En retroceso

29
Editorial UCA
25/01/2021

En el último informe de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), El Salvador aparece en la posición 124 (de 187 países considerados). Muy cerca y abajo están Guatemala, Nicaragua y Honduras; en el continente, solo Haití ocupa una peor posición que los cuatro países centroamericanos. Costa Rica ha sido siempre la excepción: continúa mejorando en este índice del PNUD. De los cinco países del istmo que el próximo 15 de septiembre cumplen 200 años de independencia, cuatro aparecen en el último tercio del desarrollo y uno en el primer tercio. Ni los recursos, ni la tierra, ni la historia es muy diferente en los cinco. Todos tuvieron dictadores, democracias débiles, golpes de Estado. Sin embargo, hace aproximadamente 80 años, Costa Rica tomó una dirección distinta: eliminó el Ejército y comenzó a invertir sustancialmente en educación, salud y seguridad social. Un plan muy sencillo que al ser continuado en el tiempo produjo unos resultados notables en el campo del desarrollo humano.

La pregunta obligatoria es por qué nosotros estamos como estamos. Y aún más importante: ¿a dónde queremos ir y qué medios utilizar para ello? Más allá de la propaganda gubernamental, hasta la fecha ningún Gobierno salvadoreño ha contado con un plan serio de desarrollo. Hay promesas, incluso algunos pasos positivos, pero la situación continúa siendo deficiente en el campo del desarrollo. Si se creyera a los discursos oficiales, se podría pensar que se está a las puertas de un futuro prometedor, pero la realidad es otra. Ante la baja actual de los índices de homicidios, surgen serias dudas de cómo se hace el conteo, si se negocia con las pandillas ofreciéndoles permisividad estatal con otro tipo de delitos y si las desapariciones indican un nuevo modo de disimular los asesinatos.

Cuando la ciudadanía consciente ve una propaganda gubernamental tan abundante y tan falsa en muchos aspectos, piensa fácilmente que detrás hay algo que no se dice. Entre la propaganda y la mentira siempre hay un margen muy estrecho. Un ejemplo es la noticia reciente de que la Organización Mundial de la Salud felicitó a El Salvador, a través del actual ministro de Salud, por estar libre de paludismo. Lo que se presenta como noticia ligada a la actual administración oculta que el mérito de haber alcanzado esa certificación corresponde a Gobiernos anteriores y a sus políticas públicas de combate de esa enfermedad. Si el Gobierno de Nayib Bukele consiguiera en los años que le quedan una certificación de país libre de dengue, otra cosa sería.

Eso precisamente es lo que falta: metas concretas, realizables en un tiempo determinado y sometidas a evaluación, previa información transparente. Todos los Gobiernos hacen algunas cosas buenas; el de Bukele también. Sin embargo, hasta ahora los esfuerzos han sido insuficientes para entrar en una vía decente de desarrollo. Menos propaganda, más transparencia informativa y una evaluación clara y participativa de los procesos realizados son claras necesidades del país. Subir unas pocas posiciones en el índice de desarrollo humano es laudable, pero insuficiente. En algún momento El Salvador estuvo en la posición 104, 20 puestos más arriba que en la actualidad. La caída es fruto de la ausencia de planes estables. El país solo saldrá de su tendencia a la caída libre con proyectos de futuro que incluyan cambios estructurales.

Lo más visitado
0