En el cierre de la convención nacional republicana, Donald Trump, aunque sin dar nombres, habló de El Salvador. Entre otras cosas, dijo: “Hay un país que me gusta mucho, el presidente tiene mucha popularidad por ser un buen pastor de su país, su criminalidad está bajando, él dice que los entrena y vengo leyendo esto hace dos años, y dijimos: ‘Vamos a ver de qué se trata’. Y me di cuenta que no los está entrenando, sino que envía a estos tipos criminales, traficantes, reclusos, a Estados Unidos. Él no lo dice, trata de convencer a todos de que hace un trabajo maravilloso […] Bueno, él no hace un trabajo maravilloso”.
Trump habló, pues, contra un supuesto aliado suyo, que recibió a su hijo como invitado especial; una persona que siempre ha declarado su admiración por él. Difícil saber a ciencia cierta de dónde sacó el republicano esas conclusiones dada su manía de mezclar realidad y ficción, pero hay factores a tomar en cuenta. Probablemente influya que cuatro de los 14 máximos jefes pandilleros reclamados en extradición por Estados Unidos fueron excarcelados por la administración de Bukele entre julio de 2021 y enero de 2022. Que tres de esos 14 líderes pandilleriles guardan prisión en Estados Unidos; entre ellos, el conocido como Crook, que fue liberado ilegalmente y ayudado a salir del país por funcionarios cyan.
Sin embargo, las palabras del candidato republicano no dañan solo a Bukele. Los afectados en mayor grado son los migrantes y sus familias, esos que por necesidad se ven obligados a dejar el país y que luego sostienen la economía de su familia y la nacional. Trump quizás extrapola la realidad de unos líderes de pandillas favorecidos por el Gobierno hacia toda la población migrante. Y al hacerlo, miente. De hecho, el término “posverdad” tomó relevancia pública durante la primera campaña presidencial de Trump. Una campaña que ganó mintiendo una y otra vez. Desde su gran salto a la política, las mentiras y la desinformación han sido dos de sus mecanismos diarios de comunicación, utilizándolas para orientar las preferencias ciudadanas, atizar la división y reforzar su apoyo. Según un estudio de The Washington Post, entre el 20 de enero de 2017 y el 12 de enero de 2021 se contabilizaron treinta mil falsedades dichas por Trump.
Está demostrado de sobra que los migrantes aportan a la economía y cultura del país en que viven. Pero como una de las principales banderas de la campaña del republicano es la antiinmigrante, Trump miente para infundir miedo en la población y ganar votos para su candidatura. Desde su discurso, todos los migrantes son asesinos, criminales, narcotraficantes. Por supuesto, el Gobierno salvadoreño no dirá nada sobre las declaraciones del candidato estadounidense, por mucho que estigmaticen a nuestra población migrante y supongan una afrenta para El Salvador. Bukele y los suyos saben bien que las mentiras son indispensables para ganarse el favor de la gente en las elecciones y cifran en Trump la esperanza de obtener algún respaldo político externo, por pequeño que sea. Ese interés justifica el silencio. La diáspora salvadoreña debería tomar nota: Bukele la abandonará siempre que a él le convenga.