Educar para el espíritu crítico

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Editorial UCA
12/08/2013

En El Salvador estamos sobrados de la crítica que resalta lo negativo, que descalifica, que se formula desde el supuesto de que solo el grupo al que se pertenece hace las cosas bien; esa crítica que se observa especialmente en la clase política y que se ejerce sin aceptar réplica. Lo que nos hace falta es espíritu crítico; es decir, capacidad de cuestionar los principios, valores y normas del entorno, y actuar con criterio propio. La persona que actúa con espíritu crítico sabe cuestionar lo que otros le proponen; analiza, somete a razón, contrasta, evalúa desde el sentido común y la realidad. Puede también cuestionarse a sí misma y aceptar con madurez las críticas de los otros, porque sabe que nadie es depositario de la verdad absoluta.

El espíritu crítico debe ser fomentado en todas las personas desde la infancia ofreciendo espacios para el diálogo, dando razones de lo que se piensa, de los criterios que se tienen, de las normas que se siguen y del porqué se actúa de un modo y no de otro. Se atenta contra esta vital actitud cuando se imponen ideas y formas de conducta mediante el poder o la autoridad, cuando no hay espacio para la discrepancia y el intercambio de opiniones, cuando se presenta un único punto de vista como válido, cuando las decisiones no pueden ser cuestionadas. Tampoco fomenta el espíritu crítico la incoherencia entre el pensar, el decir y el actuar.

La familia y la escuela son dos espacios esenciales para construir ese espíritu crítico, pero en el país ni la una ni la otra abonan a ello. Tampoco la cultura contribuye, pues en nuestro contexto lo que se presenta como correcto y deseable es la sumisión a la autoridad. Por su lado, las organizaciones —políticas o de otra índole— lo que promueven es que el colectivo sea disciplinado, acepte lo que las cúpulas deciden, siga los lineamientos del momento. Los que se atreven a separarse de la línea trazada normalmente acaban siendo alejados de la organización. El derecho a disentir es comúnmente conculcado y fácilmente se considera la disensión como una traición. Nuestra sociedad, en general, padece de un exceso de autoritarismo y de pocos espacios para el diálogo y la reflexión.

El avance de un país requiere de personas con espíritu crítico, sujetos que sepan ver y leer la realidad, que tengan capacidad de analizarla desde distintos ángulos, y así identificar sus bemoles, incoherencias y problemas para formular las respectivas propuestas de solución. Personas así pueden surgir espontáneamente, pero hay que procurar que surjan como fruto de una formación ex profeso. Y en esa tarea tienen que jugar un rol decisivo las universidades. Estas no solo deben ofrecer conocimientos, sino formación integral, oportunidad de crecer en todos los aspectos inherentes al desarrollo humano; deben brindar las condiciones y herramientas para que los jóvenes construyan pensamiento y criterio propios.

El cambio de rumbo que como nación necesitamos está ligado, pues, a la existencia y acción de una masa crítica de salvadoreños que piensen por sí mismos y actúen siguiendo sus propios criterios. Personas que sean responsables de sus decisiones y que puedan dar cuenta de ellas. Ciudadanos que sepan revisar con honestidad sus actuaciones, acepten críticas ajenas y las tomen en cuenta para revisar y corregir lo que corresponda.

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Anónimo
13/08/2013
19:44 pm
El artículo me parece perfecto, muy objetivo e integral, simplemente algo necesario. Concuerdo en todo, y quiero hacer énfasis respecto al hecho de que este tipo de persona puede cuestionarse a sí misma, y más que un “puede” es un “debe” puesto que de no hacerlo estaría cayendo en una contradicción muy grande, querer ser objetivo, sin comenzar con lo básico. Se les agradece el aporte que hacen, en verdad es necesario hacer saber a la población cosas como estas, muchas gracias.
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Anónimo
13/08/2013
15:37 pm
En primer lugar quiero felicitarles por el artículo, creo que tocaron un punto muy importante, el cual determina un problema critico del país, pienso que una forma de llegar a superarlo, es cuando todos pensemos en un objetivo común, por ejemplo: un país más justo y solidario, sin violencia, en donde todos vivamos mejor, y seamos lo suficientemente maduros para aceptar críticas constructivas, que nos ayuden a superar problemas, para mejorar la calidad de vida de todos. Pompilio.
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Anónimo
13/08/2013
15:07 pm
Aquí la crítica la convierten en insultos. Nos falta madurar tremendamente. Incluso pienso que algunos de los medios son responsables porque parece que les gusta mantener encendida la confrontación.
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