Fortalecer la democracia

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Editorial UCA
26/08/2013

Nuestra democracia es frágil y enfrenta variadas amenazas. La falta de empleo, el alto costo de la vida, el cansancio y desgaste de la población ante tanta criminalidad y hechos delictivos hacen crecer la insatisfacción ante la democracia y el anhelo de un sistema autoritario, de corte dictatorial, que resuelva de una vez nuestras problemáticas. A esto también abonan, y quizás más decididamente, los partidos políticos al pretender copar todo el poder y actuar con espíritu totalitario, tratando de saltarse las reglas básicas de la democracia para conseguir sus fines. Un modo de actuar que ha llevado a que la mayoría de gente no se sienta representada por ellos ni crea que responden a sus demandas.

Según datos de Latinobarómetro, solo una cuarta parte de los latinoamericanos piensa que se gobierna para el bienestar del pueblo y solo un tercio se siente satisfecho con el funcionamiento de la democracia. El Salvador no está lejos de estos datos, pero hay algo más: al compararse con las democracias del subcontinente, el 92% de los salvadoreños considera que la nuestra funciona peor. Hay que tener en cuenta, por supuesto, que El Salvador comenzó su vida democrática hace pocos años. Fueron los Acuerdos de Paz de enero de 1992 los que posibilitaron la transición hacia una vida democrática con la instauración de los derechos fundamentales de libre asociación, libertad de expresión, libertad de afiliación política, entre otros. Así, nuestra democracia es incipiente y, por lo mismo, frágil. Pero también lo es porque no hemos logrado construir una sociedad basada en la igual dignidad de las personas y en la justicia social.

Un sistema democrático es mucho más que la realización periódica de elecciones libres, transparentes y competitivas; encuentra anclaje, se fortalece, en la medida en que hace realidad el derecho de la población a una vida de bienestar y a la realización personal. Todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y deberes. Pero la sociedad democrática debe velar de una forma especial por los más vulnerables, a fin de que tengan y gocen de los mismos derechos que los demás. Y esto exige tanto solidaridad social como un Estado que asuma esa misión. Estos elementos fundamentales todavía no son asumidos por una buena parte de los salvadoreños, y menos aún por quienes deberían no solo defenderlos, sino llevarlos a la práctica.

La aspiración democrática fue una de las principales causas de las luchas ciudadanas en los años sesenta y setenta. Y fue precisamente la negativa del poder imperante a hacer concesiones democráticas, junto a una injusticia estructural que condenó a la mayoría a la pobreza, lo que propició la guerra civil. A pesar de los grandes avances que se han hecho desde la firma de los Acuerdos de Paz, la democracia salvadoreña cojea. Después de décadas de aprendizaje, en las que hemos podido darnos cuenta de sus principales debilidades, es el momento de profundizar y fortalecer la democracia en sus aspectos más fundamentales.

Desde hace años, distintos grupos e instituciones de la sociedad civil —entre ellas, la UCA— vienen formulando propuestas para apuntalar el sistema de gobierno. Sin embargo, la mayoría de estas han sido ignoradas a la hora de implementar reformas al Estado. En respuesta, para tener una mayor incidencia, algunos de estos grupos, a pesar de sus distintas visiones e ideologías, se han unido. De este modo se conformó Aliados para la Democracia, con el objetivo de elaborar una serie de propuestas que de aplicarse supondrían una importante mejora de nuestro sistema democrático.

Lamentablemente, el FMLN y las organizaciones afines, que en el pasado se caracterizaron por su lucha por la democracia, han desacreditado a esta alianza, acusándola de ser contraria a los intereses populares y de hacerle el juego a la derecha política. Sí, entre sus integrantes hay grupos que solo descubrieron el valor de la democracia hasta que perdieron el poder y el control del Estado. Pero junto a ellos hay otros que se han destacado por promover la democracia en El Salvador, y de cuya legitimidad no se puede dudar. Por otra parte, independientemente de quién forme parte de Aliados para la Democracia, lo que debe evaluarse son sus propuestas. Y estas, aunque evitan abordar el problema de la desigualdad y no entran al terreno de la democracia social y económica, van encaminadas a fortalecer el sistema de gobierno y las instituciones en las que se fundamenta. Y esto es bueno y necesario para nuestro país.

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Anónimo
27/08/2013
12:45 pm
Espero que no nos estén diciendo que hay que hacer caso a los Aliados por "Arena" Democracia. Me defraudarían mucho UCA.
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Anónimo
27/08/2013
00:19 am
Creo que somos demasiado negativos y los medios de comunicación tienen algo que ver al alimentar con cizaña en el día a día. Nuestra democracia ahí va, funcionando poco a poco. La agenda de responsabilizar al FMLN de todo, debería volverse más objetivamente. Indudablemente se ha pensado en la gente, pero por acá como que eso no se quiere hacer ver. Nadie dijo que nuestro proceso democrático sería fácil. Luchemos para no permitir que ARENA vuelva al poder. Sería nefasto.
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