escoger a quienes ya han demostrado su disposición y preocupación por mejorar la calidad de vida de la población, no solo la de su familia o la de los afiliados a su partido. Es importante, pues, que se elija a los mejores, a aquellos hombres y mujeres que tengan un historial de servicio en favor de la comunidad, de trabajo en bien de la mayoría y que estén dispuestos a trabajar codo con codo para convertir este país pobre en uno próspero. Así son los hombres y mujeres que necesita El Salvador.