Cada jueves por la noche, una escena se ha vuelto parte del paisaje de Antiguo Cuscatlán. Centenares de personas se reúnen en el parque central para trotar y caminar por las calles del municipio, en un recorrido que comprende varios kilómetros. Las reglas son claras: no es competencia y no hay tiempos ni edades, aunque es población mayoritariamente joven la que, con una sonrisa al viento, desafían la oscuridad de algunas calles. Todos llegan de forma voluntaria (incluso desde otros puntos de la capital) y por su propia cuenta. Algunas versiones sobre el origen de esta iniciativa afirman que fue impulsada, mediante las redes sociales, por un grupo de jóvenes, que se convocaron entre sí para caminar de noche por las calles de la ciudad. "Unámonos para que entre nosotros mismos nos protejamos", se dijeron. Y así se inició lo que se ha convertido en jueves de trote nocturno en libertad.
Es en realidad una avalancha ciudadana, un río de gente que con sus atuendos deportivos atraen la mirada de propios y extraños. Además del indudable beneficio que es el ejercicio para la salud física y mental, con esta iniciativa la juventud de la zona está recuperando las calles como espacios públicos, al igual que está sucediendo en otros puntos de la capital con las bicicleteadas que también se organizan los jueves por la noche. Son ciudadanos que, sin conocerse, se unen y se cuidan unos a otros a partir de la práctica de salidas sanas, públicas y contagiosas. Cada semana se suma más gente. Lo que nació como una iniciativa juvenil, hoy convoca a profesionales, obreros y obreras, amas de casa, niños y niñas, incluso a personas de la tercera edad, algunos acompañados de sus mascotas. Son cientos de personas trotando o caminando con expresión alegre.
Es hermosa y esperanzadora esta decisión colectiva de salir a las calles en las noches para dejar constancia de la pertenencia a una ciudadanía activa, creativa, propositiva y constructora de espacios públicos comunes, sanos y seguros. Mucha de la gente que ve pasar la larga mancha de corredores, se une al grupo. Otros observan con rostro satisfecho. Incluso los automovilistas, cuando los ven pasar, muestran una paciencia poco usual en este tiempo. Son los jueves nocturnos de la seguridad ciudadana. En esta iniciativa no se ha tenido que recurrir a policías ni militares, aunque es común verlos en algún punto del recorrido, pero no acompañando el interminable hormiguero que comparte la vía pública con el tráfico de la zona.
Tanto han llamado la atención estos corredores y ciclistas que incluso ya hay rumores de que un político pretende capitalizar el esfuerzo, regalando camisetas a los concurrentes. Y no sería extraño que más de algún candidato se enfunde las zapatillas o se monte en una bicicleta por simple oportunismo electoral, como ya ha sucedido en el pasado. Pero más allá de este afán de instrumentalizar, la gran lección queda: la ciudadanía puede promover la paz y la seguridad sin necesidad de recurrir a métodos sofisticados o costosos, o al uso de la fuerza; la paz se construye con gestos y acciones pacíficas; la ciudadanía se construye con gestos y acciones ciudadanas.